La
crisis diplomática entre México y Ecuador por el asalto a la Embajada mexicana en Quito podría desempolvar algunos
mecanismos de integración latinoamericana que, después de mucho tiempo, pudieron volver a generar importantes consensos para adoptar decisiones concretas.
El primero fue la Organización de Estados Americanos (OEA), que en su sesión posterior al asalto a la embajada
aprobó una declaración de condena contra la acción del Gobierno de Ecuador, con el voto de 29 de sus integrantes. Mientras El Salvador se abstuvo, la representación ecuatoriana fue la única en votar en contra.
El caso fue tomado luego por la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que, presidida por la mandataria hondureña Xiomara Castro, convocó a los cancilleres primero y a los presidentes luego para una cumbre virtual en la que
también se consensuó la condena a Ecuador y el respaldo a la decisión de México de llevar el caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
En diálogo con Sputnik, la politóloga y analista internacional mexicana Ana Vanessa Cárdenas consideró que lo sucedido en Quito puede convertirse en "una muy buena oportunidad" para reflotar la integración latinoamericana, especialmente porque "es una causa muy fácil de defender".
A pesar de eso, la experta señaló algunos bemoles en el proceso: además de consignar que entre los países que reaccionaron al episodio hubo
declaraciones "más tibias que otras", aventuró que
la movilización regional que generó el asalto a la sede diplomática mexicana quede en "algo puntual" que no redunde en un efecto "prolongado".
En ese sentido, apuntó que
los países de la CELAC expresarán su respaldo a la denuncia internacional hecha por México, pero difícilmente "den un paso más", tanto por los "matices" entre los propios gobiernos de izquierda de la región como la falta de una institucionalidad y presupuesto propio de la CELAC.
"Creo que va a ser un buen momento de unidad, pero será una corta luna de miel", vaticinó la analista mexicana.
También consultado por Sputnik, el politólogo argentino y coordinador operativo del Grupo de Puebla Matías Capeluto diagnosticó que América Latina
"atraviesa el momento de mayor desintegración" de los últimos años, dado que "no hay organismos sólidos y estructurados que den respuestas como los que pudo haber a principios del siglo XXI".
En esa línea, señaló los cuestionamientos que recibe la OEA, especialmente desde su postura ante el golpe de Estado en Bolivia de 2019, el estancamiento de la Unasur y la
falta de una institucionalidad de la propia CELAC.
El analista valoró que, en ese contexto de desintegración, el episodio "generó una reacción internacional inmediata, no solo desde lo diplomático sino también desde lo político" y consideró que "las reacciones institucionales fueron buenas o muy buenas y el Gobierno de Ecuador quedó solo en la arena internacional".
El analista internacional colombiano Mauricio Jaramillo dijo a Sputnik que el episodio puede serle útil a México, que "había sido uno de los países más fríos en estos mecanismos". Con este episodio, consideró el experto, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador "se ve obligado a salir y tener una agenda exterior menos tibia".
Cárdenas coincidió en que lo sucedido en Quito puede marcar "un buen momento" para AMLO, que producto de su menor interés por los temas de política exterior, "en algunos momentos ha quedado a deber en este liderazgo latinoamericano que se pretendía que tuviera cuando asumió".
La analista mexicana señaló que el
presidente mexicano comenzó a tener mayor protagonismo a partir de 2020, cuando asumió la presidencia de la CELAC.
La crisis con Ecuador le permitió a López Obrador asegurarse el respaldo, esperable, de países con gobiernos afines a México como Nicaragua, Honduras o Venezuela, pero también de otros importantes como Brasil, Chile o inclusos gobiernos de otros signos políticos, incluido el estadounidense.
Para Jaramillo, es difícil imaginar que la crisis entre México y Ecuador desate algún tipo de "grieta" entre los países de la región. "No es un tema que genere polémica; incluso los gobiernos de derecha van a condenar porque a nadie le conviene que se empiecen a resquebrajar códigos diplomáticos que han funcionado incluso entre países que piensan muy distinto", señaló.
Aun así, y si bien habían condenado a Ecuador en la OEA, países como Argentina, Costa Rica, Paraguay, Perú y Uruguay desistieron de participar en la cumbre de presidentes de la CELAC convocada por Xiomara Castro, alegando que no se cumplía el requisito de "consenso" necesario para citar a una cumbre de presidentes.
Para Capeluto, una posible explicación es que
"los nuevos gobiernos de derecha que hay en la región no creen en la integración, no reconocen a la región como un ámbito en el que desarrollarse y solamente
miran a EEUU como único socio comercial y político".
Cárdenas identificó que en la región existen, actualmente, "ciertas tentaciones autoritarias" que podrían facilitar este tipo de episodios y dificultar el cumplimiento de acuerdos entre países.