El 22 de mayo, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano aprobó designar al mandatario mexicano bajo esa premisa, tras los constantes roces con el Gobierno de la presidenta de Perú, Dina Boluarte.
"[La moción] está más encaminada a la imagen de López Obrador. Lo que se ha generado aquí, con la conducción de la política exterior y el posicionamiento oficial, ha sido, más bien, el actor político que dirige [el que está siendo señalado]. En este caso, el estilo personal del presidente de México es el que ha llevado a estos enfrentamientos, que son de tipo verbal", destaca en una entrevista para Sputnik.
Si bien es la primera vez que un mandatario mexicano obtendría esta restricción —aún falta que el pleno del Congreso peruano avale la moción—, sería el segundo jefe de Estado en ser señalado de esta manera en la nación latinoamericana.
En febrero, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue designado de esta manera tras comparar a los policías peruanos con los nazis. El político es otro de los que han criticado el Gobierno de la mandataria Boluarte.
"No tenemos ningún precedente al respecto y menos con América Latina, ya que las relaciones tradicionales de nuestro país [con las naciones de la región] se han mantenido [en buen camino]. Esto, en parte, es lo que le ha recriminado mucho el Gobierno peruano a México en el sentido de la no intervención (...). Ello es un fragmento de la tradición en el manejo de la política exterior mexicana que se ha visto rebasada", agrega el experto en temas internacionales.
El también docente de la UNAM explica que la postura actual de la Administración de López Obrador ha sido pragmática respecto al caso de Perú, donde ha existido un posicionamiento directo sobre la situación política de la nación latinoamericana.
Los antecedentes
La tensión entre los Gobiernos de México y Perú inició en diciembre de 2022, tras la destitución del entonces presidente peruano Pedro Castillo (2021-2022), quien había disuelto el Congreso, decretado el estado de excepción y convocado a elecciones.
Después de ser removido de su cargo por el mismo órgano legislativo, con base en la Constitución de Perú, Dina Boluarte —hasta entonces vicepresidenta de la nación— asumió el poder el 7 de diciembre del año pasado.
Durante este cambio en el Gobierno peruano, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dio a conocer que Castillo se había comunicado con él para pedirle asilo político, pero fue detenido antes de llegar a la Embajada de México en Perú. Ante ello, solicitó que se respetaran los derechos humanos tanto del político depuesto como de su familia.
Esto trajo la primera disputa entre ambas naciones latinoamericanas. El 9 de diciembre, el del Ministerio de Relaciones Exteriores peruano calificó como "injerencista" los dichos de López Obrador y llamó a consulta al embajador Pablo Monroy Conesa, quien el 20 de diciembre de 2022 fue declarado 'persona non grata' y expulsado del país.
Sumada a esta acción, el recibimiento del Gobierno mexicano para asilar a la familia de Castillo en la Ciudad de México y la negativa para entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico —donde también están Chile y Colombia— incrementaron las tensiones en los últimos meses.
Pero el 18 de mayo de este 2023, la congresista peruana Patricia Chirinos, del partido Avanza País, presentó una iniciativa ante el órgano legislativo de su país para declarar 'persona non grata' al mandatario mexicano. Cuatro días después, la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la nación latinoamericana aprobó la moción.
Para García Contreras, esta medida es solo una continuación de los dimes y diretes entre ambos países.
"En este caso, [esta iniciativa contra López Obrador] tiene que ver un posicionamiento político y una simpatía [del mandatario mexicano] con el expresidente Pedro Castillo (...). Es un episodio más de este conflicto relacionado con el proceso político peruano", destaca.
La relación a futuro
A pesar de las tensiones actuales entre México y Perú, el especialista en temas internacionales por la UNAM no prevé que la relación empeore con el paso del tiempo.
"Ahorita se mantiene la relación a nivel de encargados de negocios después de la expulsión de ambos embajadores, pero eso se verá en los próximos meses, con la [resolución] de la ecuación del sistema político peruano, y lo que ocurra en México con las elecciones presidenciales y lo que pueda venir con la persona que liderará el Ejecutivo", precisa.
El profesor estima que, en los próximos meses, las tensiones irán disminuyendo, ya que los comicios peruanos son un punto medular.
"López Obrador ya lo ha expresado: si fueran elecciones reconocidas [en Perú] por la legitimidad y a nivel internacional, y así podrían tomar su cauce las relaciones. Esto solo pasa por rispideces nacidas de simpatías [del presidente mexicano] hacia Castillo, quien está encarcelado. Pero la relación entre ambos países y pueblos ha sido muy cordial. Tienen grandes lazos comerciales, por ejemplo, en el turismo", concluye.
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