El Fondo Monetario Internacional (FMI) decidió aumentar en casi mil millones de dólares, hasta US$3.520.000, el programa de créditos stand-by para Bielorrusia y aprobó la concesión inmediata de una segunda línea crediticia por valor de US$679,2 millones.
Occidente no escatima dinero para Minsk, constata hoy la prensa rusa al señalar que esta ayuda permite al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, seguir sacando dividendos del flirteo con Moscú y las capitales occidentales.
Rusia dio a entender en el pasado a Minsk que vincula la concesión de un crédito por importe de US$500 millones a las conclusiones de la misión del FMI en Bielorrusia. El dilema que afronta ahora el Kremlin es faltar a su palabra o desautorizar al ministro ruso de Finanzas, Alexei Kudrin, quien auguró en mayo pasado la próxima quiebra de la economía bielorrusa.
Konstantín Símonov, director de la Fundación rusa por la seguridad energética, recomienda pasar por alto los consejos del FMI: "Sería una estupidez otorgar un préstamo a Minsk, pues exigirá con toda seguridad nuevas preferencias". El experto sugiere vincular el tema de los créditos con la compra de activos en Bielorrusia, "aunque Lukashenko diga que Rusia atenta contra la soberanía de su país". A Moscú le sobran instrumentos para presionar sobre Minsk, por ejemplo, mediante la introducción de un arancel del 30% sobre el gas suministrado a Bielorrusia.
Dmitri Orlov, director de la Agencia rusa de comunicaciones políticas y económicas, también propone "denegarle a Bielorrusia la concesión de un crédito de turno" y hasta "amenazarle con la supresión de la unión aduanera y el rechazo a subvencionar los precios de recursos energéticos" que recibe de Rusia. De lo contrario, se perpetuaría el statu quo que permite a Lukashenko beneficiarse de la situación y flirtear ora con Moscú, ora con Bruselas, ora con Washington.
Las gestiones diplomáticas de Minsk se concentran actualmente en la dirección occidental aunque el politólogo bielorruso Yuri Shevtsov opina que es "un intento de equilibrar la línea política, más que un giro hacia Occidente".
Dmitri Orlov asegura por su parte que "el FMI y la UE no podrán patrocinar con carácter permanente a Lukashenko debido a la crisis". El presidente de Bielorrusia, a su juicio, se da cabal cuenta de que el mercado ruso y los créditos rusos son vitales para mantener equilibrado el presupuesto del país.
