La juventud de Rusia transforma su energía en agresividad al no encontrar el estímulo necesario en el estudio, manifestó el ministro de Educación y Ciencia de Rusia, Andrei Fúrsenko, el pasado 27 de diciembre.
El titular habló en la sesión del Consejo de Estado dedicada a los problemas de la demografía y las relaciones étnicas.
Los alumnos de los colegios no muestran demasiado interés por los estudios, mientras que las posibilidades de ocio juvenil en el país son escasas. Esta tesis se ha formulado en más de una ocasión en las sesiones del Consejo.
De hecho, la sesión del Consejo se convocó para buscar explicaciones a los desórdenes protagonizados por hinchas de fútbol y nacionalistas ocurridos en la plaza Manezhnaya de Moscú a mediados de diciembre.
“La juventud no sabe cómo gastar sus energías y tampoco cómo comportarse, por eso todo acaba en disturbios”, indicó Fúrsenko.
El ministro considera que son los maestros los que, en gran medida, deberían asumir la responsabilidad por la falta de motivación de sus alumnos. Pero ¿es sólo la culpa de los profesores?
El mismo Fúrsenko reconoció que el sistema para evaluar la instrucción impartida en los colegios está orientado exclusivamente a “rendir exámenes… y no a obtener conocimientos día a día”.
Parece que para muchos jóvenes, el colegio no es otra cosa que un camino hacia los exámenes de selectividad y la posibilidad de ingresar en la Universidad. Al margen de estos objetivos, se pueden descartar el resto de conocimientos supuestamente inútiles, y con esta actitud como bandera, no es sorprendente que la motivación de los estudiantes sea tan baja.
Con esta falta de interés por los estudios, a los jóvenes les cuesta autoafirmarse, sus intereses no encuentran salida en el deficiente sistema de ocio.
Pero el director del Centro de sociología de la educación, la ciencia y la cultura (Academia de Ciencias de Rusia), David Konstantinovski considera que las tendencias destructivas de los jóvenes se debe más que todo a la situación económica del país, incapaz de motivarles plenamente para que estudien.
Los jóvenes necesitan saber que, al terminar el colegio, encontrarán su lugar en el sistema económico -explica Konstantinovski-, necesitan estar seguros de que tendrán contratos en fábricas, empresas y entidades, de que habrá un lugar para ellos en la sociedad”.
Ahora, muchos adolescentes no vislumbran perspectivas ni siquiera a corto plazo, dudando, por ejemplo, de sus posibilidades de ingresar en una buena universidad y se sienten “marginados” por la vida. Esta idea precisamente se escuchó en las consignas de los participantes del mitin en la plaza Manezhnaya.
“La juventud necesita perspectivas bien definidas, unos objetivos en la vida y unos héroes positivos. Tanto el Ministerio de Educación, como los medios de comunicación y los padres deben esforzarse para conseguirlo.
Entre tanto, la televisión sólo muestra películas sobre el crimen organizado. ¿Alguién ha visto en el cine algún héroe que sea un brillante médico o ingeniero?”, preguntó Konstantinovski.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, encomendó al Gobierno “evaluar la calidad de la programación y de los métodos de la educación cívica de los alumnos de los colegios y los estudiantes universitarios y presentar propuestas para su mejora”.
La educación cívica es realmente necesaria, señala Konstantinovski. Pero no debe reducirse a visitas protocolarias a los monumentos a los héroes caídos y a los veteranos de diferentes guerras. Tan sólo una actitud informal hacia el problema podría conmover a los jóvenes y, por tanto, las clases de patriotismo deben tener un caracter personal.
Merece la pena tener en cuenta que hoy en día, las redes sociales no sólo rivalizan con la familia y los pedagogos en la educación de la joven generación, sino que a menudo se convierten en el referente de los jóvenes.
En un principio, este recurso es capaz tanto de avivar el fuego del odio, como de canalizar la energía de los jóvenes en algo constructivo. “Si en nuestra vida aparecen aspectos positivos, no tardarán en llegar a las redes sociales y serán objeto de discusión”, cree el experto.
Sólo de esta manera y no con unas inyecciones artificiales de información se pueden sembrar las semillas del patriotismo en las redes sociales, creen muchos especialistas.
Y, finalmente, es necesario investigar a fondo los problemas e intereses juveniles, resume Konstantinovski, ya que los escuetos sondeos de la opinión pública no parecen aclarar en absoluto la situación. Es necesario darles la palabra a los propios jóvenes para que hablen de sus prioridades éticas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI