Un día en la vida de un campamento de gitanos en Rusia

Entre las provincias de Moscú y de Tver, en una de las localidades reside un aduar gitano, de etnia kalderash, que fue trasladado hacia aquí desde las afueras de Moscú en vísperas de la Olimpiada de 1980.

Los kalderash son conocidos en Rusia por su vestimenta de colores vivos, sus adornos de oro, su amor a la música y al baile, así como por matrimonios tempranos y el bajo nivel de educación.

Tras tres o cuatro años de estudios sus niños abandonan la escuela y contraen matrimonios. La joven de 13 años Riga demuestra una foto de su boda. Los hombres gitanos se visten con más modestia, incluso el día de su propia boda.

Es el esposo de Riga, Renat, de 11 años, nieto de un barón gitano. La pareja todavía no tiene hijos.

La vida en esa localidad es bastante monótona, y la única diversión de los gitanos kalderash son las bodas, afortunadamente son muy frecuentes aquí. Ésta es la boda de Dima Rudol (en el centro de la foto), de 14 años, y la novia es su coetánea. Así que es un matrimonio tardío, los padres tenían miedo de que nunca dieran en matrimonio a su hija.

A las mujeres gitanas les encanta engalanarse, o sea, ponerse la mayor cantidad posible de adornos de oro.

El joven Stas Frinkasko, con su madre y su esposa. Terminó cuatro años de estudios, pero todavía no trabaja.

Los kalderash suelen tener muchos hijos. Así, un centenar de familias que viven aquí tienen un total de 350 o 400 hijos.

Las mujeres kalderash visten sus trajes tradicionales, cubren la cabeza con un pañuelo, se ponen una falda larga, eviten el negro que se considera color de luto.

Los barones o jefes gitanos son poco destacados, ningún extraño puede adivina si es el miembro más influyente de la comunidad o simplemente uno del montón.

La esposa del barón ya adivina la suerte, se queja de que la gente ha dejado de creer en las predicciones. Además que ya “no puede más con engañar”. Actualmente alimenta a sus 45 nietos y bisnietos con su pensión de 4.800 rublos (casi 158 dólares).

Los gitanos calientan sus casas con leña, al igual que los rusos que viven en el campo y no tienen electricidad. La misma leña sirve de juguete para los pequeños.