En un discurso en una conferencia de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), en la ciudad de Osnabrück, Baja Sajonia, Merz regurgitó la mala nueva: "No solo estamos atravesando un período de debilidad económica, sino que nos encontramos en una crisis estructural de nuestra economía".
Entonces, lanzó el bombazo a los ciudadanos alemanes. "El Estado del bienestar, tal como lo tenemos hoy, ya no se puede financiar con lo que producimos en la economía", sentenció Merz. Para ello, pidió un reajuste en la política social y llamó a que los partidos de la coalición –la CDU, su hermana bávara Unión Socialcristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD)– trabajen juntos para demostrar que "el cambio" y "las reformas son posibles".
Para Walter Formento, director del Centro de Investigaciones en Política Económica (CIEPE), este discurso de Merz "sincera la realidad para toda la Unión Europea, para el público europeo y particularmente, alemán". "En ese sinceramiento, dice que las condiciones históricas de vida de la Unión Europea, particularmente de Alemania, Francia e Italia, de un alto nivel de vida que guardaba relación con capacidades industriales, científicas y tecnológicas propias, eso ya no es una realidad concreta, porque eso es lo que ha destruido su subordinación a Davos y a la OTAN, y a las políticas que les han impuesto, y les siguen imponiendo. Por lo tanto, llama a la población de la Unión Europea a tomar en cuenta esto", explica el analista.
Por si ese sablazo fuera poco para los alemanes, dos días más tarde, Lars Klingbeil, ministro de Finanzas y vicecanciller de Alemania, declaró algo que bien podrían tomarlo como una auténtica burla: llegó a Kiev en una visita no anunciada, donde afirmó que Alemania seguirá apoyando a Ucrania con 9.000 millones de euros anuales para los próximos años. Traducido: el dinero del Estado del bienestar de los alemanes se convierte en armas para Zelenski.