"Estamos ante una alianza política, militar, comercial y estratégica que solidifica aún más esta triada de potencias que son China, Rusia e Irán. Es interesante que Putin haya tomado la iniciativa de proyectarse hacia Teherán, lo cual demuestra la enorme importancia que tiene la República Islámica para la geopolítica rusa. Esta cumbre es el reflejo en las relaciones internacionales de una nueva fase de Moscú en su frente militar en Ucrania", observa en entrevista con Sputnik Alejandro Salgó Valencia, especialista en geopolítica del Oriente Medio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Músculo ante la OTAN
"A pesar de que el presidente Joe Biden invirtió tiempo y esfuerzo en su viaje a Israel y Arabia Saudí, Rusia persiste en mantener un diálogo permanente con los líderes de las potencias regionales de la zona en aras de tener más influencia en los precios del gas, así como un mayor equilibrio estratégico ante la potencial incorporación de Suecia y Finlandia ante la OTAN", considera Moisés Garduño, doctor en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid.
"[Esta situación] se ha traducido en pactos de inversión y colaboración estratégica que, de cierta manera, ha servido para que Moscú cultive un aliado más en su misión en Ucrania, mientras el presidente Joe Biden se esfuerza en mantener su narrativa del conflicto ante la opinión pública estadounidense y sus aliados europeos", explica el internacionalista.