La primera en seis años visita de un premier británico a Rusia demostró que Londres y Moscú pretenden, cuando no reiniciar su relación, al menos tapar las discrepancias políticas con acuerdos de cooperación económica, pero expertos locales consideran prematuro hablar de un “deshielo”.
El presidente ruso Dmitri Medvédev sugirió el lunes, en rueda de prensa conjunta con el primer ministro británico David Cameron, no dramatizar las diferencias de postura frente a ciertos problemas. “Lo esencial es impedir que repercutan negativamente en la tendencia general de nuestras relaciones”, subrayó.
En vez de hacer hincapié en los asuntos más espinosos de la agenda bilateral, como el misterioso asesinato del ex oficial de seguridad ruso Alexander Litvinenko en Londres o la negativa británica de extraditar al magnate prófugo Boris Berezovski y al emisario de separatistas chechenos Ajmed Zakáyev, las partes prefirieron centrarse en proyectos económicos.
Londres rehusó descongelar la cooperación entre los servicios secretos de ambos países pero aceptó debatir con Moscú el tema de la lucha conjunta contra el crimen organizado.
El presidente Medvédev constató ayer que las partes dieron “un paso importante para que la relación esté a un nivel alto, constructivo y fructífero”. Cameron también señaló que hay “deseo de seguir adelante, incluso a pesar de las cuestiones difíciles”. Durante su estancia en Moscú, respaldó la futura admisión de Rusia en la OMC y se declaró dispuesto a “elevar a un nuevo nivel el comercio y las inversiones”. Gran Bretaña es actualmente uno de los mayores inversores directos para Rusia.
En verano de 2007, Londres expulsó a cuatro diplomáticos rusos ante la negativa de Moscú de extraditar al ex oficial de seguridad y, actualmente, empresario y diputado Andrei Lugovoi, presuntamente implicado en el envenenamiento del antiguo agente Alexander Litvinenko en territorio británico. Rusia respondió con una expulsión similar, tras lo cual la relación entre ambas partes se redujo a un mínimo inaudito desde la Guerra Fría.
Serguei Oznóbischev, director del Instituto ruso de evaluaciones estratégicas, considera prematuro hablar de un “deshielo” entre Londres y Moscú aunque “la visita de Cameron testimonia que la parte británica desea mejorar la relación bilateral”. Los acuerdos suscritos en el transcurso de esa visita son, a su juicio, “absolutamente superficiales” y la cooperación cabal en materia de innovaciones será “imposible sin la buena colaboración política que no existe en la actualidad”.