Los intentos europeos de influir en Rusia han repercutido en la reducción del suministro de combustible desde este país, que durante años ha actuado como un socio principal estratégico en la industria de los países europeos. Ahora se ven obligados a buscar otras fuentes del crudo y gas, recurriendo a fuentes de energía alternativas y confiando en el aumento de la capacidad de exportación de Noruega y EEUU, lo que requiere bastante tiempo.
No obstante, los economistas advierten de que, sin suministros de Rusia, será muy difícil reponer las reservas. Europa solía contar con los almacenamientos de gas para el invierno mediante suministros rusos. Abandonando tal socio estable, Europa necesita esforzarse en 2023 para cumplir la tarea tradicional para invierno y llenar las instalaciones de almacenamiento de gas, pero ahora sin Rusia.
Un artículo del Financial Times señala que la economía de la eurozona ya estaba en recesión. Es previsible que el producto interior bruto (PIB) se contraiga en 2023 por razones tangibles.
Los primeros problemas provocados por las decisiones europeas hacia la cooperación con Rusia ya se han propagado por Europa. Chiara Zangarelli, economista de Morgan Stanley, afirmó que "los mercados del gas en Europa siguen presentando un grave riesgo", y añadió que "nuevas interrupciones del suministro o un invierno especialmente frío podrían provocar nuevas tensiones y nuevos aumentos de precios, causando una nueva ronda de ajustes y destrucción de la demanda".
Por su parte, Carsten Brzeski, responsable de estudios macroeconómicos del ING Bank, advirtió que "los niveles de almacenamiento de gas están descendiendo rápidamente" y que "el riesgo de una crisis de suministro energético este invierno sigue existiendo". Según el experto, "además, el próximo invierno será aún más difícil".
25 de diciembre 2022, 14:19 GMT
Los países europeos viven una crisis energética debido a las restricciones contra los combustibles rusos por la operación militar especial en Ucrania lanzada el pasado febrero. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, afirmó que las sanciones asestaron un serio golpe a toda la economía mundial y también señaló que Occidente tiene por objetivo empeorar la vida de millones de personas.
El Grupo de los Siete (G7), conformado por Alemania, Canadá, EEUU, Francia, el Reino Unido, Italia y Japón, así como la Unión Europea y Australia, se negaron a adquirir el petróleo ruso a un precio mayor de 60 dólares por barril desde el 5 de diciembre. Las empresas de estos países tienen prohibido proporcionar servicios como seguros, intermediación y asistencia financiera para el transporte del petróleo ruso a cualquier parte del mundo, a menos que el crudo se venda por debajo del umbral acordado.
Rusia advirtió en reiteradas ocasiones que no se plegará a estas condiciones. Putin promulgó a finales de diciembre un decreto que prohíbe la venta del petróleo ruso a las personas físicas y jurídicas extranjeras cuyos contratos estipulen de forma directa o implícita el mecanismo de tope a los precios.
Según él, se desató contra Moscú una agresión de sanciones sin precedentes orientada a aplastar a corto plazo la economía rusa, "a derrumbar la moneda nacional, el rublo, a través del robo de nuestras reservas de divisas y a provocar una inflación destructiva". Sin embargo, destacó, el plan de Occidente no tuvo éxito.
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