Los mediadores para el arreglo en Oriente Próximo parecen sostener consultas no tanto para ayudar a los palestinos a crear su propio estado sino para convencer a los árabes a que renuncien emprender un conflicto nuevo contra los israelíes.
Con ese objetivo, algunos de los mediadores acuden a cualquier medio: prometen dinero o ejercen presión diplomática. La sesión del cuarteto de mediadores para Oriente Próximo, conformado por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, celebrada en Washington el pasado 11 de julio no fue una excepción.
Los posibles motivos para la agravación del conflicto
Para el próximo septiembre, en la sesión de la Asamblea General de la ONU los palestinos tienen previsto presentar una solicitud sobre el reconocimiento de la independencia de su estado y su inclusión en esa organización internacional en calidad de miembro de pleno derecho y no como observador, como sigue siendo hasta ahora.
De lograrlo, Palestina puede convertirse en el país miembro de la ONU número 194, después de Sudan del Sur que adquirió independencia el pasado 9 de julio.
Pero esta variante tiene al menos dos factores que pueden agravar la situación en Oriente Próximo. Primero es que el estado de Palestina existiría sólo en los documentos, pero no estaría creado de facto ya que continuaría siendo una autonomía dentro de Israel.
Para crear un estado real, antes que todo hay que delimitar sus fronteras con los israelíes, así como acordar con ellos muchos otros aspectos. Pero Israel no está dispuesto a ceder y puede reaccionar de manera muy categórica. Y en esto consiste el segundo factor de riesgo.
Teniendo en cuenta que ya se sabe que al menos 116 miembros de la ONU están dispuestos a apoyar a los palestinos este otoño, se puede suponer que tras la sesión de septiembre el conflicto puede agudizarse.
Los dos enfoques con respecto a la ayuda
Hay una vaga esperanza de que los palestinos renuncien a sus planes. Por ejemplo, si Israel acepta reanudar negociaciones de la paz y pacta con algunos compromisos. Los mediadores intentan convencer a las dos partes de que esta posibilidad es imprescindible.
Ya está claro que Rusia confía en sus buenas relaciones con ambas partes del conflicto, y sobre todo en los contactos con Palestina que se activaron últimamente. Diferentes delegaciones de altos funcionarios del partido oficial, incluidos los que se consideran terroristas en Occidente, sostuvieron consultas con representantes rusos en Moscú.
A finales de mayo representantes del movimiento Hamas, junto con otros políticos, y posteriormente, otra delegación palestina encabezada por uno de los líderes del movimiento oficial Fatah, Nabil Shaath, quien sostuvo negociaciones con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov.
La habilidad diplomática es la única ventaja que aplica últimamente Moscú en Oriente Próximo, por no tener otras palancas de presión sobre las partes en conflicto. Al mismo tiempo, Francia ostenta otras capacidades: el ministro de Asuntos Exteriores galo, Alain Juppé, acaba de declarar que París está dispuesto a acoger la conferencia internacional de donantes listos para prestar ayuda económica a Palestina.
No está claro cómo está relacionada esta idea suya con su iniciativa de celebrar en París en julio una conferencia para la búsqueda de vías políticas del arreglo del conflicto. Sin embargo, el que propusiera abrir una discusión acerca de la ayuda financiera ahora mismo para celebrar el evento en la primera mitad de septiembre, o sea antes de la sesión de la Asamblea General, es un hecho muy elocuente.
La falta de lealtad y apoyo por parte de los hermanos árabes
Esta propuesta de Francia parece un intento de sobornar a los líderes palestinos que tanto carecen de recursos ahora cuando el presupuesto de la Autonomía depende totalmente de la ayuda de caridad y se está acercando a un estado deplorable.
Es decir, la propuesta es tan transparente que diría incluso que es demasiado plana: a la cúpula dirigente palestina se le ofrece renunciar a sus planes de someter la solicitud ante la ONU a cambio de grandes partidas de dinero. Mientras tanto, la comunidad internacional promete intentar persuadir a Israel de reanudar las negociaciones para una resolución tranquila y paulatina del problema.
El monto que logren obtener en la conferencia los donantes será el pago que se les ofrecerá a los palestinos por negarse a pedir la membresía dentro de la ONU. A juzgar por la práctica (y es que presencié eventos semejantes en varias ocasiones) se tratará de unos dos o tres mil millones de euros, como mínimo.
Hay que notar que los países europeos siempre han sido más generosos en este sentido que Rusia. Hoy, a diferencia de la época soviética, Rusia no puede permitirse el lujo de ofrecer mucho dinero, ni de amenazar con su armamento. Las partidas que los europeos y estadounidenses asignan anualmente a la administración palestina ascienden a muchos centenares de millones de dólares y euros. Sólo para pagar salarios a los funcionarios de la Autonomía se gasta alrededor de mil millones de dólares de donaciones.
Pero resulta que muchos estados árabes que apoyan a los palestinos en palabras, intentan evadir sus compromisos de asignarles dinero.
Lo he oído más de una vez de los líderes palestinos. Así, antes de dejar Moscú, Nabil Shaath me dijo que conoce este problema muy bien como ex ministro de Cooperación Internacional del Gobierno palestino: “Algunos estados que nos habían prometido cooperación y ayuda no cumplen sus compromisos. Me da pena constatar que, en su mayoría, sean nuestros hermanos de países árabes”. Según él, de 500 millones de dólares, prometidos hace unos años por más de 20 miembros de la Liga de los Estados Árabes, lograron obtener sólo 37 o 38 millones de dólares.
Si los israelíes se niegan a transferir a la Autonomía los fondos recaudados en el territorio de Israel como impuestos y aranceles aduaneros, la situación se agravará aún más. Es que el comercio exterior palestino se realiza a través de los israelíes que no creen obstáculos fuera de las situaciones de crisis. Sin embargo, si en septiembre la situación se agrava, pueden surgir algunos problemas técnicas con la transferencia del dinero, y entonces los líderes palestinos tendrán que elegir entre dinero, la membresía en la ONU y la guerra.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO CONCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI