Rusia sigue aprovechando los reveses sufridos por EE.UU. en Oriente Próximo para su propia movilización en esta región bulliciosa. Moscú afirma que los problemas del área no se podrá resolver sin la participación de Irán y Siria, es decir, los países adscritos por Washington al tan mentado "eje del mal". Un alto cargo oficial que prefirió escudarse en anonimato confirmó a Vremia Novostei: "Sí, mantenemos contactos con quienes se han visto hoy en aislamiento".
Entre tales personajes figura el presidente sirio Bashar Asad (41 años) que ayer visitó el Kremlin. "Siria siempre desempeñaba y seguirá desempeñando importante papel en la región", expresó ayer Vladimir Putin.
¿Pero logrará ayudar al acorralado mandatario sirio?
Es un cometido nada fácil. En primer lugar, debido a una situación sumamente complicada en el área que incluso podría calificarse de estado de guerra, agravada por la vieja enemistad entre Siria e Irán, de un lado, e Israel, de otro. Otra agravante son las divergencia en el seno de la propia cúpula dirigente norteamericana que ora les insinúa a los sirios la posibilidad de mejorar las relaciones ora la rechaza tajantemente. "Los norteamericanos tratan de acordar algo con sirios, pero no lo detallan a nosotros", manifestó a Vremia Novostei un diplomático ruso que también pidió no mencionar su nombre. En opinión de él, estos misteriosos intentos no hacen sino corroborar lo acertado que es la línea de Rusia a continuar el diálogo con Damasco.
Pero puede constituir un problema también el carácter contradictorio del propio Bashar Asad, percibido por muchos como un dirigente más débil en comparación con su padre fenecido en 2000. Ayer, entrevistado por la prensa, Asad infringió sin pensar dos veces el tabú del silencio impuesto por Moscú sobre el tema de las armas de fabricación rusa que se vieron en manos de Hezbollah, procedentes de Siria, según afirman algunos.
Bastante extrañas han sido sus deliberaciones sobre las perspectivas del diálogo entre Damasco y Washington. Al repetir el axioma de que "cualquier diálogo es útil por ofrecer la posibilidad de discutir los intereses de ambas partes", Bashar Asad de repente agregó: "Quienes quisieran aislar a Siria, obstaculizan el arreglo mesoriental. Los países que así proceden, desempeñan un papel más débil en Oriente Próximo". De estos malabarismos verbales se deriva que es Washington el que necesita el apoyo de Damasco, y no viceversa.
