En los años próximos, indistintamente de la Administración que se instaure en Washington, las relaciones ruso-norteamericanas sufrirán un fuerte deterioro. EE.UU. procurará lograr el aislamiento de los máximos dirigentes de Rusia y promover una especie de la revolución naranja a través de su agente de influencia en las fuerzas de izquierda.
Además, Washington continuará aplicando esfuerzos por socavar la soberanía energética de Rusia e impulsar los procesos desintegracionistas en su territorio. Estados Unidos procurará dañar la política de Rusia dentro de la CEI acelerando la admisión de Georgia y Ucrania en la OTAN. Tales evaluaciones se contienen en el informe clasificado "Probable guión de las acciones de EE.UU. respecto a Rusia en el período 2006-2008", presentado esta semana en la Duma de Estado (cámara baja del parlamento ruso).
Los autores del documento son Valentín Falin (ex secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y embajador de la URSS en la RFA) y Guennadi Yevstafiev (ex alto cargo del Servicio de Inteligencia Exterior, teniente general en retiro).
El, en particular, describe en detalle el posible guión de minado de la soberanía energética de Rusia. Expertos creen que Estados Unidos procurará conseguir que se apruebe el acceso de suministradores internacionales de agentes energéticos a las tuberías de exportación rusas. Washington sugeriría privatizar las empresas del sector energético con la obligatoria participación en este proceso de compañías occidentales. También procuraría hacer abortar los planes de cooperación energética entre Rusia y China. Falin y Yevstafiev vaticinan la intensificación de las presiones de Washington sobre Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán para que aprueben los acuerdos sobre el tendido de tuberías que envuelvan a Rusia.
Por su parte, Vladimir Frolov, director del Laboratorio Nacional de Política Exterior, considera que el informe preparado por Falin y Yevstafiev es una respuesta al informe "Camino erróneo de Rusia", hecho público en marzo pasado y preparado por el grupo de trabajo del Consejo neoyorquino para las relaciones internacionales. En su opinión, el informe de expertos rusos se preparaba todavía de cara a la cumbre del G-8 de San Petersburgo, pero, por lo visto, el Kremlin decidió no enzarzarse en los altercados verbales poco antes de la cumbre y decidió esperar con la publicación del documento.
Frolov pronostica que el informe difícilmente provoque una crisis en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Hablando en rigor, es un manifiesto de aquellas fuerzas políticas que no ven sentido ni en una expresa confrontación con EE.UU. ni en la edificación de una "sociedad democrática" al estilo estadounidense.
