Crecen los contagios, disminuyen las hospitalizaciones
La recrudescencia del conflicto en Ucrania tras el inicio de la operación militar rusa oscureció el tema principal de las noticias de los últimos dos años: el coronavirus.
Sin embargo, la pandemia no se extinguió y en un país como Italia, que fue la primera víctima del COVID-19 en el mundo occidental, los casos activos han vuelto a crecer en la última semana.
Si el 10 de marzo eran 971.155, siete días después aumentaron en más de 70.000, mientras las infecciones diarias crecieron en un 50% y el índice de positividad, que refleja la correlación entre los casos relevados y las pruebas efectuadas, pasó del 11,2 al 14,8%.
Al mismo tiempo, en las estructuras sanitarias del país hay cada vez menos enfermos de COVID-19. El balance de los hospitalizados, que a finales de enero superaba los 20.000, ahora resulta inferior a 9.000, entre ellos los pacientes de las unidades de cuidados intensivos son menos de 500. Comparados con el total de casos activos, los hospitalizados no llegan ni siquiera al 1%.
Mérito de la vacunación
Más contagios con menos hospitalizaciones: la explicación de este fenómeno está en las particularidades de la variante ómicron, que tiene una alta transmisibilidad, pero es menos virulenta respecto a sus predecesoras.
Las autoridades italianas declaran que la mejora de la situación epidemiológica se debe, primer lugar, a la campaña masiva de vacunación, en el marco de la cual 48,4 millones de italianos (89,6% de la población mayor de 12 años) se inmunizaron con dos inyecciones y 43 millones recibieron la dosis de refuerzo.
Según el primer ministro Mario Draghi, eso "nos da márgenes para levantar las restantes restricciones sobre la vida de los ciudadanos y empresas" después del 31 de marzo, cuando expire el estado de emergencia por COVID-19.
Abolición del Green Pass
En el contexto italiano, abolir las medidas de prevención significa, en primer lugar, cancelar el Super Green Pass, o el pase sanitario reforzado, el cual actualmente es necesario casi para todas las actividades sociales.
De hecho, en la reunión de este 17 de marzo el Gobierno decidió que, a partir del 1 de abril, los menores de 50 años ya no deberán presentarlo para acceder a sus puestos de trabajo, mientras para los que han superado esa edad la obligación seguirá en vigor hasta mediados de junio.
Además, dentro de dos semanas el Super Green Pass dejará de ser obligatorio en los espacios abiertos de los bares, restaurantes, en los hoteles y los medios del transporte público, mientras para el transporte de largo recorrido y en los interiores de los locales se mantendrá hasta el 30 de abril. A su vez, en los hospitales y las residencias de ancianos el pase reforzado permanecerá en vigor hasta el próximo 31 de diciembre.
En cuanto a las mascarillas, que se convirtieron en el símbolo más reconocido de la pandemia, los italianos tendrán que seguir usándolas en los espacios cerrados hasta finales de abril.
¿Adiós a las restricciones?
Parece que la epopeya con las restricciones anti-COVID en Italia está tocando a su fin y dentro de unas semanas las mascarillas, los test de antígenos y moleculares y el temible Green Pass pasarán a la historia. Pero eso no quiere decir que el coronavirus desaparecerá.
"Nada sugiere que la evolución antigénica se ralentice en el futuro", advierte la prestigiosa revista científica Nature. Es más, todo indica que habrá "nuevas variedades del coronavirus con gravedad imprevisible". En cuanto a la menor virulencia de la ómicron, los científicos suponen que se trata de una "coincidencia afortunada".
Por lo tanto, Italia, y el mundo, deberán acostumbrarse a vivir con la constante amenaza de nuevas variedades del virus y mantener la cautela. En cuanto al levantamiento de las restricciones, aún es temprano para decir si es un adiós definitivo.
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