"Si bien será necesario evaluar más a fondo el cuadro completo de los daños causados por este gran desastre, sabemos que son significativos", señaló Stephen Ndegwa, director del BM para Papúa Nueva Guinea y las islas del Pacífico.
El ejecutivo aseguró que "el Banco Mundial está hombro con hombro con los tonganos en este momento difícil, y lo seguirá en los meses y años venideros".
Según las expectativas, los fondos de emergencia aprobados por el BM permitirán a Tonga restablecer los servicios básicos y ayudar a las familias más afectadas.
Paralelamente, el Banco Mundial sigue financiando dos proyectos que buscan potenciar la resiliencia de infraestructuras clave en Tonga, incluidos los edificios gubernamentales, escuelas, puertos aéreos y marítimos, y ayudarle con la alerta temprana y la respuesta frente a los desastres naturales, particularmente la actividad volcánica y los tsunamis.
El 15 de enero explotó el volcán submarino Hunga Tonga-Hunga-Haapai, ubicado a 65 kilómetros al norte de la capital tongana, Nukualofa. Según expertos, fue la mayor erupción registrada en el planeta en al menos las tres últimas décadas.
El volcán generó una columna de ceniza de al menos 30 kilómetros de alto y 260 kilómetros de ancho que dejó una gruesa capa en la isla principal del archipiélago, Tongatapu. En la costa occidental de Tongatapu se declaró el estado de emergencia.
La erupción también provocó una serie de tsunamis que se fueron expandiendo por varias zonas de Asia y las Américas en el Pacífico.
Hasta la fecha, el Gobierno de Tonga confirmó la muerte de al menos tres personas a causa de la erupción submarina.
El oleaje anómalo también provocó la muerte de dos personas en la costa de Perú.