La corrupción en Rusia es una tradición secular

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A juzgar por las enmiendas anunciadas a la legislación, la lucha contra la corrupción será uno de los principales objetivos en Rusia durante 2011.

A juzgar por las enmiendas anunciadas a la legislación, la lucha contra la corrupción será uno de los principales objetivos en Rusia durante 2011.

Sin embargo, los métodos tradicionales que se suelen aplicar para combatir este problema no dan los resultados esperados en nuestro país.

A pesar de todos los esfuerzos por parte del gobierno, la necesidad de pagar sobornos persigue al ruso de a pie en todos los aspectos de su vida, desde la guardería infantil hasta la funeraria.

A principios del pasado mes de diciembre el jefe de la administración de la presidencia de Rusia, Serguei Naryshkin, anunció una serie de enmiendas a la legislación anti-corrupción, que prevé la introducción de un artículo penal especial para los involucrados en ofrecer y pedir sobornos.

Antes, el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, propuso que las multas para castigar los sobornos dependiera de su cuantía, y la multa máxima fuera 100 veces superior al momto del soborno.

De acuerdo a estadísticas de la Fiscalía General, durante los primeros nueve meses del año 2010 fueron detectadas casi 180.000 infracciones de la legislación anti-corrupción; en 2009, este índice superó las 260.000 infracciones y en 2008, fueron 200.000.

Los sectores que generan más corrupción son las licitaciones públicas, la obtención de licencias y la realización de los programas federales. También figuran en la lista el uso indebido de los fondos públicos y de la propiedad estatal y municipal.

Las medidas estándar son inútiles

¿Por qué las diferentes medidas encaminadas a combatir la corrupción no tienen ningún efecto en Rusia?

Por ejemplo, los funcionarios públicos, diputados y sus familiares fuero obligados a presentar declaraciones de la renta y patrimonio.

Como resultado, la mayor parte de los funcionarios declarantes demostraron ingresos mínimos que no superaban el sueldo oficial; sin embargo, sus familiares declararon a su nombre una cantidad notable de propiedades y renta.

Las más afortunadas resultaron las esposas de los diputados con ingresos muy superiores a los de sus maridos.

Tampoco se consiguió controlar la correlación de los ingresos y los gastos de los ministros y los parlamentarios, así que sigue habiendo más preguntas que respuestas y  todo parece indicar que la declaración de la renta como medida de la lucha contra la corrupción en Rusia fracasó.

La noción del “conflicto de los intereses” no se suele usar en Rusia, lo que incentiva la corrupción. La firma por el país de diferentes convenios tampoco ha permitido reducir el número de los casos de soborno. Por ejemplo, Rusia ratificó por ejemplo la Convención de la ONU contra la Corrupción, pero eliminado el artículo 20 relacionado con el “enriquecimiento ilícito”. Sin embargo, este artículo debería ser aplicado en primer lugar en Rusia, opina la directora de la rama rusa del organismo Transparencia Internacional, Elena Panfílova.

La Convención del Consejo Europeo que establece penas de prisión por los delitos de corrupción también fue ratificada por nuestro país. La observación de dichas normas permite con mayor o menor grado de eficiencia combatir la corrupción en la mayoría de los países del mundo, pero no en Rusia.

La corrupción en Rusia tiene una historia especial

Lo que ocurre es que todas las medidas mencionadas, así como los códigos de conducta corporativa y castigos de distintos grados de severidad son eficaces únicamente contra la corrupción clásica, opina Panfílova, es decir, cuando el funcionario  abusa de su cargo con fines de lucro personal.

“La corrupción en Rusia no tiene nada que ver con el fenómeno clásico –continúa esta experta-. De acuerdo con las estimaciones de Transparencia Internacional, los delitos de corrupción “clásicos” no superan en el 20% del país.

En los últimos 20 años, el fenómeno de la corrupción ha degenerado en Rusia hasta convertirse en “corrupción por vía de extorsión”.

Es decir, no es el ciudadano o el empresario el que soborna al funcionario, sino que es el propio funcionario el que exige al ciudadano o al empresario lo que le plazca, explica Panfílova, no importa que sea dinero o una participación en el negocio.

Por lo tanto, los métodos estándar resultan ineficaces a la hora de luchar contra este tipo de corrupción.

La situación se agrava por el hecho de que los funcionarios parecen ignorar lo importante que es la reputación de las personas públicas, añade Kiril Kabánov, presidente del Comité Nacional Anti-corrupción.

No existe una receta ideal

En opinión de los expertos, se puede combatir “la corrupción por vía de la extorsión” sólo, si se empeña en ello toda la sociedad, todos sus miembros y no activistas dispersos de organizaciones no gubernamentales.

“Hasta que no aparezca en la sociedad un agudo sentimiento de lo que es justo y lo que no lo es, la situación difícilmente cambiará”, considera Kabánov.

El estado actual de las cosas es fruto del consentimiento de la sociedad y es un buen indicador de su actitud más bien infantil. Además, la actitud tolerante hacia la corrupción en el país cuadra con el concepto de un cierto camino especial del desarrollo de Rusia.

Otra condición indispensable de una exitosa lucha contra la corrupción es el interés por parte de la élite rusa.

Una competencia real en la vida política (elecciones incluidas), en la economía y en los medios de comunicación constituiría un paso muy importante en la lucha contra la corrupción, asegura Panfílova.

Unas penas más severas contra los delitos de corrupción no cambiarán la situación, porque aquellos responsables de combatir este mal tienen una idea especial sobre cuáles son los objetivos de esta lucha.

“El 80% de los castigados por los sobornos son los automovilistas, señala Kiril Kabánov, y, de acuerdo con las estadísticas de la Fiscalía General, las personas más corruptas en nuestro país no son los funcionarios, sino los médicos, los maestros y los policías, lo cual no corresponde para nada con la realidad”.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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