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LOS NUEVOS ENFOQUES DE LA POLÍTICA EXTERIOR RUSA

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Oscar Villar Barroso

Licenciado en Historia y Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales por la Universidad de La Habana. Es profesor de Historia y Ciencias Sociales en la Universidad de las Ciencias Informáticas de La Habana y colaborador del CEAO. Investiga temas vinculados con la URSS, Rusia y el Espacio Postsoviético, sobre todo relacionados con Asia Central. Miembro del CEID, Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, Argentina.

 

Los nuevos enfoques de la Política exterior rusa. Su impacto en el espacio postsoviético de Asia Central y el Lejano Oriente 

Resumen

El presente trabajo parte del análisis de los elementos históricos más significativos de la política exterior ruso-soviética, sus particularidades en la actualidad y los mecanismos más evidentes de su proyección futura, vinculados todos estos con el espacio postsoviético, que es considerado por la dirección rusa como el "extranjero cercano".

Haremos énfasis sobre todo, en su relación con los estados caucásicos y centroasiáticos por ser el escenario sobre el cual versará el XX SEI. En ese sentido se abordarán disímiles aspectos históricos, políticos, económicos, sociales y culturales por estar todos estrechamente articulados en torno a un sistema de relaciones que se extienden por más de 150 años.

 

Introducción

 

Desde los tiempos del Zar Iván el Terrible, el Estado ruso se consideró a si mismo continuador del Imperio Romano autodenominándose "La Tercera Roma", en ello ha residido la esencia de su política exterior, que desde entonces estuvo orientada a la expansión y conquista del oriente lo que se consumó en toda su extensión, en la segunda mitad del siglo XIX con la ocupación de Asia Central y la consolidación de la conquista del lejano Oriente.

Muchos expertos coinciden que tanto la vocación de 3er Imperio Romano, así como la orientación al este, han constituido la única fórmula geopolítica genuinamente rusa y la que hasta ahora les ha reportado los mejores dividendos.

Eso se expresa en la historia de sus conquistas y avances en Asia. La toma de Kazán, capital del Estado tártaro de la Horda de Oro en 1552, le abrió la puerta a Rusia de nuevos e inmensos territorios en dos vertientes: Siberia-Lejano Oriente y Asia Central, espacios por los que se expandieron sistemáticamente durante más de tres siglos.

 

La consolidación de la dominación rusa en el este.

 

Entre 1865 y 1895 el Imperio Ruso fue consolidando su posesión de los territorios conquistados, unos en enfrentamiento directo con destacamentos armados locales y otros mediante sumisión voluntaria de los déspotas locales que buscaban el apoyo y la protección de las autoridades imperiales rusas.

A esto siguió un proceso paulatino de colonización. Rusia consideraba a los pueblos conquistados inferiores a sus propios súbditos no tanto en lo étnico como en lo religioso y lo cultural por lo que de inmediato se dio a la tarea de imponer su lengua, su cultura y hasta su religión, en esto último fue donde obtuvieron los peores dividendos.

La Iglesia Ortodoxa Rusa, congregación cristiana de culto bizantino, que se tenía por heredera directa de la gloria de Bizancio, chocó sin embargo con el apego a las formas religiosas imperantes en la región, sobre todo en Asia Central, donde junto al Islam, y en sincretismo con este, se mantenían otras manifestaciones de tipo chamanista y animista que no pudieron ser barridas por la religión de los ocupantes [1].

En el aspecto lingüístico y cultural Rusia tuvo mayor éxito, esto lo consiguió imponiendo su lengua a todos los habitantes, que obligados por la necesidad de comunicarse y ser aceptados tuvieron que aprender a hablar ruso, junto al idioma se fueron imponiendo costumbres y otras formas culturales que con el paso de los años y las sucesivas generaciones terminaron por integrarse no pocos elementos de origen ruso y eslavo a las costumbres locales y en algunos aspectos, viceversa.

Para conseguir esto Rusia trasladó hacia Siberia, el Lejano Oriente y Asia Central una cantidad considerable de familias y personas de la etnia rusa que se fueron asentando en los nuevos territorios. Para ello tenían una gran cantera, los campesinos emancipados en 1861 a los que se les prometía la entrega de parcelas propias siempre y cuando fuese en las nuevas colonias.

En Asia Central se les llegó a entregar las mejores tierras, lo que se incluía semilla, aperos de labranza y hasta animales y se hacía en detrimento de las poblaciones autóctonas. En Siberia y el Lejano Oriente los pobladores originarios o fueron expulsados de sus tierras ancestrales o simplemente se retiraron empujados a lugares más inhóspitos.

Esa era la situación imperante al triunfo de la Gran Revolución de Octubre de 1917, cuando la autocracia y la oligarquía rusa fueron derrotados y expulsados del poder por los bolcheviques liderados por Lenin.

Hasta este momento el racismo y la hegemonía cultural y nacional de los rusos en relación a los pueblos conquistados y asimilados había sido lo prevaleciente en las relaciones del zarismo con las entidades, autoridades y poblaciones de estos escenarios. No es ocioso señalar que su conducta imperialista estaba en plena correspondencia con las características de los procesos similares que europeos y norteamericanos practicaban en sus guerras de conquista por África, Asia y América Latina.

 

La Revolución de Octubre, la URSS y las Relaciones Internacionales.

 

El primer documento adoptado por el joven poder soviético fue el Decreto de la Paz, texto extraordinario que no solo condenaba las guerras de rapiña y de conquista, también la adopción de tratados o de cláusulas secretas dentro de los tratados y abogaba por la transparencia en las Relaciones Internacionales.

En ese sentido, y vale la pena leer lo escrito por Lenin al respecto de las relaciones con los pueblos no rusos de Rusia y todo lo relacionado a la constitución de la URSS, el líder bolchevique estaba en contra de las relaciones que se venían estableciendo pues no eran de emancipación.

Lenin murió preocupado por la cuestión nacional. El partido bolchevique, aunque había defendido desde muy temprano el derecho de las naciones ocupadas a su separación del "estado opresor" y, al mismo tiempo, proponía la más completa igualdad para todas las minorías nacionales dentro de la misma nación.

El dirigente bolchevique no sólo era partidario de la autodeterminación, abogaba también por la más completa igualdad de idiomas, y para lograrlo llegó a proponer hasta "la abolición de un idioma oficial", señalaba que su implantación forzada a la población no rusa había provocado la hostilidad existente contra el idioma ruso.

Pero no todos los dirigentes del Partido Bolchevique fueron coherentes con estos planteamientos. De hecho, en uno de sus últimos escritos Lenin expresa duras críticas a la forma violenta en que se sofocaron las manifestaciones de los nacionalistas georgianos por parte de la dirección de la república por indicaciones de Stalin y con el apoyo de Dzerzhinski [2]. Aboga también por la elaboración de un código que tutele los derechos de esos pueblos y sancione las violaciones de su soberanía por los funcionarios.

Fue para Lenin tan importante su preocupación por el problema nacional que llegó a plantear la posibilidad de dar marcha atrás en lo que se refiere a la conformación de la URSS luego de creado el Estado multinacional y limitar sólo a los asuntos militares y diplomáticos la competencia de Moscú, al tiempo que proponía restablecer en todos lo demás territorios no rusos la total independencia de los diferentes comisariados del pueblo.

Lo más importante en este sentido a nuestro parecer, es que establece una clara diferencia entre la necesidad de unirse contra los imperialistas de Occidente, defensores del modelo imperialista, y la adopción por otra parte, de actitudes imperialistas hacia las nacionalidades subyugadas, acción que censura de manera enérgica y absoluta.

No obstante, muerto Lenin y con el pretexto de desarrollar las fuerzas productivas, implementar las relaciones socialistas de producción y emprender las tareas de la construcción de la nueva sociedad, como la "Revolución Cultural", se retomaron las políticas homogeneizadoras, lo que se tradujo en un proceso de rusificación intensiva de todos los pueblos de la URSS y aunque esto permitió que los mismos avanzaran a nuevos estadios, el proceso se consumó sobre la base de la aniquilación de la identidad nacional.

Así se mantuvieron las relaciones entre los pueblos de la URSS, que se transformaron de facto en asuntos internos del estado soviético y a pesar de todo lo conseguido por los pueblos conquistados, estos se mantuvieron en una posición de desventaja en relación con los pueblos eslavos y sus ciudadanos eran menos promovidos a cargos y responsabilidades en el aparato central. Así fue hasta el inicio del proceso de restructuración conocido como "Perestroika".

En lo personal, y durante mi estancia en la URSS, recuerdo con desagrado que en no pocas ocasiones escuché a soviéticos de origen eslavo referirse de forma despectiva a sus conciudadanos centroasiáticos, tildándolos de "torpes" e "incapaces", o señalando que solo servían para criar carneros y caballos.

 

Las relaciones del centro con la periferia y con los nuevos Estados independientes durante los años de gobierno caótico de Gorbachov y Yeltsin.

 

El inicio de las reformas en la URSS, que se conoce como la etapa de la "Perestroika", se caracterizó por un alejamiento paulatino del centro con los problemas de la periferia y del deterioro de los lazos que unían a unos y otros, a diferencia de las políticas precedentes. Esto fue favorablemente aprovechado por los territorios que deseaban separarse de la unión, como fue el caso de los estados Bálticos.

Gorbachov sustituyó a todos los líderes del PCUS en las repúblicas centroasiáticas y de algunas de las regiones de Siberia y el Lejano Oriente, colocando en su lugar a personas de menor vínculo con el centro lo que le permitió llevar adelante una política de desentendimiento de los problemas de esos territorios, que al verse a la deriva se dedicaron a tratar de resolver de alguna manera una situación que se hacía cada vez más difícil.

No tardaron en aparecer "expertos" que señalaban como causa de los males de la sociedad soviética la renta que constituían los pueblos no eslavos, lo que unido a la actitud gubernamental, agudizó las tensiones sociales al interior de la URSS, cuyos pueblos se sintieron entonces abandonados a su suerte. La crisis se hizo irreversible.

Un elemento que no se puede soslayar es que en este caso, como en el pasado, no se tuvo en cuenta ni los criterios ni los intereses de los pueblos no eslavos, que sin lugar a dudas, hicieron en los 74 años que duró la sociedad soviética ingentes esfuerzos en su construcción y defensa como parte de la URSS y cuyos ejemplos no alcanzaría este espacio para recogerles y narrarlos.

Desmantelada la URSS en Beloveshkaya Pushcha, cuestionable evento de esencia anticonstitucional y antidemocrático, en el que tres personas decidieron de un plumazo los destinos de unos 300 millones de seres humanos. Rusia asumió los derechos de la URSS, aunque no se quiso responsabilizar con una buena parte de las obligaciones de esta y el proceso de distanciamiento con los pueblos del espacio postsoviético se continuó profundizando.

Rusia, la otra superpotencia de la postguerra, que había heredado la mayor y mejor parte del potencial militar de la URSS y su escaño como miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, dejaba de ser rival y su significación geopolítica quedó reducida, cuando menos, a un ámbito regional, debido a sus gravísimos problemas económicos y políticos internos.

El período de 1992 a 2000 Rusia estuvo gobernada por Boris Yeltsin y esta etapa fue la de la apoteosis de la ruptura de todos los vínculos. En ese período las relaciones entre Rusia y los nuevos estados pasaron del paternalismo extremo a la indiferencia absoluta, es decir, de un extremo a otro, dejando la vía expedita a la competencia de otros actores de la geopolítica global que se desataría después.

La política exterior del país estuvo dirigida de manera caótica, signada por las constantes, injustificadas e injustificables concesiones unilaterales y el abandono de la defensa de los intereses nacionales, que a su vez fueron socavados de manera sistemática por los nuevos "amigos" que para Rusia encontró Yeltsin en una OTAN fortalecida y expandida hacia el Este en contra de Rusia.

Es en esta etapa se produce la redistribución de las posiciones de poder a escala internacional luego de desaparecido el antagonismo Este-Oeste, que concluyó con la rivalidad entre los bloques, comenzó entonces un proceso que culminaría con el predominio indiscutido de los Estados Unidos en el ámbito internacional.

La limitada influencia de Rusia en los asuntos internacionales se evidenció, entre otros casos, en su incapacidad para impedir la expansión de la OTAN hacia el Este europeo, área históricamente vinculada a la seguridad nacional rusa, lo que fue muy criticado por expertos y figuras de la política rusa [3].

Comentario aparte merece su débil e incoherente actuación en esta etapa, un ejemplo de esto se aprecia en la forma de asumir los conflictos en el llamado espacio post yugoslavo, primero durante la guerra de Bosnia-Herzegovina y peor aún durante la desatada por Estados Unidos y la OTAN contra la nueva Yugoslavia en 1999, donde el prestigio internacional ruso culminó por extinguirse.

Este momento, a nuestro entender, marca el punto mínimo de prestigio del poderío ruso en la arena internacional, lo que resulta inversamente proporcional al de los Estados Unidos, que fortalecido como nunca, llegó desde entonces a emplear a su antojo a los organismos internacionales y hasta a sus propios aliados de la OTAN.

Esto último se aprecia en la conducción de sus guerras de agresión, para la contienda del Golfo Pérsico aprovechó que había consenso internacional y se apoyó en la ONU, pero en la agresión desatada contra Yugoslavia arrastró consigo a la OTAN [4] y actuó al margen de las Naciones Unidas, para evitar regateos en el Consejo de Seguridad, con Rusia por estar vinculada por nexos étno-culturales e históricos con Serbia y con China, cuya posición había quedado claramente fijada en reiteradas ocasiones.

Esta guerra, no es ocioso señalarlo, se interpuso a un proceso negociador que bien pudo desembocar en una solución política, pero este no era el objetivo norteamericano, que estaba más interesado en el uso de la fuerza para lograr sus propósitos hegemónicos, amedrentar a Rusia, sustentado este propósito en el empleo de la guerra [5] .

De paso pretendía dejar claramente establecidos los límites de su inmenso poderío, la híper potencia norteamericana decidió inconcebible e innecesariamente, pues ya había desaparecido el "peligro comunista", fortalecer la OTAN y sus posiciones dentro de esta organización político-militar y para ello inició una importante expansión al Este.

Esta acción, que como se señaló, era en contra de Rusia, se inició con la incorporación de los antiguos aliados soviéticos de Polonia, Hungría y la República Checa al bloque, sumándose a los 16 históricos y dejando la vía expedita para posteriores incorporaciones, en la actualidad la organización está integrada por todos los antiguos aliados de la URSS y hasta por las repúblicas bálticas del Estado soviético, pero en aquel momento Moscú se limitó a expresar tímidos desacuerdos y recibió el tratamiento de potencia vencida.

 

Vladimir Putin y la recomposición de Rusia

 

Es en este contexto cambian las autoridades en Moscú. El ascenso al poder de Vladimir Putin, sucediendo en la presidencia a un desacreditado y desgastado física y moralmente Boris Yeltsin, fue vista por distintos expertos como un cambio de dirección en la incoherente y disfuncional política rusa y no son pocos los expertos que aseguran que se trata del retorno al poder del sector de los "hombres soviéticos" [6], que no son los mismos de la época de la URSS, pero que están comprometidos con las reformas y el destino del país, pero alejados de las posiciones tanto del descreditado PCUS como de los híper liberales de Yeltsin.

De ello se traduce claramente que se trata de personas que no participaron de los actos de corrupción que acompañaron el desmantelamiento de la Unión Soviética desde ninguna de las dos posiciones señaladas y que por otra parte tienen un compromiso patriótico con el país y por extensión, con todo el espacio postsoviético.

El momento de cambio de política en Rusia hacia una encaminada a construir una alternativa a la propuesta norteamericana lo podríamos situar en la 43ª Conferencia de Seguridad Europea celebrada en Múnich en febrero de 2007. En su discurso el entonces presidente Vladimir Putin [7] dejó bien claro los propósitos de su país y denunció los dobles raseros y lo peligroso de la política hegemónica que venía practicando el imperialismo norteamericano. Su discurso provocó una gran reacción en occidente, sobre todo en los Estados Unidos, pero fue bien visto por la humanidad progresista.

La situación de Rusia y de todo el escenario postsoviético ha comenzado a cambiar desde entonces y ha obligado al imperialismo a emplearse a fondo y a jugar a veces sus cartas de manera desesperada, por ejemplo mediante las llamadas "Revoluciones de Colores" [8][1] pero la posición de Moscú se ha fortalecido considerablemente y los dirigentes de Asia Central han estado dispuestos a cooperar con un gobierno ruso coherente y más respetuoso, lo que ha permitido el avance de las posiciones rusas en detrimento de lo que había conseguido Estados Unidos.

La recuperación de la economía rusa, favorecida por el alza sin precedentes de los precios de los hidrocarburos le ha permitido al país revertir su situación financiera. El proceso de puesta de orden en casa ha estado acompañado de una inteligente y novedosa política en relación con el "Extranjero Cercano" el presidente se ha propuesto reactivar los planes de integración con las demás repúblicas ex soviéticas, a través de una renovada Comunidad de Estados Independientes (CEI) y su mecanismo de seguridad, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB)

El fortalecimiento del papel de Rusia en el ámbito regional e internacional es algo en lo que también se observan algunos signos positivos, su alianza estratégica con China y el papel de ambos como promotores y principales impulsores de los trabajos de la Organización de Cooperación de Shanghai [9] (OCSh) ilustran con creces este argumento, a lo que se suma el estrechamiento de los vínculos con otros países asiáticos y la ofensiva diplomática hacia varias regiones, lo que se traduce en una mayor coherencia en las relaciones internacionales y en la construcción de una configuración multipolar.

Los documentos jurisferantes de la OCSh son explícitos, la estructura y principios de funcionamiento de este mecanismo casi constituyen un modelo de cómo estructurar una organización que agrupe a países con marcadas asimetrías entre si. A nuestro entender, y este es el mayor reproche que se le podría hacer a Rusia, es que prioriza el aspecto militar del pacto sobre otros espacios en los que podría avanzar mucho más como son los políticos, económicos, científico-tecnológicos, sociales y culturales, donde existen también muchas posibilidades.

En este sentido se aprecia en ocasiones incoherencia en el accionar de la dirección rusa, más dada a reaccionar acorde a las circunstancias que a establecer una estrategia integral encaminada a potenciar una política sistemática en la región, algo que no sería mal visto por las sociedades centroasiáticas, pero no siempre es así y a veces Rusia actúa como "hermano mayor", posición extemporánea, toda vez que lacera la soberanía nacional, aunque es bueno decir que ya no es la posición del "Gran Ruso" que fue tan criticada por Lenin.

Muy saludable por ello sería para la sociedad rusa, que ha ido superando los desvaríos de las épocas Gorbachov-Yeltsin, y salvando las distancias temporales e ideológicas, retomar la política leninista sobre las nacionalidades y reconstruir sobre la base del respeto y la complementación sus relaciones con todos y cada uno de los actores del espacio postsoviético.

Ese es a nuestro modesto entender el mejor camino para conseguir la estabilidad en un escenario tan complejo y donde actúan disímiles actores, algunos extra regionales y no todos interesados en la recomposición coherente y pacífica de dicho espacio.

Rusia por su parte, ha transitado por diferentes etapas bien distintas en su desarrollo, incluyendo la soviética donde era el poder fundamental en el multinacional Estado, para su mejor comprensión proponemos a quien se quiera adentrar en los problemas de Rusia una periodización que le permitirá abordar el estudio de su historia desde una metodología más coherente a partir del estudio de la historia rusa por etapas bien definidas.

En cada una las etapas, amen de cualquier otra apreciación, se puede concluir, que el signo de la evolución ha estado presente aún cuando el accionar de este Estado haya estado en concordancia con la tendencia global de los actores principales de la geopolítica, de esa manera podemos establecer los siguientes momentos de desarrollo de las concepciones geopolíticas rusa en la etapa contemporánea:

  • 1. Etapa de expansión imperialista del Imperio Ruso (1861-1917).
  • 2. Etapa de la resistencia revolucionaria a la intervención extranjera, a la contrarrevolución interna y de propuesta de un modelo distinto de desarrollo revolucionario al resto del mundo (1917-1924).
  • 3. Etapa de la competencia sistémica simple con el capitalismo (1928-1941).
  • 4. Etapa gloriosa y de unidad nacional durante la Gran Guerra Patria (1941-1945).
  • 5. Etapa de competencia sistémica compleja y de expansión ideológica (1945-1973.).
  • 6. Etapa de inmovilismo y retroceso sistemático (1973-1985).
  • 7. Etapa del caos y el retroceso (1985-2001).
  • 8. Etapa de estabilización y reordenamiento conceptual (2001-2005).
  • 9. Etapa de re emergencia geopolítica (2005-.)

En cada una de estas etapas hay elementos que permanecen, otros no y aparecen nuevos pero a Rusia hay que abordarla en lo profundo para comprenderla correctamente, los presupuestos teórico-metodológicos simplistas que a veces se nos venden como válidos no lo consiguen.

 

La política energética de Rusia en sus relaciones internacionales

 

Una de las críticas más recurrentes que se le hace a Rusia es que utiliza la dependencia de Europa de sus hidrocarburos para imponerle sus objetivos geopolíticos y sin lugar a dudas, lo hace.

A esto se suma el cuestionamiento sobre las supuestas políticas monopólicas de Gazprom en el espacio postsoviético de Asia Central y el Cáucaso como propietario cuasi absoluto de los ductos para la exportación del gas, lo que es extensivo también al petróleo. En todos los casos se critica los bajos precios a los que adquiere la producción de sus "hermanos menores" que transporta al exterior donde vende esos hidrocarburos a precios mucho más elevados, y sin dudas, eso también ocurre.

Retomando el caso europeo, y a pesar de que Rusia no esconde su disposición a monopolizar el abastecimiento de este importante mercado, somos del criterio de que Moscú más bien trata de aprovechar las debilidades energéticas de sus socios de la Unión Europea, el principal cliente de su gas, para garantizar con ellos relaciones de igualdad y respeto en lugar de hostilidad cotidiana, no es un secreto que la política de la UE con respecto a Rusia está más alineada a los intereses hegemónicos norteamericanos que a sus propias prioridades.

En otras palabras, se podría decir que Rusia aprovecha esta coyuntura para desalinear a Europa de las posiciones abiertamente anti rusas a que los ha conducido la política norteamericana más que para imponerle su agenda a los Europeos, consolidando su protagonismo en el mercado energético europeo, podría el Kremlin aspirar a un trato más respetuoso, a un intercambio más fluido que incluyera las tecnologías de punta y al cese de la injerencia sistemática de Europa en los asuntos internos rusos.

Europa, que recibe cerca del 40% del gas desde Rusia, y su consumo asciende a la cuarta parte del total global, pero ha asumido por su parte posiciones políticas ambiguas, a veces hasta contrarias a los intereses de la UE, sobre todo en el caso de los países más alineados a Washington que a Bruselas. También es cierto que no todos consumen el gas en igual magnitud ni tienen tampoco las mismas posibilidades para contrarrestar las exigencias de Moscú.

Rusia por su parte ha establecido una política más pragmática, la de hacer distinciones entre sus clientes. Así las cosas, ha establecido algo así como usuarios fundamentales, que serían Alemania y en menor medida Italia y además, abastece a los países de Europa del Este, que aun que consumen menor cantidad por ser economías pequeñas, pero están comprometidos en alto grado en su dependencia con Rusia y es menor su capacidad de pago y maniobra.

Así las cosas, se ha producido una generalizada fiebre en Europa por construir redes de aprovisionamiento de hidrocarburos desde distintas fuentes, que buscando esquivar el territorio ruso puedan llegar a los consumidores del "mercado europeo". El oleoducto BTC y el gasoducto Nabucco han sido los más publicitados, sin embargo, defendemos la idea de que ambos están condenados al fracaso por dos cosas, la primera, que necesitan de fuentes inagotables que no existen obviando las rusas, y la segunda es que un mercado energético monolítico Europeo tampoco existe, en la actualidad lo que se aprecia es más bien una entelequia de mercados nacionales y esto le hace más fácil las cosas a Moscú.

Los proyectos de tendido de redes de gas y petróleo más exitosos son en los que precisamente hay algún grado de participación rusa [10], el resto parece tener muy pocas perspectivas. Moscú en estos momentos avanza con el Nord Stream, que por el lecho del Báltico abastecerá directamente a Alemania y desarrolla otro proyecto "casi directo" a Italia, el South Stream, los que han despertado suspicacias entre los miembros orientales de la UE que se sienten abandonados.

Estas acciones parecen formar parte de una política energética rusa más efectiva y que estaría encaminada a integrar a esta nación en el concierto europeo a través del establecimiento de sólidas relaciones con los principales países de la UE, todo imbricado en su propósito de convertirse, en un futuro no lejano, en una potencia tecnológica y financiera y puente natural entre Europa y Asia.

En el sur también despliega esfuerzos parecidos con países como Irán y Turquía.  En este sentido, algunos analistas vienen señalando como interesante, que a pesar de 12 guerras y tres siglos de enemistad, Moscú y Ankara se encaminan a establecer una sólida amistad y para conseguirlo forjan lazos que podrían convertirse en contrapeso a la Unión Europea (UE [11]) , si Turquía finalmente queda fuera del bloque como ha sido hasta ahora.

Lo cierto es que en estos momentos Rusia es el principal socio económico de Turquía y ambos comparten un capital nada soslayable, sólidas relaciones políticas y etno-culturales con los países de origen túrquico y pasado soviético de Asia Central.

 

Las tensiones en materia de seguridad nuclear

 

No cabe dudas que en el actual escenario mundial es imprescindible que Rusia y los Estados Unidos se sienten con seriedad a considerar y reconsiderar posibles soluciones para el sinnúmero de amenazas y peligros que enfrenta la humanidad, con anterioridad Rusia ya había expuesto una seria de argumentos referentes a los asuntos importantes de la política internacional, especialmente todo lo relacionado con la nueva visión de la seguridad trasatlántica y el perfeccionamiento del sistema financiero mundial y lo ha seguido haciendo [12].

La parte rusa ha hecho mucho énfasis con toda la razón en lo relacionado al control del armamento estratégico y a la necesidad de frenar su proliferación, el presidente Obama también ha asumido igual posición que señalando la responsabilidad norteamericana en este particular no solo por haber sido el iniciador de la producción armamentista nuclear, sino por el compromiso moral que al país le impone el haber sido el único en utilizarlo.

Así las cosas, el tratado START-1, rubricado en 1991 por la URSS y los Estados Unidos debe expirar el 5 de diciembre de 2009 y los rusos proponen darle continuidad, este instrumento  estableció que Moscú y Washington tendrán que reducir sus arsenales nucleares estratégicos de 10.000 a 6.000 ojivas cada uno y como una de sus fortalezas hay que señalar que se ha cumplido.

El otro instrumento vinculado a la política de desarme, el Tratado START-2, lo suscribieron Rusia y Estados Unidos en 1993 y estableció a su vez una reducción considerable del número de misiles balísticos y ojivas nucleares. Pero en 2002, Rusia abandonó el mencionado tratado en respuesta a que EEUU unilateralmente, y tratando de procurarse ventajas exclusivas, denunció el tratado de 1972 que prohibía la creación de sistemas de defensa anti balística (ABM) e inició un proyecto para desplegar este tipo de sistema en Europa Oriental.

Posteriormente fue firmado el tratado bilateral sobre la reducción para el 31 de diciembre de 2012 de los potenciales estratégicos ofensivos de Rusia y EEUU hasta 1.700-2.000 ojivas nucleares, que fue saludado por la comunidad internacional coincidiendo de paso con el momento en que el gobierno kazajo transfería su arsenal nuclear a Rusia con lo que se creaba en Asia Central una zona libre de armas nucleares en un gesto, sin dudas, que explicaba la voluntad tanto de Rusia como de los nuevos estados postsoviéticos de contribuir a resolver esa grave situación que podría generar otros peligros en un futuro.

En el 2005 Rusia de nuevo propuso al gobierno norteamericano elaborar un tratado que reemplazara y diera continuidad al START-1 y en la cumbre del G-8 celebrada en el verano de 2006 en San Petersburgo, el entonces presidente ruso Vladimir Putin acordó con Bush comenzar las conversaciones sobre el destino de los tratados relacionados con la estabilidad estratégica nuclear y cursaron instrucciones a los expertos de cada parte para estudiar el asunto y elaborar propuestas concretas.

Putin en su discurso en la 43 Conferencia sobre Seguridad Europea, al que ya hemos hecho referencia, abordó el problema nuclear con especial realismo, allí señaló las causas de la inestabilidad mundial y la incertidumbre, al tiempo que significó que las armas nucleares no garantizaban seguridad a nadie, más bien todo lo contrario, e hizo referencia al aumento del número de "potencias nucleares" las que no participaban de ningún mecanismo internacional y propuso que en lo adelante, en la elaboración de los tratados en esta  materia que  asumieran Rusia y Estados Unidos se hiciera extensivo el convite a todos y fuese obligatorio su cumplimiento por todos.

En la Cumbre ruso-norteamericana celebrada en el balneario de Sochi en Rusia, en el 2008 se avanzó bastante en temas de reducción y quedó consignado en la declaración final de los presidentes su intención de avanzar más en la contracción de los potenciales estratégicos ofensivos hasta el nivel mínimo posible, de acuerdo a la exigencia de la seguridad nacional y los acuerdos de defensa colectiva suscritos con países aliados. Los líderes de Rusia y EEUU se comprometieron continuar el diseño de mecanismos jurídicos vinculantes en sustitución del START-1 para antes de que este caduque.

Sin embargo, la decisión injustificada del presidente Bush de desarrollar un innecesario "Sistema de Defensa Antimisil" (DAM) en Europa Oriental se ha erguido como poderoso obstáculo en el cumplimiento de  otro tratado que data de 1987 entre la URSS y EEUU sobre la liquidación de misiles de corto y medio alcance (INF), que habiendo entrado en vigor en junio de 1988, que propició que pasados tres años de la rúbrica las partes, cumpliendo los términos establecidos habían destruido: la URSS 1 846 misiles y EEUU 846 de estos ingenios.

Cabe resaltar que este tratado no está agotado pues es a perpetuidad, no obstante, cualquiera de las partes está en el derecho de invalidarlo si tiene argumentos de peso, y parece que el sistema DAM en Polonia y la República Checa es un argumento considerable para la parte rusa que habiendo superado sus debilidades de antaño no está dispuesta a seguir haciendo gestos y concesiones unilaterales, por lo que Estados Unidos y su nueva administración han tenido que asumir una política más realista  en las nuevas circunstancias y bajo las actuales condiciones.

Rusia ha declarado reiteradamente que no tiene intenciones de promover una revisión del INF y eso es positivo, por lo que la ulterior observancia de ese tratado en mucho va a depender de la postura de EEUU en relación a la DAM.

Obama por ahora dejó de aferrarse a los argumentos endebles de su predecesor en la Casa Blanca, que eran apoyados solamente por las serviles autoridades checas y polacas, en contra de la opinión pública hasta de sus propias sociedades y hasta de sus vecinos, principalmente Alemania, pero eso no es definitivo.

Moscú, que había contestado al proyecto de Bush, con realismo y en defensa de sus intereses nacionales, que a  todas luces se verían amenazados por este proyecto, superada esta amenaza,  se ha manifestado también a favor de que el INF tenga una dimensión universal y que su observancia sea multilateral, lo que es muy coherente y que parece tendrá que enfrentar como escollo más sólido la posición inflexiva de las autoridades de Israel.

Para ello y en el marco de la Asamblea General de la ONU en 2007, EEUU y Rusia presentaron a aprobación y fue adoptada una declaración relacionada con el INF invitando a todos los países interesados a discutir la posibilidad de globalizar el régimen establecido en el INF mediante la renuncia a utilizar misiles balísticos y de crucero con base en tierra y con un alcance de 50 a 5.500 kilómetros, en el actual período ordinario fueron más lejos aún y están haciendo un llamamiento a la renuncia a la proliferación y tenencia del armamento nuclear, lo que es muy positivo y bien visto por la inmensa mayoría de la comunidad internacional.

 

Conclusiones

 

No cabe dudas de que la política exterior rusa no ha sido correcta a lo largo de su historia más reciente, ya fuera como Imperio Ruso, como URSS o como Federación Rusa, sobre todo en lo relacionado con los pueblos del oriente del país y de Asia Central que estuvieron bajo su égida y donde hoy se han formado cinco nuevos Estados nacionales. Tampoco lo ha sido en relación con sus relaciones con Estados Unidos, la UE y en general, no ha sido coherente su política exterior.

En el primero de los casos han prevalecido criterios relacionados con la supremacía eslava y desde estas posiciones difícilmente se pueda construir una relación coherente. Tampoco la orientación hacia Europa o Asia ha sido adecuada. Desastrosa resultó, por ejemplo, la política de Yeltsin encaminada a imponer una orientación absolutamente europea a Rusia cuya esencia es euroasiática, pero vinculada también a otras experiencias civilizatorias, por lo que la orientación de su política exterior tiene que ser necesariamente multivectorial.

Finalmente deseamos señalar que las autoridades rusas, para continuar avanzando y dotando de una mayor calidad a su política exterior deberán tomar en cuenta otros elementos que ordinariamente soslayan y es lo relacionado con su diseño. Este no puede estar signado por los "Intereses", como les ocurre muchas veces y que suelen ser coyunturales, para su construcción se deberían tomar en cuenta los principios y la unidad dialéctica entre una cosa y otra.

Una política exterior de principios no solo genera respeto, proporciona de paso una alta legitimidad, en eso el ejemplo de Estados Unidos les podría servir de mucho, aunque sea un mal ejemplo.

El predominio indiscutido de los Estados Unidos, aunque se mantiene hasta la actualidad, ya está dando síntomas concretos de agotamiento y retroceso, la hegemonía norteamericana está siendo cuestionada desde varios centros de poder y desde nuevos presupuestos y paradigmas. El mundo rechaza su doctrina egoísta que reza que Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses, esta suerte de "Leviatán" geopolítico tendrá que ser superado desde criterios más humanos.

La política exterior de Rusia parece encaminada a superar estas deficiencias pero deberá entender que lo que hace grande a una potencia no es el poderío de sus armas y si su espíritu magnánimo, su humildad en el trato al resto de sus semejantes, aunque estos sean más débiles, nos gustaría que fuera así, no podemos olvidar que los pueblos de la URSS, en sacrificio sin precedentes, liberaron a la humanidad del fascismo, a nosotros nos gustaría también, que el espíritu de los liberadores prevaleciera por encima del de los vencedores.

Todo eso pasa por la superación de las crisis pasadas, y no solo las económicas, pasa por la recomposición del estado ruso, por su reorientación y conversión en un estado verdaderamente desarrollado, moderno, que es mucho más que un solícito exportador de hidrocarburos y materias primas, en eso andan sus gobernantes, en la consecución de ese propósito les deseamos éxitos.

 

 

Referencias

[1] En este sentido recomendamos el estudio recomendamos la ponencia de la Doctorante Ana Francisca Marcos sobre las particularidades religiosas de Kazajstán, que se presentará en este XX SEI, donde la investigadora aborda el tema con profundidad y objetividad, desprovista de prejuicios y que es el resultado de un trabajo campo de más de dos años en Almaty. (Nota del Autor)

[2] "Se entiende que la responsabilidad política de esa campana nacionalista auténticamente gran rusa debe imputarse a Stalin y Dzerzhinski." (31 de diciembre de 1922), Continuación de las notas sobre El problema de las nacionalidades o de la "autonomización", que aparece en las Obras Completas. t.36, p.489, también aparece en una compilación de textos denominada las últimas luchas de Lenin que se puede encontrar en diversos sitios de la Internet. (Nota del Autor)

[3] Primakov, Evgueni. «Мы слишком, утрированно честны... Надеюсь, теперь наша политика будет другой», (Somos demasiado honestos, de manera desmesurada... espero que nuestra política cambie) "Nezavísimaya gazeta"  SNG, 21 de junio de 2005. http://www.gazetasng.ru/article.php?=2327  (Nota del Autor)

[4] Coherentes con la posición de superioridad de la que se valía, Estados Unidos  ignoró hasta la propia Carta de la OTAN, en cuyo texto se establecía por entonces el uso de la fuerza como recurso de legítima defensa. Mostraron además, un absoluto desprecio por importantes normas del derecho internacional, declarando la guerra a un país soberano para inmiscuirse en sus asuntos internos y emplearon de paso armas prohibidas por varias convenciones internacionales convirtiendo además en blanco de sus ataques a  instalaciones civiles y a la población no beligerante, con el consiguiente saldo de muertes y destrucciones.  (Nota del Autor)

[5] La guerra contra Yugoslavia fue planificada para no más de una semana por los soberbios estrategas de la OTAN, sin embargo, sus bombardeos masivos e indiscriminados desde aire y  mar se tuvieron que prolongar por once semanas. Yugoslavia resistió esa embestida con mínimos daños en su aparato militar que era apoyado por la mayoría de la población. No obstante, cuando era más necesario prolongar y fortalecer la resistencia, en momentos en que era evidente la inquietud y los temores de algunos gobiernos europeos, renuentes además a participar en un ataque terrestre, que era imprescindible para consumar la ocupación el país. Entonces el gobierno yugoslavo, traicionado por la mediación de Yeltsin, que le aconsejó hacer lo que necesitaba la OTAN, claudicó después de que el mandatario ruso le transmitiera la promesa norteamericana de que podría mantener su soberanía en la región de Kosovo. Los acontecimientos posteriores justificaron la necesidad de la continuación de la resistencia. Sobre esto a dicho Fidel y han reconocido numerosos especialistas, que de haberse prolongado un poco más la firmeza yugoslava el desenlace de la guerra hubiera sido catastrófico para la alianza atlántica y los Estados Unidos. (Nota del Autor)

[6] Un intento anterior se había dado al imponerle a Yeltsin  como Canciller primero y Primer Ministro después a otra figura proveniente del sector "limpio" del KGB. Evgueni Primákov, sin embargo, las condiciones entonces no favorecían la ejecución de dicha maniobra y los oligarcas consiguieron conjurarla esa vez, el nuevo intento, esta vez con Putin,  estuvo acompañado de un compromiso político de no proceder contra lo que Yeltsin denominó "la familia", término mafioso verdaderamente adecuado al comportamiento del entorno del primer presidente de la Rusia post soviética. (Nota del autor)

[7] Putin Vladímir Vladímirovich.   Intervención en la 43 Conferencia de Múnich sobre la Política de Seguridad en Europa. 10 de febrero de 2007. http://www.sp.rian.ru/ (en español).

[8] Ver la ponencia del autor en la XV Conferencia Internacional de Estudios Europeos organizada por el CEE del CC del PCC en La Habana del 25 al 28 de noviembre de 2008 y que luego fue publicada por el Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo del MINREX de la República Argentina con el título "El Imperialismo, los organismos internacionales y las "Revoluciones de Colores" en el espacio postsoviético. Una aproximación al fenómeno cromado" en la dirección http://www.ceid.edu.ar/biblioteca/2009/oscar_villar_barroso_el imperialismo los organismos.pdf de fecha enero 2 de 2009.

[9] Para profundizar en cuanto a esta organización recomendamos ver el trabajo del propio autor de esta ponencia titulado. El movimiento de Shanghai y sus aportes a la multipolaridad en las relaciones internacionales en http://www.ceid.edu.ar/biblioteca.html de fecha 2 de enero de 2008.

[10] Para profundizar en cuanto a esta organización recomendamos ver el trabajo del propio autor de esta ponencia titulado. El movimiento de Shanghai y sus aportes a la multipolaridad en las relaciones internacionales en http://www.ceid.edu.ar/biblioteca.html de fecha 2 de enero de 2008.

[11] Nuestras apreciaciones sobre el entendimiento ruso-turco, que consideramos positivo, se confirman sistemáticamente, tal es el caso según se deduce del artículo "Turquía-Rusia: Tres siglos de enemistad llegan a su fin", que publica Hilmi Toros y que fuera  difundido por el Servicio de Prensa Internacional (IPS) en http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?=92992 (Nota del autor)

[12] Vladimir Putin. Discurso en la 43ª Conferencia de Seguridad de Múnich ya citado. (Nota del autor)

 

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