Las
sanciones occidentales y los intentos de boicot empresariales contra Moscú no han logrado sus objetivos principales: perjudicar a la economía rusa —de hecho, esta ha crecido— y fomentar el malestar popular para
desestabilizar al Gobierno de Vladímir Putin. "En el aquí y ahora, las sanciones han decepcionado", agregó Fishman. Según este exfuncionario, el presidente de Estados Unidos,
Joe Biden, podría tomar medidas más "audaces" para reprimir las exportaciones rusas de energía y las importaciones de tecnología.
"Pero eso supondría fricciones con
países que se han convertido en grandes compradores de petróleo ruso, como la India, que podría reducir sus importaciones solo bajo la amenaza de sanciones u otras
medidas punitivas que podrían provocar una crisis diplomática", afirma el periódico.
De acuerdo con
The New York Times, después del inicio de
la operación militar especial de Rusia en Ucrania, Biden activó una ofensiva diplomática "tan importante como su lucha por enviar armas al Ejército ucraniano".
Pero dos años después, Rusia no está aislada como esperaban las autoridades estadounidenses, afirma el medio.
"La fuerza inherente de Rusia, arraigada en sus vastos suministros de petróleo y gas natural, ha impulsado una resistencia financiera y política que amenaza con durar más que la oposición occidental. En algunas partes de Asia, África y Sudamérica, su influencia es tan fuerte como siempre o incluso está creciendo", sostiene el rotativo.
De acuerdo con el análisis, hay evidencia de Rusia ha aumentado su influencia prácticamente en todo el mundo, excepto en Estados Unidos y en Europa occidental.
The New York Times recuerda también que el presidente Putin visitó Pekín en octubre y recibió en Moscú al ministro de Asuntos Exteriores de la India a finales de diciembre del año pasado. También, que unas semanas antes, Putin fue recibido calurosamente en Arabia Saudita y en los Emiratos Árabes Unidos.
Pero la influencia rusa también se está expandiendo en África, según un nuevo informe del Royal United Services Institute, un grupo de investigación sobre seguridad con sede en Londres.
"De ninguna manera Rusia está encajonada", dijo al diario Michael Kimmage, historiador de la Guerra Fría en la Universidad Católica de América que fue funcionario del Departamento de Estado en la administración Obama. "No está encajonada económicamente, no está encajonada diplomáticamente y transmite su mensaje sobre la guerra".
Según el periódico, Moscú también ha trabajado para evitar el aumento de los precios de los alimentos y la energía que siguió a la operación militar especial en Ucrania y hace varias semanas, entregó 34.000 toneladas de fertilizante gratuito a Nigeria, uno de los varios envíos de este tipo que ha enviado a África.
"Rusia ha sustituido a los clientes energéticos perdidos en Europa vendiendo mucho más en otros continentes [...]",
asegura el diario.