La presentación del proyecto ruso-alemán North Stream en Suecia provocó reacciones muy violentas. Los diputados del Parlamento sueco manifestaron su preocupación por los aspectos económicos y medioambientales de esta obra, y el ministro de Defensa Mikael Odenberg llegó a declarar abiertamente que Moscú sería capaz de usar la tubería construida en el fondo del Mar Báltico con fines de espionaje militar e industrial.
Si en esta tubería se colocan sonares, Rusia podrá seguir cualquier movimiento de buques mercantiles o de guerra en el Báltico y obtendrá de esta forma ventajas militares y comerciales, advirtió el titular de Defensa sueco. Los expertos militares recuerdan en este contexto las palabras de Vladímir Putin, de que la protección de los intereses económicos de Rusia en el Báltico, en particular, de la tubería submarina, representa una de las misiones más importantes para la Flota rusa del Báltico.
La tubería ruso-alemana tendrá una extensión total de 1.200 kilómetros, de los cuales casi 500 entran en la zona económica de Suecia, cerca de la isla de Gotland. A la parte sueca le preocupan especialmente los planes de instalar una plataforma de servicio, de 35 metros de altura, en las inmediaciones de Gotland. Algunos expertos locales señalan que esta ‘isla artificial rusa', con el personal de mantenimiento que deberá residir allí con carácter permanente, será un punto de espionaje electrónico contra Suecia.
Los representantes del Gobierno sueco reconocen que Estocolmo, por mucho que lo quiera, no puede alegar razones de seguridad para vetar la construcción de este tramo, porque ello se contradice con la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar. En materia ecologista, en cambio, la posición de Suecia es mucho más fuerte. Cualquier Estado de la cuenca del Báltico puede aplicar la legislación nacional a los proyectos que afecten a las respectivas zonas económicas o al medio ambiente. El Báltico es considerado por la ONU como una cuenca altamente vulnerable, lo cual reduce sustancialmente el margen de maniobra para las constructoras y ofrece amplias oportunidades para bloquear proyectos que parezcan inconvenientes a ciertos Estados.
Andreas Carlgren, responsable de Protección Medioambiental en el Gobierno sueco, ha prometido someter el proyecto North Stream a un peritaje estricto y exhaustivo. Para ‘reasegurar' a los funcionarios, capaces de sucumbir a las presiones ruso-alemanas, el Parlamento de Suecia quiere organizar audiciones abiertas sobre el tema en cuestión con la asistencia de numerosos expertos.