Stoltenberg cancelado
La OTAN le ha bajado el pulgar a su propio jefe: se trataba de un plan multianual de asistencia militar blindado para Ucrania para los próximos cinco años, ante la posibilidad latente de que Donald Trump vuelva al 1600 de la avenida Pennsylvania tras las elecciones del próximo noviembre.
Y ahí está la clave. Stoltenberg, quien está de prestado en el cargo desde hace casi dos años, quiso encarnar un papel mesiánico para de darle Volodímir Zelenski hasta lo que no tiene, con el presunto objetivo de que pueda planificar con tranquilidad nuevas ofensivas contra Rusia. Asimismo, Stoltenberg planteó que la OTAN asumiera la coordinación del envío de armas que ahora ejerce el Grupo de Rammstein, dirigido con mando a distancia desde Washington.
Desde el preciso momento en que el jefe de la Alianza Atlántica verbalizara su plan, que debería aprobarse en la cumbre de Washington a celebrarse entre los días 9 y 11 de julio próximos, los países de la OTAN lo miraron con cara de pocos amigos, para finalmente aplicarle la cancelación por considerar que el blindaje anti-Trump no es factible.
"La cifra de 100.000 millones [de dólares] era un brindis al sol. Un compromiso plurianual no es realista. La situación política es muy fluida en todos los países, no solo en EEUU. Solo hay que ver lo que está pasando en Francia. Y los presupuestos nacionales se elaboran año a año", explican personas familiarizadas con la situación.
Para explicar el fracaso del plan de Stoltenberg, el analista internacional Koldo Salazar hace una radiografía de las partes en conflicto. "A [el presidente de Rusia, Vladímir] Putin le eligen los rusos, no un grupo de multimillonarios de una empresa como BlackRock metidos en Nueva York, o donde sea, sino que Putin se debe a los rusos. Mientras la OTAN es una organización laberíntica y, desde luego, no es democrática: al igual que la Unión Europea es un laberinto de instituciones que se eligen unos a otros. Aunque parezca que haya una cierta apariencia de democracia, que no la hay, y por lo tanto, precisamente por todo ese laberinto es que lo que proponía Stoltenberg no se podía llevar a cabo".
"Frente a eso ocurre que la estructura rusa de poder le da a Moscú una capacidad de reacción de movimiento mucho más rápido y mucho más amplio que todo este grupo de diferentes organizaciones [occidentales] que tienen que estar constantemente reuniéndose e intentando llegar a una serie de consensos, precisamente porque no tienen las ideas claras. Y lo hemos visto con Robert Fico en Eslovaquia, lo vemos con Viktor Orban [en Hungría], (…) por lo tanto es imposible", enfatiza el experto.
"En segundo lugar, tenemos el hecho de que Ucrania ha perdido la guerra por completo. Ucrania no tiene ejército, lo que tiene ahora mismo es una serie de grupos milicianos de iure: forman parte de lo que es el Ministerio del Interior o de Defensa como pasaba con el batallón Azov, pero luego, de facto, son grupos independientes que van a ser un problema bastante grande para Europa y que recuerda mucho a la configuración del Afganistán de los años '80 que exportó todo el terrorismo yihadista al mundo islámico, y que amenaza con repetirse en clave de extrema derecha y nazismo en Europa y en el mundo occidental. Por lo tanto, Ucrania ya no es garantía de nada: no tiene ejército, tiene grupos de milicias que están tratando de aguantar", explica el analista.
"La estrategia rusa es brillante en ese sentido porque avanzan muy lento, porque avanza como si fuera una cosechadora, es decir, ellos se han anclado al terreno, son un muro y van recibiendo oleadas que van desmontando y van avanzando a un ritmo para ir asegurando posiciones e ir forzando que el ataque ucraniano se choque en esos muros", concluye Salazar.