El torillo andaluz fue una de las obsesiones de los ornitólogos en España durante los últimos años. Este pequeño pájaro de color marrón fue buscado por los expertos, sin embargo, no apareció. Ni los trucos de los investigadores, ni los mejores perros de caza dieron con su paradero. El Libro Rojo de las Aves de España le dedicó una nota al animal en sus páginas: se trataba de la primera ave extinguida en Europa en un siglo y medio.
El biólogo Carlos Gutiérrez Expósito llegó en 2005 al Parque Nacional de Doñana para certificar si quedaba algún torillo vivo en Andalucía. Los últimos ejemplares conocidos fueron documentados en 1981, después de que unos cazadores abatieron a este pájaro, al que confundieron con una codorniz. A partir de ese momento, la sombra cayó sobre la especie.
El torillo andaluz acostumbra a anidar cerca del mar. Pero, no es fácil de ver. Es un animal esquivo que vive agazapado en la vegetación. Los biólogos peinaron Doñana en su búsqueda. También distintos puntos del litoral de Cádiz y Almería. Pero, nada. El ave había desaparecido de España. La causa era el ser humano.
Y es que este pájaro tenía como hábitat natural una franja costera de temperaturas suaves que en la actualidad ocupan urbanizaciones y cultivos intensivos. La destrucción del litoral acabó con el hogar del torillo andaluz y por ende con su presencia en España.
Desde SEO/Birdlife, organización autora del Libro Rojo de las Aves de España, apuntan especialmente al desarrollo de la agricultura intensiva como uno de los mayores peligros para las especies. La actividad económica destruye su hábitat natural y también los cultivos tradicionales, donde hay más espacio para la vida salvaje. La fumigación acaba con los insectos que sirven para alimentar a sus crías, lo que se traduce en una drástica reducción de sus poblaciones.
La aceleración económica extinguió al torillo de Andalucía. Sin embargo, no de África. En 2009, Gutiérrez Expósito validó la presencia del animal en la costa atlántica de Marruecos. Eso sí, la amenaza vuelve a llamar a la puerta. En 2011 se contabilizaron casi 2.000 ejemplares. En 2017 su población se estimó entre 600 y 700. Una drástica contracción producida por la intensificación agrícola en el país del Magreb.
SEO/Birdlife apunta a que sería necesario que España, Marruecos y Argelia, donde podría quedar otra importante comunidad de torillo, tomen medidas para salvar a la especie. Desde la protección de sus últimos refugios naturales hasta la gestación de programas de crianza en cautividad para proteger la especie. De momento, Rabat bloquea la cesión de ejemplares a España para su reproducción. Según la organización, subyacen problemas diplomáticos, no técnicos. Y es que el Zoobotánico de Jerez ya ha probado con éxito reproducir otras clases de torillos.
Su reintroducción en España podría ser una realidad, ya que el torillo andaluz está incluido en el listado de especies de fauna extinguidas. Razón por la que las instituciones están obligadas a fomentar su recuperación. El problema es que queda poco de sus antiguos hábitats. El monte bajo mediterráneo fue destruido por la industria maderera, la construcción, la agricultura y el turismo. Situación que podría suceder en la costa marroquí.
El desarrollo humano sin control pone en entredicho la supervivencia de la fauna autóctona. El torillo andaluz es un ejemplo de ello. De momento, saluda desde el otro lado del Estrecho de Gibraltar. Al menos por ahora.