Chapatín se ofende y niega la acusación antes de enterarse que la denunciante tiene 12 años: "¿No mandó su fotografía?", concluye, también entre risas.
En México la pederastia puede ser motivo de chistes desde hace décadas, a pesar de ser el primer lugar en abuso sexual infantil y embarazo adolescente, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), y el segundo en turismo sexual infantil, de acuerdo con la organización Save The Children.
Y si no es material de chistes, lo es de chismes. En pleno Día de la Mujer, la cantante Sasha Sokol denunció el abuso sexual del que fue víctima por parte del productor Luis de Llano cuando ella tenía 14 años y él 39 años. La denuncia se hizo sólo después de que medios nacionales retomaron una entrevista que Yordi Rosado hizo al productor y en la que le pidió contar detalles de su "polémico romance" con la adolescente y aclarar si hubo o no algún embarazo.
Tras la denuncia de Sokol, las críticas se centraron en Rosado, quien a pesar de ser autor del libro Quihubole con…, una popular guía de educación sexual para adolescentes —y la cual le ha permitido al comunicador dar charlas en instituciones públicas sobre salud sexual— no increpó a De Llano por la confesión del delito.
Pese a ello, hubo voces que defendieron a Rosado al aludir que hacía un trabajo periodístico y que las acciones de De Llano formaron parte de la cotidianidad, como sugirió el crítico de televisión Álvaro Cueva al escribir en Milenio Diarioque "era normal dar las nalgas como también era normal pedirlas, tomarlas, violar", o cuando la actriz Felicia Mercado justificó al creador del grupo infantil Timbiriche porque "los hombres son hombres".
La complicidad de medios e industrias culturales
En entrevista para Sputnik, la doctora Aimeé Vega Montiel, autora del estudio La responsabilidad de la televisión mexicana en la erradicación de la violencia de género contra las mujeres y las niñas: apuntes de una investigación diagnóstica, asegura que las industrias culturales han normalizado históricamente la violencia contra las mujeres y las niñas, quienes son las principales víctimas de abuso sexual infantil.
"Estos casos específicos que han sido denunciados acá en México lo que ponen en evidencia es lo que el feminismo ha denunciado históricamente: las mujeres son víctimas de opresiones por el hecho de ser mujeres y cómo esta violencia estructural está tan arraigada que en todas nuestras instituciones (la familia, la escuela, el trabajo) que no era vista como tal", declaró la investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la UNAM.
Para Cristina Salmerón, periodista coautora de Un manual urgente para la cobertura de violencia contra las mujeres y feminicidios en México auspiciado por ONU Mujeres, los medios están abordando el tema "desde ángulos que no están aportando a un debate sano" y sólo "se está echando más leña al fuego".
"Lo que hace [Yordi Rosado] no sólo en esta entrevista sino en todas las que tiene es que él se vuelve un cómplice y aprueba las cosas que le dicen: se ríe, hace chistes o les sonríe. Con tal de que le digan más cosas él normaliza todo esto y lo ve como si estuviera hablando con sus amigos. 'Ay, maté a dos personas', como con lo que pasó con Roberto Palazuelos, y ahora con Luis de Llano, 'ay, qué bribón'", critica en conversación con Sputnik.
Vega Montiel, por su parte, considera que un punto central central del problema es que empresas como Televisa se benefician de la explotación infantil con grupos precisamente como Timbiriche, los cuales funcionan en un modelo económico que tiene una estrecha relación con las estructuras que benefician a los hombres blancos heterosexuales, es decir, el patriarcado.
"Los medios actúan con terrible impunidad. Otro escenario es en la información noticiosa, cómo periódicos o medios informativos de gran prestigio, nacional o internacional, hacen apología a la violencia feminicida, por ejemplo […] y que lo hacen porque les genera muchísimos recursos, lectores", sostiene.
Ambas entrevistadas rechazan que se trate de un tema de libertad de expresión, pues se está hablando de la confesión de un delito que, además, por su tratamiento en medios, no se problematiza, simplemente se vende como amarillismo.
"Si tú estás invitando a Luis de Llano, y le vas a preguntar sobre sus conquistas de menores de edad y te ríes, pues estás apoyando, estás aceptando, estás validando todo eso", afirma Cristina Salmerón.
Una cuestión de poder
En entrevista para Sputnik, Juan Martín, exdirector de la Red por los Derechos de las Infancias en México (Redim), considera que la pederastia es la romantización de la violencia machista porque conjuga varios elementos relacionados con el poder del hombre heterosexual "incapaz" de controlar sus impulsos, la idea de la seducción infantil y el poder económico que puede ejercer el hombre sobre la víctima y que se traduce en otras formas de relaciones de poder normalizadas como los llamados sugar daddies.
"Ponía el ejemplo de las lolitas o lo que hemos estado mirando en personajes públicos: en esta romantización justifican o responsabilizan a las chicas de los cargos de violencia cuando son claramente ellos los responsables por su condición de poder", opina.
Este poder también se ejerce dentro de los círculos familiares, donde se cometen el 90% de las violaciones a niñas, según la OCDE, ya que los agresores aprovechan la cercanía para deslindarse de las acusaciones e incluso para someter a la víctima y obligarla a callar.
Rosario Alfaro, directora de Guardianes, ONG dedicada a la protección de víctimas de abuso sexual infantil, explica para Sputnik que la cultura en la que vivimos promueve estereotipos sexuales como el de las colegialas que mezclan rasgos de una mujer adulta sexualmente activa con la inocencia de una estudiante.
"El abuso siempre es un tema de poder. El amor siempre tiene que darse entre dos iguales, si no se da entre dos iguales, aunque digan que es amor, puede ser dependencia emocional. Pero en el abuso la característica principal no debe estar puesta en el sexo, sino debe estar puesta en el uso del poder: uno tiene más poder que el otro", afirma Alfaro, quien agrega que muchos de los pederastas son hombres en posición de poder: heterosexuales de más de 35 años, casados, que, al presentarse situaciones de mucho estrés o presión atacan a víctimas generalmente conocidas cuando se presenta la oportunidad.
El propio Luis de Llano confirma que se trata de una cuestión de poder al reconocer que no sabía si Sasha Sokol estaba enamorada de él cuando ocurrió el "romance" o cuando el cantante Édgar Oceransky, en un concierto de 2011, declara en un supuesto sketch que prefiere relacionarse con adolescentes porque "es más sencillo".
En México, prácticas como la fiesta de XV añostambién representan rituales para presentar a las mujeres en sociedad "como una mercancía", sostiene Alfaro, pues incluye simbolismos como la despedida de la infancia (el último juguete) y no existe equivalentes para los hombres adolescentes.
Este dominio de poder, además, se sustenta en la impunidad mediática y jurídica que tienen estos casos, pues, en México, sólo se investiga cinco de cada 100 denuncias por violencia sexual, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
"Denunciar es sumamente difícil. Cuando una víctima quiere denunciar recibe mucha revictimización. A veces sale mucho peor denunciar que no hacerlo. Además de que es un calvario la denuncia: tienes que ir a un lugar a hacerte pruebas médicas, tienes que ir a otro lugar a hacerte pruebas psicológicas, tienes que ir a otro lugar hacer la denuncia. Tienes que repetir tu discurso muchas veces cuando está demostrado que genera mucho daño a las víctimas", afirma Alfaro Martínez.
9 de marzo 2022, 19:06 GMT
La defensa de la pederastia
A pesar de las cifras aterradoras, en México se defiende la normalización de la pederastia como parte del "humor negro" de la cultura y se acusa de exageración o promover censura a quienes señalan que se trata de una apología del delito.
Recientemente, el comediante Tío Rober hizo una defensa de un podcast en el que narró cómo violó a una mujer dormida, clip compartido por la activista y comediante Cynthia Híjar luego de que una joven denunciara haber sido víctima de abuso sexual cuando ella tenía 19 años y el comediante 39. Esta defensa de la "incorrección política" ya la había hecho el humorista cuando protagonizó en 2020 OK, está bien un tributo en blanco y negro a Manhattan de Woody Allen y en la cual, al igual que en la cinta del neoyorquino, se muestra un acto de pederastia con una adolescente que en vez de 17 tiene 15 años.
"Todavía existen tipos penales retrógradas como el estupro que permite proteger desde el derecho machista o la cultura jurídica machista a los agresores sexuales de niñas y niños justificando que hay voluntad", sostiene Juan Martín, quien agrega que esta romantización de la pederastia manda un mensaje de impunidad, más que de normalización.
Para la investigadora Aimeé Vega, la negativa a reconocer esta cultura o a confrontarla se debe a la estrecha relación entre el patriarcado y el neoliberalismo, el cual ha encontrado incluso en luchas feministas —como la libertad sexual— discursos con los cuales seguir lucrando con los cuerpos de mujeres, niñas y adolescentes, como sucede con plataformas como Only Fans.
"En el patriarcado esta estructura cultural de opresión de las mujeres se fortalece con la actuación del neoliberalismo que se beneficia con la opresión de las mujeres", afirma Vega, quien ve a movimientos como el #MeToo una forma de exponer violencias normalizadas en el patriarcado.