La propagación de la crisis coloca a la humanidad en un mercado de integración global, puesto que la economía lleva mucho tiempo al margen de las ideologías y las fronteras, escribe el diario Gazeta.Ru en su editorial del martes.
El tono general del debate geopolítico que hoy mantienen Occidente y Rusia, con sus reproches mutuos de vileza y uso de una vara de doble medir, resulta totalmente inadecuado para acciones en el ámbito de la economía.
No tiene ningún sentido perfilar en Evian, en el marco de la Conferencia de Política Mundial, un nuevo sistema de seguridad internacional a menos que se tomen en cuenta los mecanismos de respuesta a las amenazas económicas, las cuales pueden enterrar cualquier iniciativa política. También será necesario coordinar un conjunto de medidas operativas, tácticas, además de los principios estratégicos comunes. La reedición de la Guerra Fría en el contexto actual, además de ser una manifestación de la miopía política, es extremadamente peligrosa en el plano económico. Por definición, no puede haber vencedores ahora. Que el islote y la referencia de estabilidad económica sea Corea del Norte, con su población medio hambrienta, es una perspectiva poco alentadora para cuantos tienen por ahora el rango de principales potencias mundiales. El tema favorito de la élite política en Rusia - la quiebra del mundo unipolar y la existencia de diversos centros del poder - es totalmente secundario frente a la cuestión de quiénes, con qué razones y con qué grado de coordinación van a minimizar los riesgos económicos globales.
Las nuevas circunstancias no quitan importancia a la tarea de acatar algunos principios fundamentales en materia de política internacional y frenar las ambiciones nucleares de algunos Estados políticamente poco predecibles. Ahora bien, la necesidad de que las mayores potencias mundiales aúnen los esfuerzos para resolver problemas económicos es una premisa clave para el mantenimiento de la relativa estabilidad global. Estamos frente a una tragedia común que nadie puede superar por cuenta propia. La capacidad de llegar a un acuerdo y dar respuesta eficaz a las conmociones económicas, en el caso de las potencias que aspiran al liderazgo global, será la prueba más elocuente de que también resulta posible reducir a un denominador común las controversias políticas.
