La prédica del
Gobierno de Milei en torno a la histórica disputa entre
Buenos Aires y
Londres por la soberanía de las
islas Malvinas sumó un nuevo capítulo en voz de la canciller argentina.
Diana Mondino declaró que "nosotros somos los legítimos dueños y ellos son inquilinos, y algunos pensarán que son 'okupas'".
Desde un almuerzo organizado por el exclusivo Rotary Club de Buenos Aires, la funcionaria apuntó: "Queremos tener una relación razonable, donde consideramos que nosotros somos los legítimos dueños del departamento, del departamento llamado Malvinas".
De este modo, la canciller eligió comparar
la tensión por las islas Malvinas —cuya soberanía es disputada desde 1833, y que tuvo como parteaguas la infame guerra propiciada por la última dictadura militar argentina en 1982— con la disputa por la tenencia de un departamento entre un dueño y quien lo alquila.
Previsiblemente, el repudio no tardó en llegar. La respuesta más contundente llegó de la mano de Gustavo Melella, gobernador de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, la más austral del país, quien expresó en sus redes sociales que "el Estado que usurpó nuestras islas Malvinas en 1833 no es un mero 'inquilino' sino, por el contrario, un usurpador, saqueador y colonialista".
"Esto es inédito. Declaraciones como las de la canciller implican desconocer que hoy Argentina tiene más del 20% de su territorio ocupado por una potencia extranjera, lo cual implica una lesión severa de la soberanía y de la integridad territorial del país", dijo a Sputnik el sociólogo y analista internacional Sebastián Schulz.
De acuerdo al analista, las palabras de la ministra de Relaciones Exteriores no representan una extrañeza en la visión del Gobierno argentino. "Mondino deja en claro que no está en la agenda de Javier Milei el reclamo por la soberanía de las islas. El alineamiento hacia el Reino Unido y Estados Unidos parece primar sobre los intereses nacionales, y eso es muy llamativo", consideró.
El posicionamiento de la Administración libertaria se inscribe en el marco histórico más como una excepción que como una regla. Sin eufemismos,
Schulz remarcó que "
Argentina nunca había tenido un Gobierno que profesara un
posicionamiento tan favorable a los intereses del Reino Unido en esta cuestión, cayendo prácticamente en un sometimiento pleno a sus disposiciones".
En Argentina, la cuestión Malvinas excede a la defensa del orgullo nacional. La ubicación estratégica de las islas —y los recursos con los que cuentan— constituyen activos codiciados en medio de la reconfiguración del
comercio mundial.
La prueba cabal del potencial del archipiélago quedó de manifiesto cuando las autoridades británicas llamaron a una consulta popular para que sus habitantes se expresaran en torno al Sea Lion, un proyecto petrolero que podría cambiar la estructura económica del territorio. La iniciativa, que tendría lugar a unos 220 kilómetros al norte de las islas, permitiría la producción de unos 300 millones de barriles durante los próximos 30 años.
Consultado al respecto, Schulz apuntó que "la ocupación ha fortalecido al Reino Unido como potencia global.
Tener una base en el Atlántico Sur le permite manejar una porción considerable del comercio, sobre todo a medida que la economía se desplaza paulatinamente hacia el Asia-Pacífico".
El costo de oportunidad central que afronta Argentina —más allá del insoslayable peso emocional que la disputa reviste en la memoria colectiva— puede resumirse en la posibilidad de constituirse en potencia a nivel regional. "Una Argentina que pudiera tener el control efectivo sobre la soberanía de las islas Malvinas, Georgia, San Luis del Sur y territorios circundantes se convertiría, sin ninguna duda, en una potencia de primer orden", resumió el analista.