Moscú, 25 de enero, RIA Novosti. La toxina botulínica, un poderoso veneno popularmente conocido bajo el nombre comercial de Botox, puede ser utilizada por terroristas para perpetrar atentados, advirtieron expertos en seguridad biológica estadounidenses.
Según el diario The Washington Post, EEUU, la Unión Soviética e Iraq estudiaron usar la toxina botulínica para fabricar armas de destrucción masiva pero desistieron de estos planes. Más tarde, la secta japonesa de Aum Shinrikyo, responsable de ataques terroristas en el metro de Tokio en 1995, obtuvo el veneno pero no logró transformarlo en aerosol.
El año pasado, científicos estadounidenses demostraron que un licenciado en biología, con ayuda de instrumentos por un costo que no pasan de los 2.000 dólares, se puede obtener un gramo de toxina botulínica pura, suficiente para acabar con la vida de miles de personas.
En el mundo existen ocho empresas autorizadas para fabricar el Botox. No obstante, existen numerosas fábricas clandestinas que se dedican a producir esta sustancia muy demandada por la industria de la cosmetología. Estas empresas comercializan su producto a través de Internet y están dispuestas a ofrecérselo a cualquiera que pueda pagar.
En declaraciones al rotativo estadounidense, la ex funcionaria rusa, experta en armas biológicas Marina Vóronova, relató que en 2006 un tal Rajmán recorrió varios centros de belleza de San Petersburgo ofreciendo un Botox muy barato fabricado, según él, en Chechenia.
El individuo desapareció al descubrir que la policía mostró interés en su persona y producto. En cuanto a la supuesta fábrica, no ha sido localizada hasta ahora, y su búsqueda, aparte de Chechenia, abarca toda la Europa del Este, Oriente Próximo y Asia.
Aunque en EEUU no se han descubierto laboratorios clandestinos, varios médicos ya han sido imputados por delitos relacionados con el empleo del Botox falsificado, con resultados letales en algunos casos.
El hecho de que uno los artículos de consumo más demandados sea un veneno mortal supone un nivel de riesgo sin precedentes, resumen los expertos norteamericanos.
La toxina botulínica es una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum. Desde hace años se emplea por la medicina estética en tratamientos antiarrugas por su efecto rejuvenecedor.