El 17 de noviembre los contagios diarios con el COVID-19 en Italia volvieron a superar los 10.000 casos diarios por primera vez en seis meses. Por ahora la situación es mejor en comparación con lo que está pasando en otros países europeos, que tienen una tasa de vacunación más baja respecto a la italiana, pero la preocupación va creciendo.
Niños en el punto de mira de la gripe
Sin embargo, en las últimas semanas los médicos indican que el coronavirus no es la única amenaza epidemiológica, con la que se enfrenta el país: desde mediados de octubre Italia está viviendo una epidemia de gripe.
Según el último informe sobre la gripe del Instituto Superior de Sanidad (ISS), en la segunda semana de noviembre la incidencia alcanzó los 4,2 casos por mil habitantes, más del doble respecto a las infecciones con el COVID.
Hay otros factores preocupantes. El ISS habla de un total de 811.000 contagios con la gripe desde el inicio de la temporada, con cifras particularmente elevadas en Piamonte, Lombardía y Emilia Romaña. Sin embargo, hasta el momento siete de las 20 regiones italianas no han activado el sistema de vigilancia antigripe InfluNet, con lo cual la cifra real podría ser mayor.
Además, a diferencia del coronavirus, la categoría más vulnerable al contagio son los más pequeños. Entre el 8 y el 14 de noviembre la incidencia llegó a 17,87 casos por mil para los menores de 5 años, mientras para los niños entre 5 y 14 años se situó en 4,47, para los adultos entre 15 y 64 años en 3,63 y para los mayores de 65 años en 2,07.
Efecto colateral de las medidas anti-COVID
Tampoco tranquilizan las comparaciones con los años anteriores. Es verdad que en otoño de 2020, cuando Italia estaba en semiconfinamiento para combatir la segunda oleada del coronavirus, la gripe cedió el campo al nuevo intruso y casi desapareció.
Sin embargo, según afirma al portal Adnkronos el secretario general de la Federación de médicos de medicina general, Silvestro Scotti, este otoño "la curva inicial de la gripe es cuatro veces más alta respecto a la media de los últimos quince años".
Si, tras retroceder hace un año, la enfermedad vuelve con tanta fuerza, es por un efecto colateral de las medidas anti-COVID: con todas las restricciones que hubo el año pasado la población italiana no pudo desarrollar los anticuerpos contra la gripe.
Ahora su contraofensiva conlleva otro riesgo: "Si uno se contagia con el virus gripal, que puede dejar para mucho tiempo síntomas como la tos, y después contrae el COVID-19, los estornudos y la tos crean el riesgo de difundir aún mas el coronavirus", explica Scotti.
Las previsiones para este invierno son poco halagadoras. A finales de septiembre, antes de que empezase la difusión de la gripe, el virólogo de la Universidad de Milán, Fabrizio Pregliasco, vaticinó que el total de los infectados oscilaría entre 4 y 6 millones de personas. El ritmo actual deja entender que se trata de un pronóstico conservador, sobre todo si se tiene en cuenta que la difusión de la gripe se acelera con el descenso de las temperaturas.
Armas contra la gripe
Frente a la epidemia de la gripe, que anteriormente causaba entre seis y diez mil muertes al año, los médicos sugieren medidas idénticas a las que se tomaron contra el COVID-19:
mantener la distancia social,
usar la mascarilla,
lavarse a menudo las manos,
ventilar los espacios cerrados.
Pero, igual que en la lucha contra el coronavirus, el arma principal contra la gripe es la inmunización. Para esta temporada invernal las regiones ordenaron unos 19 millones de vacunas antigripales, las cuales pueden suministrarse junto a los fármacos anti-COVID.
Según una encuesta de la Asociación Nacional de Medicamentos de Automedicación (Assosalute), más de un tercio de italianos están dispuestos a vacunarse contra la gripe y el 80% ahora da más importancia a su estado de salud y a la prevención respecto a los tiempos pre-COVID.
Cabe esperar que, tras la dura experiencia del COVID-19, las voces de los antivacunas se oigan menos y los que piensan inocularse contra la gripe lo hagan de verdad.