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FESTIVAL DE PERROS TECKEL EN EL MUSEO DE CHEJOV

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Moscú, 23 de septiembre, RIA Novosti. En el Museo literario de Antón Chéjov en Mélijovo (provincia de Moscú) se celebró el Primer Festival de perros Teckel de Rusia que lleva el nombre de "Perros Teckel de Chéjov".

 

Su celebración en Mélijovo no se debe al azar, ya que el Museo reconstituye una afición del gran escritor ruso. Se sabe que Chéjov adoraba a los perros de esta raza y sus canes Brom (Bromo) Isáevich y Gina (Quinina) Márkovna entraron en la historia de la literatura rusa. Hasta les escribía cartas desde París. Chéjov era médico de profesión y por eso les ponía nombres de Quinina, Bromo, Salitre, Catarro, Yodo...

En el Festival participaron decenas de perros teckel acompañados de sus amos, destinado a honrar la memoria de los perros de Chéjov y pasar ratos alegres.   

Fueron organizados concursos en más de diez denominaciones: el más obediente, más gordo, más largo... Los perros jugaron al fútbol y competían en la "lucha de las correas atadas". Y para sus amos fue organizado el concurso literario dedicado a la vida y obra de Antón Chéjov.

En el concurso en que los perros tenían que conocer a su amo solamente por la voz, no todos los teckel mostraron intelecto y comprensión. Pero casi todos los amos hallaron a su perro a tientas.

La condecoración de los ganadores transcurrió en medio de fuegos artificiales. Para los visitantes del festival fue organizada una feria con varias comidas y bebidas, souvenires y el tradicional té junto al samovar con roscas de pan y golosinas.

Chéjov daba preferencia a los perros de esa raza que vivían en su casa a partir de 1894. Al referirse a sus perros, escribía: "Por su aspecto exterior son muy feos, tienen el cuerpo largo y las patas cortas y torcidas, pero su intelecto no tiene parangón".

La primera mención de los teckel en Rusia se remonta a los tiempos de la reina Ana Ioánnovna (1730-1740), sobrina de Pedro I. El último año de su reinado de Moscú a San Petersburgo fueron traídos 600 liebres vivos destinados a la caza, y el mismo año el príncipe Kantemir compró en París 34 parejas de teckel para la reina.     

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