La visita, que durará cuatro días, se realiza con motivo del 60 aniversario de la independencia de la corona británica, que Kenia celebrará en diciembre, y en medio de un renovado impulso de países del Caribe y de África para reclamar reparaciones al Reino Unido por las
atrocidades cometidas en los siglo XIX y XX en las colonias que controlaba.
Se trata, además, de la primera visita del rey Carlos III, quien se trasladó con la reina Camila a un país de la Commonwealth (Mancomunidad de Naciones) en un primer viaje de esa naturaleza desde que llegó al trono, en mayo de este año, tras la muerte de su madre, la longeva reina Isabel II, ocurrida el pasado septiembre del 2022.
Antes de su llegada, numerosos activistas y familiares de víctimas keniatas reiteraron sus pedidos públicos a Carlos III para que pida disculpas por los abusos cometidos durante el dominio británico del país africano, que se extendió casi 70 años, desde 1895 hasta 1963, así como también que acceda a pagar reparaciones por las personas torturadas, asesinadas y expulsadas de sus tierras.
Si bien el Palacio de Buckingham admitió en un comunicado que la visita podría evocar "los
aspectos más dolorosos de la historia común del Reino Unido y de Kenia" y el propio Carlos III dijo en su primer discurso en el país, durante una cena de Estado ofrecida en su honor, que "no había excusa" para los actos de "violencia abominables e injustificables" que se cometieron contra los kenianos, el monarca británico evitó pedir disculpas y tampoco anunció acciones reparatorias concretas.
Las palabras de Ruto hacían referencia al pago de casi 25 millones de dólares que el Reino Unido realizó hace diez años a 5.000 ancianos kenianos que sufrieron torturas y abusos durante el levantamiento independentista, en la década de 1950, que fue brutalmente aplastado por los gobernantes británicos.
El pago fue acordado luego de que cinco ciudadanos keniatas impusieran una demanda colectiva que el Estado británico prefiero no enfrentar.
El entonces canciller del Reino Unido, William Hague, reconoció que la
administración colonial británica había llevado adelante abusos y malos tratos que "lamentaba", pero indicó que el Estado negaba responsabilidad alguna por las acciones de la administración colonial.
En una nota publicada por el
New York Times sobre el viaje de Carlos III a Kenia, el diario estadounidense señala que el rey también enfrenta llamados a rendir cuentas por otros abusos e injusticias cometidas por el Reino Unido
en el país africano.
"Los líderes del grupo étnico Kipsigis también dicen que quieren una compensación por haber sido expulsados por la fuerza de sus tierras fértiles, lo que allanó el camino para la llegada de colonos blancos y el establecimiento de rentables granjas de té y piña", añade el artículo.
No todos los reclamos datan de décadas atrás. La visita de Carlos III también ha provocado que los legisladores kenianos vuelvan a exigir que se derogue una ley que exime de persecución judicial a los soldados británicos todavía emplazados en el país de África suroriental.
En agosto, Nairobi inició una investigación formal sobre las tropas británicas, luego de que el Comité de Defensa del Parlamento keniata recomendara analizar las denuncias de asesinato, abuso sexual y destrucción ambiental por parte de la Unidad de Entrenamiento del Ejército Británico en el país africano.
Entre los abusos más significativos que se cree que cometieron las tropas británicas está el asesinato de Agnes Wanjiru, una madre de 21 años cuyo cuerpo fue encontrado apuñalado y escondido en un tanque séptico, y cuyo caso provocó una gran indignación pública.