54 millones de mujeres abandonaron la fuerza laboral en el mundo en lo que va de la pandemia. Para América Latina, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020 la tasa de participación laboral de las mujeres experimentó una baja histórica de 5,4 puntos porcentuales (un retroceso de 10,3%) llegando a 46,4%.
Esto significa que cerca de 12 millones de mujeres salieron de la fuerza laboral regional debido a la destrucción de sus empleos. El retroceso en la participación laboral de las mujeres se produjo después de décadas en las cuales se había registrado un aumento constante en su incorporación al empleo remunerado.
De acuerdo con los datos del Panorama Laboral de la OIT, hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación de las mujeres.
La tragedia de femicidios
El castigo diferencial de la crisis económica en las mujeres tiene otro dato dramático: el femicidio como forma extrema y letal de la violencia de género que continúa afectando a miles de mujeres y niñas cada año en América Latina y el Caribe.
Al menos 4.091 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países (17 de América Latina y 9 del Caribe) en el año 2020, una disminución de 10,6% con respecto a 2019, cuando se reportaron 4.576 casos, de acuerdo con datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, que cada año consolida y actualiza las cifras de femicidios/feminicidios y muertes violentas de mujeres por razones de género proporcionadas por los gobiernos.
A pesar de que ha aumentado la visibilidad de esta tragedia por la presión ejercida masivamente por los movimientos de mujeres que han expresado su rechazo a la violencia de género, el indicador regional es una aproximación porque aún no hay una metodología común para generar estadísticas estandarizadas sobre este delito.
Los números de 2020
De acuerdo con el último relevamiento de la CEPAL, en América Latina, las tasas más elevadas de femicidio se registran en Honduras (4,7 por cada 100.000 mujeres), República Dominicana (2,4 por cada 100.000 mujeres) y El Salvador (2,1 por cada 100.000 mujeres), aunque estos tres países registraron una disminución respecto a 2019, al igual que Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala, Paraguay, Puerto Rico y Uruguay.
Argentina, Chile, México y Nicaragua mantuvieron las mismas tasas de femicidio que en 2019, mientras que Ecuador, Costa Rica y Panamá registraron un aumento en comparación con el año anterior.
En el Caribe anglófono, cuatro de nueve países y territorios con datos disponibles sobre muertes violentas por razones de género registraron un aumento de la tasa por cada 100.000 mujeres entre 2019 y 2020. En Granada subió de 1,9 a 5,5 por cada 100.000 mujeres; en San Vicente y las Granadinas de 0 a 5,5; en Suriname de 1,1 a 2,8; y en Trinidad y Tabago de 2,9 a 3,1. Cabe destacar que ningún país o territorio de esta subregión tiene tipificación del delito de femicidio.
"No nos cansaremos de visibilizar la violencia que afecta a las mujeres y a las niñas de nuestra región a diario y que repercute en la sociedad en su conjunto, pues constituye un obstáculo para el logro de la igualdad y de un desarrollo y una paz sostenibles", declaró Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra cada 25 de noviembre y que da inicio a 16 días de activismo hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
Las otras víctimas
En términos absolutos, en 18 de los 26 países que informan a la CEPAL, el número más alto de femicidios en 2020 correspondió al tramo de edad de entre 30 y 44 años (344 mujeres).
Las adolescentes y mujeres adultas jóvenes de entre 15 y 29 años representaron el segundo rango con mayor incidencia, con 335 víctimas en 2020. También genera alerta, según la CEPAL, la situación de las niñas y adolescentes de la región: al menos 40 niñas menores de 15 años fueron víctimas de femicidio.
25 de noviembre 2021, 20:15 GMT
El femicidio no afecta solamente a las víctimas directas, sino también a todo su entorno y, en particular, a sus dependientes más cercanos. Al menos 357 niños, niñas y adolescentes, así como otros dependientes, se encontraban bajo el cuidado de las víctimas que se contabilizaron en 2020 en siete países de América Latina: Argentina, Chile, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Uruguay.
Si bien los países de la región han avanzado en la última década en la producción de estadísticas sobre femicidio, los sistemas de registro a nivel nacional y de estandarizar la información son débiles, por lo que resulta necesario contar con mejores datos para el análisis de las características del delito a nivel nacional, así como para mejorar la comparabilidad regional e internacional, sostiene la CEPAL.
Estadísticas de una pandemia en las sombras
En ese sentido, autoridades de los países de América Latina y el Caribe reafirmaron su compromiso con la incorporación de la perspectiva de género en la producción estadística e instaron a romper el silencio estadístico para alcanzar la justicia social, durante la 11° reunión de la Conferencia Estadística de las Américas (CEA).
El encuentro, que se desarrolló de manera virtual y presencial, congregó a representantes de 33 estados miembros de la CEPAL y siete miembros asociados, además de delegados de organismos internacionales y del Sistema de las Naciones Unidas en la región.
"La comunidad estadística de la región está más fuerte y más activa que nunca", afirmó Bárcena durante su intervención, en la que resaltó que "la confianza es el principal activo de las estadísticas y todo esfuerzo destinado a aumentarla y fortalecerla es esencial".
En relación con la violencia contra las mujeres, advirtió que en América Latina y el Caribe no se puede hablar de justicia e igualdad sin abordar la gran pandemia que ha permanecido por muchos años en las sombras: la violencia por razones de género contra las mujeres y su forma más extrema, el femicidio.
Subrayó que las estadísticas actuales sobre el femicidio carecen aún de mayor normalización, por lo que invertir en su mejoramiento es un imperativo que responde al deber de los Estados.
Este proceso, que posibilitará que los Estados y las sociedades cuenten con evidencia sólida, sistemática y de calidad, permitirá fortalecer de modo integral el abordaje de una de las más graves violaciones a los derechos humanos en la región.
"Nuestro mensaje es contundente: la violencia contra las mujeres, sin importar el lugar en que ocurra, es inaceptable. Tenemos que romper ese silencio estadístico que hace tan esquiva la justicia social", concluyó.
La crisis castigó más a las mujeres
La tolerancia social e institucional, la impunidad y la dificultad para acceder a servicios de salud y de justicia oportuna y de calidad, entre otros factores, contribuyen a que todas las formas de violencia contra las mujeres ocurran y se perpetúen.
Las 13,1 millones de mujeres que han visto desaparecer sus puestos de trabajo a causa de la abrupta baja en la participación laboral y el aumento del desempleo este último año, se suman a cerca de los 12 millones que ya estaban afectadas por la desocupación desde antes de la pandemia.
En total, según cálculos de la OIT, alrededor de 25 millones de mujeres en la región están desempleadas o se encuentran fuera de la fuerza de trabajo en este momento.
"Lo que no se paga no se valora y por eso muchas mujeres son tratadas como mártires. Nosotras hacemos el trabajo no remunerado y no se nos paga por ello. Es un trabajo que no se valora y que no parece importarle a nadie", explicó Reshma Saujani, fundadora de Marshall Plan for Moms, un plan para brindar apoyo a las madres a través de pagos directos y otras políticas, en un encuentro organizado por el FMI y que contó con la moderación de Sabina Bhatia, secretaria adjunta de la institución.
En relación con los países en desarrollo, Saujani se refirió a la necesidad de incrementar los pagos en efectivo a mujeres, prestarles ayudas económicas para servicios de salud y cuidado de niños y cambiar el discurso sobre la igualdad de género en el hogar. "No podremos recuperarnos si dejamos atrás a la mitad de la población", aseguró.
Saujani describió cómo las mujeres, especialmente las madres trabajadoras de bajos ingresos, han soportado la peor parte de la pandemia, perdiendo empleo en los sectores minorista, sanitario y hotelero, donde están representadas de forma abrumadora.
Señaló que el Plan Marshall para mujeres incluye recomendaciones de políticas para que las empresas y los gobiernos aborden los desafíos que enfrentan las madres, especialmente las mujeres de color, que tenían que hacerse cargo del cuidado infantil no remunerado, atender las necesidades de educación en el hogar y administrar el hogar.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK