"No cabe duda de que se trata de un ataque feroz contra la Iglesia ortodoxa canónica de Moldavia, cuyos feligreses constituyen cerca del 70% de los creyentes del país, y de un intento de destruir la unidad del mundo ortodoxo en suelo moldavo", indica el texto publicado en el sitio web del organismo.
En este contexto, el Ministerio de Exteriores ruso insta a las estructuras internacionales a que presten atención a lo ocurrido.
"Es lamentable que la Chisináu oficial le falte el respeto a sus propios ciudadanos manipulando irresponsablemente cuestiones tan delicadas", procede del texto.
El 17 de abril, las autoridades moldavas no permitieron que Marchel volara a Tierra Santa para recoger el Fuego Sagrado, sometiéndolo a controles antes del despegue y reteniéndolo posteriormente. A pesar del amplio clamor público, la situación se repitió nuevamente el 18 de abril y el arzobispo no pudo partir a Israel.