La eficacia de la labor del presidente y el Gobierno puede valorarse partiendo de diversos indicadores. En seis años de la presidencia de Vladimir Putin, los ingresos reales y el consumo de la población han aumentado sustancialmente, ha mejorado la situación en materia de esperanza de vida. Los indicadores del presupuesto son mucho más altos de lo que eran hace seis años.
Pero también ha aumentado la delincuencia, en particular el número de asesinatos de políticos, empresarios y periodistas, contra el que se registraba en la segunda mitad de la década del 90.
Hay un aspecto que no puede valorarse con la ayuda de indicadores corrientes, es el de riesgos. Lamentablemente, no existen fundamentos para afirmar que cuanto más alto es el crecimiento económico, tanto más bajos son los riesgos. En realidad sucede más bien lo contrario: los políticos se ven obligados a elegir entre la línea de alto crecimiento y altos riesgos y la de bajo crecimiento y bajos riesgos. El curso actual, el apuntado a una política y una economía sin competencia ni libertad de información, es uno de altos riesgos.
¿Cuándo los riesgos políticos eran más altos: a finales de los años 90 o actualmente? En agosto de 1998, debido a las causas exteriores (la ida de los inversores de los mercados en desarrollo) y las internas (la incapacidad del Gobierno y el parlamento para reducir el déficit presupuestario) se produjo una crisis económica. A pesar de que una parte de los organismos del poder de Estado, por ejemplo, el Gabinete presidencial, parecía estar paralizada, si no del todo, por lo menos en lo que atañe a la capacidad de mostrar iniciativa, el sistema político en su conjunto (incluidos el parlamento, la prensa y la élite empresarial) mostró suficiente flexibilidad y supo formar un Gobierno eficaz y consciente de su responsabilidad por los procesos macroeconómicos. Y si ahora se produce una crisis económica de tales proporciones, ¿podrá la actual estructura de poder - muy rígida y firme y por ende frágil - reaccionar con semejantes flexibilidad y eficacia?
Mientras que Boris Yeltsin tomaba decisiones espontáneamente y luego las corregía a menudo y con rapidez, Vladimir Putin primero se pone a pensarlas durante un largo tiempo, pero una vez tomada la decisión la cumple hasta en el caso de ser obvia la necesidad de corregirla. Un reciente ejemplo de ello es la pesadilla en que ha desembocado el conflicto Rusia - Georgia, el que bien podría ser arreglado a nivel de Exteriores de ambos países. La línea que viene aplicando Putin da mejores resultados cuando todo va bien, precisamente gracias a que aumentan los riesgos.
Pero sería imprudente creer que si los riesgos no se han realizado hasta ahora, tampoco se realizarán en el futuro.
Autor: Konstantin Sonin, profesor de la Escuela de Economía, Centro de Estudios Económicos y Financieros
