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El turismo estadounidense en México levanta ámpulas en ciertos sectores por su "lógica colonialista"

En la actitud de algunos turistas y migrantes estadounidenses que llegan a México —ya sea para trabajar o vacacionar— hay un profundo componente de clase y poco interés por tratar de entender y adaptarse a la cultura local, dijeron a Sputnik diversos expertos.
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En marzo, dos territorios mexicanos fueron escenario del encono y la indignación de sus habitantes debido al comportamiento de turistas y migrantes estadounidenses.
Uno de los casos tuvo lugar en la Ciudad de México —capital del país latinoamericano considerada como una de las 10 mejores metrópolis del mundo por su riqueza cultural, gastronómica y de entretenimiento, según el listado de las 50 mejores ciudades del mundo que elabora la revista Time Out, que la catalogó como una de las más hermosas del planeta—, cuando una modelo estadounidense con residencia en la megaurbe manifestó su desagrado por el sonido de los tradicionales organillos —instrumentos de origen alemán declarados patrimonio cultural que reproducen melodías clásicas como el Danubio azul—, al que tildó de desagradable.
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En una serie de historias de Instagram (prohibido en Rusia por extremista), la joven declaró que "darles dinero a estas personas [a los organilleros] es como decirles que contaminen con su ruido".

"Por eso yo no lo hago, ni siquiera suena tan bien (...) No soporto a estas personas que convierten esta caja de música en sonidos horribles", dijo la modelo mientras fruncía el ceño en señal de fastidio.

El segundo caso ocurrió menos de dos semanas después, luego de que un grupo de hoteleros de Mazatlán, Sinaloa (norte), intentó restringir la música de banda sinaloense —tradicional de esa región— en las playas que tienen concesionadas, alegando que sus huéspedes estadounidenses se quejan del ruido.
"En nuestro hotel la queja más grande que tenemos es el tema del ruido, no solamente en la playa con las bandas, también con todos los bares y antros y todo lo que está en la vialidad que nos pasa de frente", señaló el gerente del hotel DoubleTree by Hilton de Zona Dorada, Ben Berdejo.
A Berdejo se sumó el empresario y fundador del Grupo Pueblo Bonito Golf & Spa Resorts, Ernesto Coppel Kelly, quien aseguró que ha recibido cientos de quejas de turistas estadounidenses por el "escándalo", por lo que hizo un llamado a "poner orden" a estas agrupaciones.
"Son un escándalo, son un desastre en las playas mazatlecas, no dejan descansar a la gente, yo tengo muchas quejas de cientos de turistas americanos que me dicen: 'no vuelvo a Mazatlán por el escándalo y el ruido', lo que provoca que tengan una proyección de destino turístico chafa, cuando todos nos estamos esforzando por invertir miles de millones de dólares", espetó Coppel Kelly.
Ambos casos provocaron indignación en la sociedad mexicana, mientras que, en Mazatlán, cientos de músicos salieron a las calles a protestar y defender su fuente de empleo.

Hay una 'lógica colonialista'

Para el filósofo, crítico de cine y profesor universitario Fernando Bustos, la actitud de estos turistas proviene de "una lógica colonialista", toda vez que estos viajeros llegan al país pensando que este tiene que adaptarse y ser servil a ellos, en lugar de hacer un esfuerzo por comprender los usos y costumbres, así como la cultura, las tradiciones y el lenguaje del lugar al que llegan.

"Tiene que ver con una lógica, con un tipo de pensamiento muy particular, que está arraigado a la ideología de su país, a la manera en la que el país o el Gobierno [de Estados Unidos] se ha comportado históricamente también con otros países, que simplemente llegan, invaden, hacen guerras y ellos son como la policía del mundo", analizó el académico en entrevista con Sputnik.

"Ni siquiera les pasa por la cabeza el hecho de decir: 'quizá debería yo de adaptarme, quizá debería yo de entender esto'", añadió.
Antes bien, dijo Bustos, lo que los turistas estadounidenses desearían es "un mundo de plástico, un mundo automático donde todo está prefabricado (…) como un turismo McDonald's, por así decirlo".
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Por su parte, el sociólogo y escritor Demian Ernesto Pavón Hernández argumentó que si bien no es posible asegurar que los estadounidenses desprecian la cultura mexicana en un sentido amplio, sí es evidente su rechazo por la cultura popular.
Por consiguiente, el sociólogo consideró que este disgusto hacia los organilleros o la música de banda sinaloense está mediado por un profundo componente de clase, ya que al externar su desprecio por la cultura popular, estos viajeros estadounidenses ponen en evidencia su desprecio por las clases bajas.

"Pienso que esto es un problema, digamos, intercultural, que tiene que ver con dos nociones de culturas distintas. Pero también tiene que ver con algo más (...) hay un profundo componente de clase (...) porque creo que un componente de clase te permite decir: 'yo soy superior a ti por una cuestión económica'", ponderó el también ensayista en diálogo con Sputnik.

¿Xenofobia hacia el estadounidense?

Aun cuando un alto número de mexicanos se ofendió con el comportamiento de los estadounidenses, como en toda disputa, se generaron bandos y hubo quienes señalaron que la animadversión contra los estadounidenses rayaba en la xenofobia.
Al respecto, Demian Ernesto precisó que la xenofobia no significa odiar a cualquier extranjero que venga a este o a cualquier país, sino que está ligada a un odio profundo hacia el migrante vulnerable.

"Eso es importante, porque hay una diferencia entre el turista y el migrante (…) el turista tiene la decisión de viajar y el migrante viaja por imposición de las condiciones de su lugar de origen", distinguió el sociólogo.

"Generalmente, la xenofobia se establece, sobre todo, a partir de un desprecio hacia las clases vulnerables que, en este caso, no son las clases turísticas norteamericanas, europeas (...) con cierto poder adquisitivo y, además, con exigencias notoriamente clasistas", agregó.
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En tanto, Fernando Bustos observó que quienes señalan a los estadounidenses por su clasismo o racismo parten de una posición crítica hacia estos viajeros, en quienes encuentran un pensamiento colonialista.
No obstante, reconoció que sí es probable que algunas personas se radicalicen y, entonces, caigan en actos xenófobos, debido a la falta de acciones por parte de las autoridades para regular tanto el turismo como la gentrificación.

"Esto sucede con cualquier tipo de pensamiento, que de repente se puede súper radicalizar (…) Pero, en un estricto sentido, lo que se señala, me parece que no es desde la xenofobia, sino desde un pensamiento anticolonialista y antiservil", apuntó el filósofo.

Mientras que Demian Ernesto vaticinó que estos choques interculturales únicamente van a ir en aumento en la medida en que permitamos la intolerancia. Además, remarcó que la migración estadounidense seguirá en aumento debido a la crisis que enfrenta ese país norteamericano.
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