Todos los yacimientos de hidrocarburos en la plataforma continental de Rusia serán traspasados a Gazprom y Rosneft, afirma un funcionario del Gobierno ruso quien prefiere no desvelar su identidad. Esta iniciativa, supuestamente aprobada en una reunión que ha tenido lugar en el despacho de Vladímir Putin, se explica en primer término por el deseo de evitar que las compañías extranjeras sean accionistas mayoritarios en los respectivos proyectos.
Otra decisión de principios, según la misma fuente, consiste en adjudicar los yacimientos de la plataforma marítima a través de concursos, y no en subastas. De esta manera, el importe de la inversión dejará de ser el criterio más importante a la hora de la selección: la comisión organizadora no necesita siquiera abrir los sobres en un concurso, si los aspectos técnicos y medioambientales de la oferta se consideran óptimos.
Para formalizar esos cambios que ya cuentan con el beneplácito del Kremlin, será necesario introducir algunas enmiendas en la ley de minería y en la de plataforma continental. Los observadores locales no están sorprendidos con la noticia: ya en 2004, cuando Exxon y Chevron perdieron su licencia para el desarrollo del proyecto Sakhalin-3, se hizo obvio que el Estado ruso tomaría bajo riguroso control la plataforma marítima. Al mismo tiempo, ellos admiten que la apuesta por dos corporaciones nacionales reduce el grado de la competencia en esta materia y puede afectar tanto a la calidad de las obras como a los ingresos presupuestarios. No habrá transparencia a la hora de la adjudicación de licencias. Poniendo en subasta los grandes yacimientos de la plataforma continental, el Gobierno ruso habría podido ganar siete u ocho mil millones de dólares, el doble de lo que va a cobrar a través de concursos. Algunas empresas rusas como Lukoil, que tiene experiencia de trabajo en el Báltico y en la plataforma septentrional, también se verán afectadas por la novedad.
