La reciente reunión de la élite política mundial en Múnich ha demostrado que Moscú y Washington están dispuestos a dejar a un lado las ofensas recíprocas de la era Bush e iniciar un regateo diplomático de resultados totalmente impredecibles en la trastienda, escribe hoy el diario ruso Moskovski Komsomolets. El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, y el subjefe del Gobierno ruso, Serguei Ivanov, no han hecho por ahora sino entreabrir los extremos de sus cartas sin lanzarlas sobre la mesa.
A EEUU hay que hablarle con una cara sonriente pero desde una posición de fuerza, alternando la zanahoria con el palo. Serguei Ivanov, quien pasa por ser un halcón en Occidente y en Rusia, apostó por la zanahoria en el discurso pronunciado en la capital de Baviera. El emisario del Kremlin dio a entender que Moscú está dispuesto a cooperar con Occidente tanto en la reducción de arsenales nucleares como en otros terrenos.
Con todo, Ivanov tenía en sus manos un palo invisible. Funcionarios rusos de diversos niveles aseguran estos días que el futuro cierre de la base aérea estadounidense en Bishkek es una decisión soberana de Kirguizistán, con la que Moscú no tiene nada que ver. Pero el mensaje que manda Rusia no se vuelve menos claro por ello. Presiona sobre Occidente con una cara de lo más amistosa: o llegad a un acuerdo o asumid las consecuencias.
El nuevo vicepresidente de EEUU es un político muy experimentado, así que se mantuvo a la altura de su interlocutor ruso en ese complicado baile diplomático. El discurso de Joe Biden contenía claramente una invitación a hacer las paces pero aún así se prestaba a doble interpretación. Por un lado, Biden manifestó que la Administración de Obama no renuncia a la creación del escudo antimisil en la Europa del Este; por otro, precisó que este proyecto ideado durante el gobierno de George W. Bush no se pondrá en la práctica a menos que sea técnicamente realizable y rentable.
Biden dejó muy claro que EEUU deniega a Rusia el derecho de decidir por los países vecinos a qué alianzas incorporarse. ¿Será una confirmación ritual de ciertos principios generales, o a Washington le da por jugar con Moscú a la libertad de elección con respecto a las naciones postsoviéticas? Cada cual puede sacar al respecto las conclusiones que le parezcan más razonables.
Todo indica que funcionarios estadounidenses y rusos ya dijeron cuanto podían decir en público. Ahora es tiempo para iniciar un tira y afloja en la trastienda.