El petróleo iraní, la ley de Préstamo y la Guerra Fría

© RIA Novosti . RIA Novosti / Acceder al contenido multimediaTeheran, 1943
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La Historia suele gastar bromas que frecuentemente resultan bastante cínicas.

La Historia suele gastar bromas que frecuentemente resultan bastante cínicas.

El Tratado ruso-británico, suscrito en el lejano 1921,  veinte años después, permitió a la Unión Soviética junto con las tropas inglesas ocupar Irán. Hace 70 años, el 25 de agosto de 1941 comenzó la operación anglo-soviética (luego a la misma se adhirió EEUU) “Rostro” para ocupar el territorio iraní.

Según afirman algunos historiadores, este episodio histórico del siglo XX, que ahora apenas se recuerda, tuvo mucha influencia para el mundo.

Para muchos, fue precisamente en Irán donde se plantó las primeras semillas de la Guerra Fría, mucho antes del célebre discurso pronunciado en Fulton por el primer ministro británico Winston Churchill.


Motivo y pretextos

La necesidad de proteger los yacimientos petrolíferos iraníes de las tropas de Alemania y sus satélites, así como de garantizar la seguridad de transporte de cargamentos a la URSS por el denominado corredor sur de acuerdo la Ley de Préstamo y Arriendo fue el pretexto formal para la entrada de las tropas aliadas en Irán.

Fueron argumentos de peso, pero en realidad lo que más preocupaba a los aliados era la orientación evidentemente proalemana del régimen del sha Reza Pehlevi, y la posibilidad de que Irán pudiera pasar a ser uno de los países del Eje.

No es de sorprender entonces que Moscú y Londres empezaran a analizar la posibilidad de enviar las tropas aliadas a Irán inmediatamente después de la agresión alemana contra la URSS, en julio de 1941.

Moscú y Londres confirmaron sus sospechas después de que Reza Pehlevi declinara la solicitud de la URSS y Gran Bretaña de emplazar sus tropas en Irán.

Se desconocen los motivos jurídicos de Londres para lanzar la Operación “Rostro” (creo que ni siquiera trató de explicarlos); Gran Bretaña era una de las partes beligerantes en la II Guerra Mundial, lo que de por sí y era una razón suficiente.

En cambio, el gobierno soviético argumentó su participación alegando el artículo 6 del Tratado suscrito por la URSS e Irán en 1921 y vigente en aquella época.
El artículo en cuestión establecía que la Unión Soviética tenía el derecho de introducir tropas en el territorio iraní en caso amenaza militar en sus fronteras sur, ejemplo patente de las contradicciones que pueden ocurrir en la Historia.

El Tratado de 1921 convino a ambas partes y respondió al deseo tanto de Moscú como de Teherán de expulsar a los británicos del suelo iraní. Desde luego que el artículo 6 estipulaba una evidente ventaja política a la Rusia soviética, y a cambio, Moscú dio a Teherán importantes concesiones.
En primer lugar, entregó a las autoridades iraníes activos y propiedades de Rusia en Irán (ferrocarril, banco, puerto en el mar Caspio, buques, líneas cablegráficas) y, segundo, entregó varias islas en el Caspio.

Pasados veinte años, este tratado, marcadamente antibritánico, fue aprovechado por la URSS para ocupar Irán junto con Inglaterra.
La fase militar no duró mucho y concluyó el 17 de septiembre de 1941. La resistencia de los iraníes fue mínima, por lo cual los aliados no sufrieron fuertes bajas. Poco después de la entrada de las tropas aliadas, el régimen del sha Reza Pehlevi cayó. Como consecuencia, se formó un nuevo gabinete de ministros cuyo jefe, Ali-Forbgi, ordenó poner fin a la resistencia.

El 8 de septiembre de 1941, los aliados firmaron un acuerdo que establecía el emplazamiento de las tropas aliadas en el territorio de Irán.
Las unidades británicas ocuparon la parte sur, y las soviéticas, el norte, lo que le convenía perfectamente a Moscú. La ocupación de la parte norteña de Irán le ofrecía al Kremlin la posibilidad de controlar las acciones de Turquía, de un lado, y crear allí una región de hecho autónoma, poblada mayoritariamente por  azerbaiyanos.

De inmediato esta región entabló contactos y empezó a cooperar enérgicamente con la República soviética socialista de Azerbaiyán que entonces formaba parte de la URSS.


Ley de Préstamo y Arriendo y la Conferencia de Teherán

La ocupación de Irán permitió establecer un corredor de transporte seguro para los suministros en el marco de la Ley de Préstamo y Arriendo. Quiso el azar que la ruta del norte, a través del Atlántico Norte, se evoque con mayor frecuencia, porque allí cada kilogramo de cargamento costó mucha sangre tanto a los soviéticos como a nuestros aliados.

Pero el mayor porcentaje de los suministros se efectuó a través del Lejano Oriente, luego, a través de Irán (para organizar el corredor de transporte, EEUU e Inglaterra invirtieron cuantiosos recursos en la creación de una infraestructura necesaria en Irán). Y la tercera en importancia fue la ruta del norte con los puntos de destino en Murmansk y Arjánguelsk (al noroeste y norte de la URSS, correspondientemente). Y, por último, en diversos períodos de la guerra una pequeña parte del auxilio llegó a la URSS a través del Mar Negro e incluso a través del Ártico.

Sin la operación “Rostro” no se habría convocado la Conferencia de Teherán en 1943, la primera reunión de la Gran Troika –Stalin, Churchill y Rosevelt- durante la Segunda Guerra Mundial. Desde luego, si los aliados no hubieran ocupado Irán, la reunión se habría celebrado en algún otro sitio.

Conviene tener presente cuán difícil fue (por razones de seguridad) para la Troika consensuar el lugar de la reunión. Y por aquellas fechas el tiempo apremiaba. La URSS lo sentía con especial agudeza. De modo que Teherán vino muy al caso.

Justamente aquella conferencia permitió acordar las fechas exactas de la apertura del Segundo Frente y muchos otros asuntos de trascendencia histórica.


¿La Guerra Fría se inició en Irán?

Pueda que precisamente Irán fue el punto de referencia de la Guerra Fría. El inicio de esta confrontación se la suele atribuir al discurso que Winston Churchill pronunció en Fulton, estado de Missouri, pero es un punto de partida bien dudoso.

En todo caso, si nos referimos al Occidente, lo que le causó impacto no fue el discurso de Churchill sino una reacción muy rígida de Stalin. En Rusia lo mencionan muy raras veces.
En efecto, allí en Fulton, Churchill habló en un tono trágico, parecido al de Shakespeare, de la situación internacional, acusando al ex aliado de pretender al dominio mundial: “Una sombra cayó sobre el escenario, no hace tanto todavía iluminado por la victoria de los aliados”.

Ello no obstante, la frase “Una sombra cayó sobre el escenario” que cuajaba perfectamente con el estilo literario de Shakespeare, dio al público la impresión tan sólo de un sainete propagandístico. Sólo después el discurso de Fulton fue calificado de doctrina política y el primer ministro británico, promotor intelectual de la Guerra Fría.

La respuesta de Stalin fue más dura, más enérgica y de hecho eliminó toda posibilidad de continuar el diálogo.
En la entrevista al periódico “Pravda” Stalin calificó a Churchill y sus amigos de EEUU de incendiarios de una nueva guerra y comparó a los antiguos aliados con los nazis.
 En opinión de muchos analistas, la reacción tan enérgica de Stalin causó en el Occidente un impacto mucho más fuerte que los “escarceos político-literarios” de Churchill.

No obstante, a pesar de todo su peso político, ni siquiera Stalin y Churchill pudieron de una tajo crear en el mundo una situación conceptualmente nueva.
La transición hacia la Guerra Fría no ocurrió de la noche a la mañana, fue todo un proceso.  El antiguo sha iraní Mohammad Reza Pehlevi, por ejemplo, estaba convencido de que la Guerra Fría comenzó antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial. “La Guerra Fría de hecho se inició en Irán”, escribió el monarca en sus memorias.
Y en parte tiene razón.

Justamente en Irán, cuando la guerra ya tocaba a su fin, entre los aliados afloraron serias discrepancias, pues todos querían establecerse en esta región rica en petróleo. Durante todo el período de la permanencia de las tropas aliadas, en este país trabajaron geólogos soviéticos, así como especialistas de las compañías petroleras Shell (Gran Bretaña), Standard vacuum и Sinclair Oil (EEUU).

La crisis iraní de los años 1945–1946 mostró que los tiempos de postguerra podrían ser nada fáciles. Era evidente asimismo que sólo Washington y Londres sacarían partida de la retirada de las tropas soviéticas, británicas y estadounidenses de Irán. Los dirigentes iraníes de entonces se orientaban precisamente a la Gran Bretaña y EEUU.

Las presiones de los iraníes y los aliados sobre el Kremlin se incrementaban de día en día. Al fin y al cabo, para no agravar las relaciones con los aliados, Stalin tomó la decisión de retirar las tropas soviéticas.

La crisis fue arreglada, pero no a favor de Moscú. Tan pronto el último soldado soviético abandonó el territorio iraní, las autoridades de Teherán rompieron todos los acuerdos anteriores con Moscú: tanto el acceso de la URSS a los campos petrolíferos iraníes, como la concesión de autonomía a la región de Irán, poblada mayoritariamente por los azerbaiyanos.

Puede decirse que fue la primera derrota de la URSS en la Guerra Fría.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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