Plan B, con 'B' de Blinken
"Tenemos un plan muy claro, como ya he mencionado, para asegurarnos que Ucrania pueda valerse por sí misma —militar, económica y democráticamente—, de modo que ya no sean necesarios estos niveles de apoyo y ayuda", detalló el jefe de la diplomacia estadounidense Antony Blinken, en una rueda de prensa de fin de año.
Pero, para poder llegar a ese momento, es imperioso enviar la ayuda planeada de 61.000 millones de dólares a Kiev, según la condición planteada por Blinken, por lo cual el mentado plan suena a excusa para que el Congreso de EEUU abra la mano para entregar esa ayuda. Y luego, si acaso, se hablará del plan. Un plan del que no detalló ni una palabra.
Blinken enfatizó: Occidente debe "ayudar a Ucrania a superar el próximo periodo, a superar este invierno, a superar la primavera y el verano" y llevar al país "a un punto en el que pueda sostenerse por sí mismo". "Debemos continuar brindándoles el apoyo necesario hasta que alcancen ese punto", concluyó.
Para el analista internacional Eduardo Luque, el plan al que refiere Blinken "sería realmente un acto de magia, poco menos que un milagro, que se cumplieran los designios del señor Blinken. Demuestran que realmente la situación es agónica para el régimen de Kiev, […] y el señor Blinken no sabe cómo salir del entuerto, no sabe cómo decir al público estadounidense que EEUU no tiene capacidad financiera, ni militar, ni política, para imponer una salida, la que fuese, al conflicto ucraniano. Desde esta perspectiva está claro que la guerra en Ucrania es una guerra perdida para la OTAN, para EEUU y para Ucrania", advierte Luque.