Mientras que los países ribereños del Mar Caspio - Azerbaiyán, Irán, Kazajstán, Rusia y Turkmenistán - procuran en vano ponerse de acuerdo sobre su futuro status legal, el potencial explosivo de la región sigue en aumento. La tensión llegará al auge muy pronto y China va a desempeñar un papel importante en esta materia, advierten los expertos.
Moscú se empeña en neutralizar a Occidente que intenta reforzar su influencia en la zona del Caspio, en particular, a través de grandes proyectos energéticos. Uno de los objetivos fundamentales de Rusia, según algunos observadores, es abortar el proyecto Nabucco. Y los acuerdos suscritos en la reciente Cumbre del Caspio, celebrada en Teherán, podrían fácilmente frenar la construcción de este gasoducto, tendido a espaldas de Rusia.
Con todo, muchos analistas manifiestan cierta dosis de escepticismo a la hora de evaluar los documentos firmados en la capital iraní, diciendo que no son más que una declaración de intenciones. Es bastante dudoso que Azerbaiyán realmente prohíba a EEUU usar su territorio: Bakú ha tenido ya algunas disputas con Teherán sobre yacimientos de hidrocarburos y le conviene, de momento, tener al lado un continente estadounidense, por si surgen nuevas fricciones con la parte iraní.
Kazajstán y Turkmenistán no han podido rechazar la participación en el Proyecto Transcaspio, patrocinado por Occidente, así que difícilmente se opondrán en términos drásticos a la presencia militar de EEUU en el Caspio. Sobre todo, porque Washington les ayuda activamente a proteger las reservas del gas y el petróleo y está dispuesto a realizar grandes inversiones en el desarrollo de yacimientos situados en los respectivos sectores de la plataforma del Caspio.
China es la única nación que podría solidarizarse totalmente con los planteamientos antiamericanos de Irán y Rusia. Según los expertos, China podría transformarse muy pronto en un centro adicional de influencia en la zona del Caspio. Ha procedido ya a la construcción de un gasoducto desde Turkmenistán y se verá obligada a asegurar, de una u otra manera, la observancia de sus intereses energéticos. Por tanto, no es descartable a la larga, si no se firma un convenio sobre el status del Caspio, la aparición de buques de bandera china en estas aguas.
Irán controla el 2% de las reservas mundiales del crudo, de modo que ve en Rusia a una rival potencial. Algunos analistas dan a entender que Teherán ya está dispuesto a apostar por el nuevo jugador e intentará usar a Pekín como contrapeso para Moscú, no sólo para Washington. En la región del Caspio se concentra entre el 4% y el 10% de las reservas globales de hidrocarburos, así que la apuesta es enorme.
