Vale recordar que si bien la esclavitud fue abolida en estos países en el transcurso de los siglos XIX y XX, las potencias europeas mantuvieron hasta la segunda mitad de este último el expolio de los recursos naturales en la mayor parte del Caribe, aferrándose al poder político mediante financiamiento a golpes de Estado para aplastar movimientos independentistas y el apoyo en el plano internacional, junto a EEUU, a los presidentes que respondían a sus intereses y los de sus compañías.
Pese a este pasado de explotación, hasta el día de hoy son varias las naciones caribeñas que tienen al rey Carlos de Inglaterra como jefe de Estado, una rémora del pasado colonialista del que en el último tiempo han empezado a buscar distanciarse en el plano institucional. El año pasado Barbados destituyó a Isabel como jefa de Estado, poco antes de su muerte, y Jamaica sigue sus pasos para convertirse en una república.
"Geopolíticamente, estamos ante una clara reconfiguración de estos consensos internacionales no solamente a nivel económico, sino también en cuantos a alianzas. Por eso, cuando los países del G20 comienzan a ver que los BRICS invitan a su mesa a más naciones africanas y latinoamericanas, y hablan de establecer un mundo más justo e inclusivo, de repente se interesan por incluirlos y darle voz en asuntos globales, como en la reciente invitación a la Unión Africana a ser parte del bloque", observa la especialista.
"Tal vez sea demasiado tarde para un proceso de negociación económica", reconoce Serrano, notando el mal momento por el que atraviesa el continente europeo.
De todas formas, más allá de cómo esta discusión por las reparaciones históricas vaya a resolverse, Serrano concluye que "es importante que se discuta sobre las secuelas del colonialismo, y que cada vez más países se unan y luchen contra todas las formas de imperialismo, tanto en el pasado como en el presente".
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