Cualquiera que sea el tratamiento que el presidente estadounidense, Joe Biden, otorgue al actual conflicto en Ucrania, su deseo de demostrar que la mayoría está unida contra Rusia sigue siendo solo un deseo. Li Xing, profesor de la Universidad de Aalborg, Dinamarca, y el autor del artículo de South China Morning Post indica como prueba que las dos mayores democracias del mundo, la India e Indonesia, prefieren abstenerse de la tensión que involucran los rivales.
Lo cierto es que Ucrania "está ampliando la disparidad mundial entre las actitudes hacia EEUU, China y Rusia", como afirma Li Xing. El autor se refiere al informe de la Universidad de Cambridge que reúne datos de 30 encuestas mundiales realizadas en 137 países.
Sus investigadores se siguen destinando a las llamadas "democracias liberales del mundo" con 1.200 millones de personas. La mayoría (87%) tiene una visión negativa ante Rusia. Sin embargo, no consiguieron ignorar que más de la mitad o 66% de "los otros", cuya cantidad es significativamente superior a la anterior y alcanza hasta 6.300 millones de personas, comparte una actitud positiva para Rusia.
En opinión de Li Xing, la explicación de tal fragmentación de la opinión mundial y la ausencia de una alianza global respecto a la operación militar rusa reside en la interdependencia económica de los Estados y la tendencia de EEUU y Europa a su política de doble rasero que se origina en la ruptura del dominio de la identidad occidental.
La globalización, continúa, "ha dado lugar a una compleja estructura mundial caracterizada por la interconexión, la interdependencia y los sistemas interconectados", pero es imposible ignorar el importante papel que Rusia desempeña en este proceso. Se habla de la posición de Rusia en la cadena mundial globalizada de suministro energético, así como, señala entretanto el autor, el ascenso de China a una posición clave en las cadenas mundiales de suministro de producción.
Al mismo tiempo, la identidad de Occidente que promueve sus valores tras la Guerra Fría se ve cuestionada por tal ascenso mundial y el éxito económico de China.
"Occidente sufre el 'síndrome de China', un conjunto de síntomas psicológicos caracterizados por el miedo, la histeria y la demonización, ya que la considera un rival sistémico", afirma Li Xing.
Mientras tanto, Occidente, a pesar de su natural resistencia al modelo chino, no puede ignorar su participación en la economía mundial, lo que provoca la ruptura de la visión estratégica del espacio global, a partir de la cual surge el doble rasero.
Las razones citadas establecen las bases de la división de opiniones en todo el mundo sobre la operación militar. Además, han conseguido afectar incluso a Europa y sus intereses, y lo procede de que algunos países de la UE han impuesto solo sanciones selectivas contra Rusia, mientras que otros se han resistido a sumarse a las sanciones por completo, especialmente los que dependen del suministro energético de Rusia.
"Las sanciones contribuyen a perturbar las cadenas mundiales de suministro, a elevar los precios mundiales de las materias primas y a ralentizar el crecimiento económico mundial", concluye el autor, y en este contexto pocos países se arriesgarán a perder el mercado chino y a luchar contra los efectos negativos de las sanciones contra Rusia.
El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció en la madrugada del 24 de febrero el lanzamiento de una operación militar especial para defender las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, previamente reconocidas por Moscú como Estados soberanos, frente al genocidio cometido por parte de Kiev. Uno de los objetivos fundamentales de la operación especial es la desmilitarización y desnazificación de Ucrania.
Desde el inicio de la operación militar de Rusia en Ucrania, los países occidentales han aumentado la presión de las sanciones sobre Moscú, pero esto ha desencadenado una inflación récord en los propios EEUU y Europa. Debido a la subida de los precios del combustible, especialmente del gas, la industria europea ha perdido en gran medida su ventaja competitiva, mientras que la estadounidense gana terreno.
El presidente de Rusia afirmó que las sanciones asestaron un serio golpe a toda la economía mundial y también señaló que Occidente tiene por objetivo empeorar la vida de millones de personas.
Según él, se desató contra Moscú una agresión de sanciones sin precedentes orientada a aplastar a corto plazo la economía rusa, "a derrumbar la moneda nacional, el rublo, a través del robo de nuestras reservas de divisas y a provocar una inflación destructiva". Sin embargo, destacó, el plan de Occidente no tuvo éxito.
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