"Hace cinco años, la familia encargó un informe sobre sus actividades durante la Alemania nazi. Esta decisión se produjo luego de que Verena Bahlsen —cuyo padre, Werner, dirige la empresa— provocara un escándalo tras afirmar que los prisioneros judíos que la compañía empleó durante esos años 'recibían buenos salarios y buen trato'", explica el diario The Times al informar sobre la noticia.
"Grieger y Berghof concluyeron que la familia Bahlsen no solo apoyó al régimen nazi, sino que también se benefició del trabajo forzoso. Descubrieron que la empresa empleaba a más trabajadores de lo que se sabía anteriormente: unos 800 entre 1940 y 1945. La mayoría de ellos eran mujeres de Polonia y Ucrania", explica la nota.
Los historiadores Grieger y Berghoff descubrieron además que estas personas recibían salarios más bajos, raciones de alimentos más pequeñas y atención médica más deficiente que un trabajador normal en la fábrica.
"La familia estaba feliz de llegar a acuerdos con los nacionalsocialistas gobernantes para obtener tales ventajas económicas, dicen los historiadores, incluida la adquisición de una fábrica de galletas conquistada en Ucrania. Tres hijos del fundador de la empresa, que formaban parte de la junta directiva, también eran miembros del partido nazi, y algunos incluso apoyaban económicamente a las SS. Después de la guerra, este accionar jamás fue cuestionado, ni por el gobierno alemán ni por sus socios europeos", señala el diario.
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