Moscú, 16 de abril, RIA Novosti. El diario Vedomosti se pregunta en su editorial de hoy para qué Rusia se empeña en volver a Latinoamérica.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, declaró durante su estancia en Buenos Aires que Moscú procura recuperar la influencia perdida en Latinoamérica y le "importa un bledo", si eso disgusta a alguien. Da la impresión de que no hay otra región más entrañable para los dirigentes rusos últimamente, señala el periódico.
Además de Argentina, Medvédev ya visitó Cuba, Venezuela, Perú y Brasil en menos de dos años de su mandato. Su antecesor en el Kremlin, el actual primer ministro de Rusia Vladímir Putin, estuvo más de una vez en Venezuela. El subjefe del Gabinete ruso, Ígor Sechin, quien supervisa el sector energético, realizó nada menos que siete viajes a América Latina en 2007. En 2009, pasó por Cuba, Nicaragua y, desde luego, Venezuela, cuyo territorio pisa con más frecuencia que Siberia Oriental, a pesar de que en esta zona de Rusia permanecen ingentes reservas de hidrocarburos sin explotar.
Incluso el jerarca de la Iglesia Ortodoxa, Kiril, antes de su entronización como Patriarca de Moscú y toda Rusia, visitó Cuba y Venezuela, mantuvo conversaciones cálidas con Fidel Castro y Hugo Chávez y entregó condecoraciones eclesiásticas al uno y al otro.
¿Qué es lo que buscan los dirigentes rusos en ese continente remoto? A Rusia le corresponde apenas el uno por ciento en el comercio exterior de Latinoamérica, y menos todavía en el volumen de las inversiones foráneas en la región. Sin embargo, Moscú proclama "socios estratégicos" a Venezuela, cuyas exportaciones a Rusia no rebasaron 12,5 millones de dólares en 2007; a Ecuador, que representa menos del 0,1% en el intercambio comercial de Rusia; y a Nicaragua, a pesar de que el comercio bilateral no supera 18 millones de dólares anuales. El intercambio con Argentina, aunque alcanza 1.360 millones de dólares, está conformado al 90% por alimentos que Rusia importa desde la nación sudamericana.
El interés de Rusia hacia Latinoamérica es esencialmente político. En tiempos de la URSS, América Latina fue uno de los principales escenarios de la Guerra Fría entre Moscú y Washington pero el colapso del modelo socialista redujo prácticamente a cero la relación entre Rusia y las naciones latinoamericanas. El giro a la izquierda que se observa últimamente en muchos países de Latinoamérica y el debilitamiento de la influencia estadounidense permite a Moscú afianzarse en el mercado local del material bélico y, de paso, reforzar su propia influencia bajo la consigna de un mundo multipolar, como contrapeso a EEUU.
Rusia ha conseguido ya cierto avance en esta materia. En 2009, exportó a Latinoamérica armamento por valor de 5,4 mil millones de dólares, desbancando a EEUU, según los datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. También sacó adelante la cooperación en el Grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) cuya segunda cumbre acaba de celebrarse en la capital brasileña.
Más cuestionable parece la cooperación económica. Numerosas empresas del sector ruso del petróleo y el gas, gracias a los esfuerzos de Sechin, se dirigieron últimamente a Latinoamérica. Las malas lenguas dicen que no todas lo hicieron a título voluntario. Los riesgos políticos en Venezuela, Bolivia y Colombia son tan elevados que las grandes multinacionales optaron por retirarse de estos mercados donde se producen periódicas nacionalizaciones de empresas.
Aun así, Rusia ya se implicó en numerosos proyectos conjuntos. Solamente en Venezuela promueve 46 obras de producción del petróleo, gas, oro y aluminio. Aparte de esos proyectos, las compañías rusas Rosneft, Lukoil y Gazprom debaten la posible construcción de un gran gasoducto latinoamericano evaluado en 20 mil millones de dólares, casi el triple que Nord Stream, la tubería que conectará a Rusia con Alemania a través del mar Báltico. América Latina posee colosales reservas de hidrocarburos, y aunque se trata de una región más apartada que Siberia Oriental, las condiciones de extracción allí son más fáciles.
El periódico recuerda que muy pocos proyectos llegaron a la fase de explotación hasta la fecha y sugiere aprovechar esa pausa para responder otra vez a una serie de preguntas. ¿Para qué Rusia vuelve a Latinoamérica? ¿Es una estrategia o un juego táctico? Si el único propósito es desfilar con la cabeza erguida al sur de la frontera estadounidense ¿justifica ello el gasto de miles de millones de dólares?
Rusia y Argentina. Las relaciones bilaterales. Infografía
Nuevos acuerdos firmados entre Rusia y Venezuela. Infografía