La austera belleza de la misteriosa Islandia

Géiseres, volcanes, lagos y ríos con agua cristalina dan un toque sin igual al paisaje de Islandia atrayendo a turistas de distintos rincones del mundo.

Islandia, oficialmente, la República de Islandia, es un país isleño localizado en el extremo noroeste de Europa, en el océano Atlántico.

El topónimo Islandia significa “país de hielos”.

La capital del país Reykjavik cuenta con un total de 180 mil habitantes. Precisamente en Reykjavik se sitúa la residencia del gobierno y parlamento del país, su centro cultural y de negocios.

La actual capital se encuentra en la zona donde en el año 874, el primer colono nórdico conocido, Ingólfur Arnarson, construyó una granja. En Reykjavik no hay industria y calientes aguas termales proveen calefacción a las casas.

Por cierto, Reykjavik es la capital más norte del mundo. El glaciar más grande de Europa también se sitúa en Islandia y es Vatnajökull.

Los islandeses cuidan celosamente la bella naturaleza de su país y hasta los propietarios de industrias se esfuerzan por no contaminar lagos y ríos.

Las regiones internas de la isla son una meseta casi despoblada donde reina un silencio absoluto.

Muchos isleños se dedican a la agricultura.

La naturaleza de Islandia, sus verdes valles y ríos de aguas cristalinas, hacen posible la obtención de productos ecológicos.

Los volcanes son uno de los principales atractivos de Islandia. El país cuenta con el mayor número de cráteres por kilómetro cuadrado en el mundo, lo que se traduce en una alta actividad geológica, causa de sismos y erupciones en el país.

Según una de las teorías sobre el origen de la población actual de Islandia, sus primeros habitantes llegaron a la isla en el siglo VIII, y eran monjes ermitaños de Irlanda o Escocia, aunque no existen descubrimientos arqueológicos que apoyen esta hipótesis. Se presume que los monjes dejaron la isla cuando llegaron los escandinavos, quienes se asentaron sistemáticamente entre los años 870 a 930.