La investigación del atentado en el metro de la capital de Bielorrusia avanza a ritmos nunca vistos. La explosión en la estación de metro "Oktiábrskaia" en Minsk se produjo el pasado 11 de abril y el pasado 13 de abril, el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, declaró que el atentado ya había sido descubierto.
El mandatario bielorruso elogió a las fuerzas de seguridad del país.
“En tan sólo 24 horas, dijo el presidente bielorruso, las fuerzas de seguridad han llevado a cabo una operación para capturar a los ejecutores del atentado sin causar víctimas. Los analistas, expertos, especialistas de instrucción han reconstruido la cronología del crimen al procesar un montón de materiales de audio y vídeo, y lo que me agrada más que todo, han establecido quiénes son los responsables. Y luego, emprendieron e ha iniciado una fase activa de la operación para su detención”, dijo Lukashenko.
La eficacia de los agentes secretos bielorrusos no tiene precedentes. Y aún más sorprende que hayan logrado éxito en tan corto tiempo a pesar de que por primera vez investigaron un atentado terrorista de dimensiones tan grandes y en raros casos se enfrentaron con el terrorismo en general, es decir no podía tener mucha experiencia en este tipo de crímenes.
En los países con regímenes autoritarios donde todos los sectores están bajo el control del Estado y los servicios de seguridad no se ven obligados a cumplir las formalidades democráticas, los especialistas de instrucción consiguen resultados de manera rápida y su trabajo es de alto rendimiento.
Por otro lado, la confianza por el resultado del trabajo realizado por los servicios de seguridad es demasiado bajo porque son muchas las sospechas de que sus funcionarios pueden tomar decisiones ajustadas a los resultados necesarios y sencillamente designar a los culpables de antemano.
Si analizamos con atención las declaraciones de Lukashenko, podemos observar que el presidente bielorruso se apresuró a presentar lo deseado como lo real.
Por ejemplo, Lukashenko dijo que “los detenidos no sólo confesaron la autoría de la explosión en el Metro sino que también cargan en su conciencia con el atentado terrorista perpetrado el Día de la Independencia, 3 de julio, en Minsk, y otro más, que se produjo (anteriormente) en Vítebsk”.
El Fiscal General adjunto de Bielorrusia, Andrei Shved, utilizó expresiones más mesuradas: “Las autoridades bielorrusas también investigan la posible vinculación de los detenidos con las explosiones ocurridas en Vítebsk en 2005 y en Minsk, en 2008. Esta información fue presentada por los propios sospechosos”.
Tras los anunciados acontecimientos en Vítebsk en 2005 y en Minsk, en 2008 en Bielorrusia se llevaron a cabo las investigaciones y se encontraron a los responsables. En ambos casos, se trataba de pirómanos individuales con trastornos psicológicos. Además, en aquella época los propios actos no fueron calificados como atentados terroristas sino como gamberrismo.
Y ahora ¿resulta que en la tranquila Bielorrusia opera una organización terrorista durante hace más de seis años?
“Es increíble pero todos esos canallas que cometieron el crimen en realidad trabajaron en colectividades concretas, algunos de torneros, otros, de electricista", declaró el propio Lukashenko.
Menos categórico, Shved afirmo, “uno de los dos detenidos supuestamente vinculados con el atentado terrorista perpetrado en el metro de Minsk puede ser el ejecutor de la masacre”, informó el Fiscal General adjunto de Bielorrusia.
No es importante quién sea el ejecutor, electricista o tornero. La detención de los ejecutores es necesaria pero no es sificiente porque no quiere decir que el atentado está descubierto. Y el presidente bielorruso lo entiende perfectamente.
“Hoy en día, estamos buscando a los cómplices y los que ordenaron el ataque”, dijo Lukashenko. “Sabemos cómo y por quién fue cometido el atentado. De momento se desconoce qué objetivo perseguían pero “pronto se sabrá”, aseguró Lukashenko.
En otras palabes, los servicios de seguridad y las fuerzas del orden bielorrusas pudieron reconstruir el atentado y detuvieron a dos personas sospechosas de organizar el ataque terrorista. Según Lukashenko y Shved, los detenidos se confesaron culpables.
Pero no está claro quién es el real autor del atentado perpetrado por el “el tornero y el electricista" extraños y qué objetivos persegían estos trabajadores de “colectividades concretas” (si ellos de hecho son los ejecutores).
Es decir, la investigación del atentado apenas comienza. Todavía quedan muchos interrogantes. Antes de que Lukashenko pronunciara su discurso, el jefe del Comité de Seguridad del Estado (KGB) de Bielorrusia, Vadim Záitsev, declaró que existían tres versiones sobre el atentado con bomba perpetrado en el metro de Minsk, la desestabilización del país, la venganza de organizaciones extremistas y acto de un enfermo mental.
La declaración del presidente bielorruso excluyó la tercera posibilidad. La primera versión, sobre la desestabilización del país, es evidente y puede atribuirse a todos los atentados.
En cuanto a la venganza de organizaciones extremistas, varios activistas opositores al gobierno de Bielorrusia han divulgado la cuarta versión que el atentado puede servir para reforzar el poder del propio presidente bielorruso y recrudecer las represiones contra la oposición.
Esta versión parece extraña, porque Lukashenko ya desde hace mucho hace la vista gorda ante la opinión pública y reprime a los opositores sin los excesos adicionales.
Inmediatamente tras este atentado, el presidente de Bielorrusia amenazó a todos los descontentos con el régimen en el país.
El mandatario bielorruso exigió interrogar a políticos opositores, a quienes calificó de “quinta columna”, “por si abren sus cartas e indican al autor intelectual” del atentado. Dijo que es necesario “citar e interrogar a todos, sin reparar en democracia alguna ni en alaridos y aullidos de mártires foráneos”.
No caben dudas que el grupo de investigación del atentado podrá “citar e interrogar a todos”. Esperemos que los resultados concretos no sean falsificados.
Sea lo que sea, vivimos en la época de información. Cada uno puede sacar fotos o grabar vídeos en cualquier lugar con el uso de su teléfono móvil y colocarlos después en Internet.
Está claro que de este mismo modo es posible divulgar la desinformación o rumores sobre cuatro explosiones o decenas de muertos que el gobierno bielorruso presuntamente disimula. Pero en este caso, las fuerzas de seguridad pueden presentar argumentos de peso.
Al fin y al cabo, según las leyes de Bielorrusia, los que divulgan la desinformación pueden ser sentenciados a 5 años de cárcel. Y todos estos rumores no deben impedir a la investigación principal.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI