Las tensiones en las relaciones ruso-georgianas alcanzaron su clímax. La etapa siguiente del agravamiento sería una guerra. Pero estoy seguro de que las cosas no llegarán a tal extremo, porque de todas formas en Tbilisi hay personas conscientes de que un directo conflicto militar con Rusia sólo podría terminar con la derrota de Georgia, seguida de su desintegración.
Es natural que tras el derrocamiento del régimen de Saakashvili, Rusia no mueva un dedo para impedir los procesos centrífugos en el territorio de Georgia. En una ocasión ya los salvamos, cosa que lamentamos cien veces aún antes de que Mijaíl Saakashvili llegara al poder.
En 1994, las fuerzas armadas de Abjasia llevaban todas las de tomar el puerto de Poti. Si ello hubiera ocurrido, Tbilisi se habría ahogado en las tenazas del bloqueo económico y habría perdido el control sobre el resto del territorio. Para impedirlo, el entonces presidente de Rusia, Boris Yeltsin, ordenó el desembarco de la infantería de marina rusa, salvando de este modo la integridad territorial de Georgia.
Durante largo tiempo nos atuvimos a la concepción, de acuerdo con la cual debíamos hacer todo lo posible por prevenir la desestabilización en los Estados lindantes con Rusia, creyendo que esto amenazaba a nuestra seguridad. Pero en realidad ocurrió que lo que de veras entraña amenaza son las autoridades actuales de Georgia que aplican una política hostil respecto a Rusia. Precisamente los dirigentes actuales provocan tirantez en Abjasia y Osetia del Sur y arrastran al país a la OTAN. Resulta que un fuerte poder centralizado en Georgia es mucho más peor para Rusia que la escisión de aquel país en varias minirrepúblicas.
El "precedente de Kosovo" es, sin lugar a dudas, una forma de solución del conflicto en torno a las repúblicas no reconocidas. Ahora Occidente se ha visto en una especie de atolladero. La única forma de obtener independencia legítima para Kosovo es la respectiva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, en que la Federación Rusa posee el derecho de veto. Y Moscú bien podría proponer esta solución: ora obtienen la independencia Kosovo, Abjasia, Osetia del Sur y Transdniestria ora no la obtiene nadie, opina Mijaíl Aleksandrov, jefe del departamento del Cáucaso en el Instituto de la CEI.
