Londres y otras ciudades británicas pasaron la noche de miércoles a jueves con relativa tranquilidad tras varios días de violencia, informó hoy el corresponsal de RIA Novosti.
Policía reforzada patrulla las calles de Londres, Birmingham, Manchester, Liverpool, Bristol, Gloucester, Nottingham y otras ciudades británicas que anteriormente fueron sacudidas por violentos desórdenes, actos de vandalismo y saqueos.
Unos 16.000 policías vigilan el orden en Londres que vivió su segunda noche en calma, a excepción del distrito de Eltham, en el sureste de la capital, donde se registraron enfrentamientos ligeros entre los vecinos locales y las fuerzas de orden que no desembocaron en intensos disturbios.
Representantes de diversas comunidades ayudan a mantener el orden en Birmingham, reunidos para rendir homenaje a tres jóvenes, que murieron atropellados por un coche conducido por uno de los participantes de disturbios callejeros. Los muertos, británicos de origen paquistaní, dos hermanos de 20 y 31 años y su amigo de 21, salieron a la calle para defender sus barrios contra los atacantes.
El padre de una de las víctimas, Tariq Jahan, dirigió a los reunidos una alocución emocional para pedir reconciliación y paz.
“Hoy estamos aquí para pedir paciencia a los jóvenes y unidad a las comunidades. No es una cuestión de raza. Negros, asiáticos, blancos, todos vivimos juntos. ¿Y para qué nos matamos unos a otros? He perdido a mi hijo. Sigan la ofensiva si quieren perder a sus hijos, pero si no, tranquilícense y váyanse a sus casas”, dijo el hombre.
La policía ya arrestó a unas 800 personas en Londres y a 500 personas más en otras ciudades del país. A 250 de ellas se les presentaron las acusaciones por infracción del orden público, daño en propiedad ajena, robos y saqueos. Durante los disturbios 111 policías resultaron heridos.
En Manchester dos jóvenes que participaron en disturbios fueron condenados a 10 y 16 semanas de prisión, según la policía local, citada por BBC.
Los enfrentamientos con los policías comenzaron el sábado pasado en Tottenham, barrio de la periferia norte de Londres, donde un habitante de la ciudad pereció el 4 de agosto en tiroteo con unos policías que pretendieron registrar el auto en que viajaba. Poco después los desórdenes se extendieron a otras ciudades de Gran Bretaña.