El papa argentino Jorge Mario Bergoglio denunció la violencia y la barbarie que se vive en varias zonas del territorio mexicano, donde los cárteles de la droga amenazan a pueblos enteros.
El papa Francisco es jesuita igual que lo eran Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, quienes fueron masacrados dentro de su propio templo de Cerocahui, una comunidad enclavada en la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua.
"¡Cuántos asesinatos hay en México! Una vez más, repito que la violencia nunca resuelve los problemas, sólo aumenta el sufrimiento inútil!", dijo el jefe de Estado del Vaticano.
Los clérigos fueron asesinados porque le ofrecieron protección a un guía turístico llamado Pedro Palma, quien estaba siendo perseguido por un líder del crimen organizado, por motivos que, hasta ahora, se desconocen.
Cuando ingresó a la iglesia, los párrocos le abrieron las puertas para protegerlo, pero José Noriel Portillo Gil, alias el Chueco, líder criminal de la región, iba decidido a asesinarlo. Pero no sólo masacró al guía: hizo lo mismo con Javier Campos Morales y con Joaquín César Mora Salazar, los dos sacerdotes más queridos de esta comunidad indígena tarahumara.
"Este delincuente [El Chueco] es señalado como el responsable de los asesinatos, porque incluso fue identificado por uno de los sacerdotes. Está acusado, con orden de aprehensión desde el 2018, porque asesinó a un turista estadounidense", reconoció el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa del 22 de junio.
"Esto de la sierra de Chihuahua que duele tanto, porque esto no surgió de ahora, viene de tiempo atrás, cuando existía un contubernio completo entre las autoridades y la delincuencia. ¿O el señor este acaba de empezar su carrera delictiva? No, y seguramente fue tolerado", señaló el mandatario.
El Gobierno de México ya está en contacto con El Vaticano para esclarecer los hechos, que recuerdan la violencia que vivieron cientos de misioneros jesuitas a mediados del siglo XVIII, cuando fueron expulsados, perseguidos y hasta asesinados por estar en contra de las líneas monárquicas europeas. Una de las zonas de donde también fueron expulsados fue de la Nueva España, nombre que recibía el territorio mexicano cuando era dominado por los españoles.
De acuerdo con la prensa local, antes de los asesinatos, fueron secuestrados otros cuatro turistas por un grupo del crimen organizado. Hasta el momento, las autoridades mexicanas no han dado con los presuntos culpables.