El 16 de septiembre, el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich, pidió a los legisladores que aprobaran un aumento de emergencia del déficit. "Era la segunda vez que hacía tal solicitud este año", recuerda el medio británico.
"El despilfarro de Smotrich preocupa a los inversores. También lo hace la posibilidad de que se produzcan ataques más feroces", continúa.
Tan solo el 23 de septiembre, Israel lanzó ataques aéreos contra el Líbano, asesinando a unas 558 personas, de acuerdo con el Ministerio de Salud en Beirut. Esto ocurrió pocos días después de las explosiones masivas de bíperes y walkie-talkies en distintas partes del país, matando a 37 personas e hiriendo a casi 3.000 más.
A lo anterior se suman meses de ataques por parte la organización libanesa chií Hizbulá contra comunidades israelíes y puestos militares a lo largo de la frontera, en apoyo a los palestinos en la Franja de Gaza, asediados por los incesantes bombardeos israelíes en represalia por el ataque de Hamás contra el sur de Israel.
En ese contexto, asegura The Economist, el dinero ha comenzado a salir del país hebreo, por lo que los responsables de las políticas económicas de Israel "están más preocupados que desde el inicio del conflicto".
Cualquier economía en tiempos de guerra se enfrenta al problema de financiar a sus Fuerzas Armadas, "a menudo mediante gasto deficitario" y, a su vez, garantizar que las finanzas sean lo suficientemente fuertes para saldar las deudas una vez que llegue la paz, añade el medio.
Ahora, el peor escenario para Israel es que el conflicto se extienda a Jerusalén y Tel Aviv, los centros comerciales del país. Pero incluso una guerra de menor intensidad, dice el diario, en la que los combates se limiten al norte del país, bastaría para llevar la economía israelí al límite.
Esto último es algo a lo que contribuye el Gobierno, asegura el artículo. Por ejemplo, en marzo, cuando las Fuerzas Armadas esperaban un alto al fuego para julio, los generales calcularon una cifra de 60.000 millones de shekels (unos 16.000 millones de dólares, o sea, el 3% del PIB israelí) adicionales a su presupuesto, así como un aumento permanente de 30.000 millones de shekels para los temas de seguridad.
Desde entonces, al tiempo que los combates continúan y se recrudecen, las previsiones de déficit siguen aumentando. Así, se espera que este año alcance el 8,1% del PIB, casi tres veces más de lo previsto antes de la guerra. Ahora bien, debido a la probabilidad de que el conflicto bélico se extienda, podría ampliarse aún más.
Al mismo tiempo, el crecimiento del PIB solo llegó a 0,7% entre abril y junio, dice la nota citando datos de Bloomberg, mientras que, en enero, la deuda israelí llegó al 62% del PIB, muy por debajo del promedio de la OCDE.
"Si los combates continúan el año próximo, la situación financiera se deteriorará. Los tenedores de bonos quieren tener la seguridad de que queda espacio para más gastos de guerra, por lo que tienen un techo más bajo para las deudas aceptables que en países similares", dice el medio.
Y añade que las agencias calificadoras "también se están poniendo nerviosas. Tanto Fitch como Moody's dicen que probablemente rebajarán la calificación de Israel nuevamente después de haberlo hecho ya una vez este año".
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