"Hoy empieza nuestra lucha por no pagar la deuda externa", afirmó Hebe de Bonafini, titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, el domingo 17 de octubre. Su discurso fue ante la movilización por el Día de la Lealtad que cada año celebra el movimiento peronista en Argentina, reuniendo a miles de personas.
En esta ocasión la convocatoria a la Plaza, a la que se sumaron numerosas organizaciones, fue encabezada en gran parte por las Madres bajo la consigna de "no pago de la deuda externa, nosotrxs no debemos nada".
La movilización de un sector importante del Frente de Todos (FdT) fue el regreso a las calles para un movimiento acostumbrado al ejercicio de la política con fuerte presencia en el espacio público. Por otra parte, fue el espacio para poner sobre la mesa del debate público un punto central de la situación económica y las perspectivas hacia el futuro: la deuda externa, en particular con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Es muy importante, que es algo que no pasó en este tiempo, quizás por la pandemia, que todo este proceso de discusión sobre la deuda esté acompañado por la movilización popular", afirma Itai Hagman, diputado nacional del FdT, integrante del Frente Patria Grande, y licenciado en Economía, que acudió a la movilización del domingo 17.
"Cuando peleás contra sectores muy poderosos no alcanza con los argumentos y la razón, que la tenemos, los argumentos del lado de Argentina son contundentes, no alcanza, porque es una disputa de poder no solamente argumentativa, históricamente los movimientos populares la forma que tienen de demostrar su poder es con la movilización, expresándose en las calles", explica Hagman, que también es parte de la Comisión Bicameral de Seguimiento y Control de la Gestión de Contratación y de Pago de la Deuda Exterior de la Nación.
La situación de Argentina frente a la deuda con el Fondo es muy compleja. El Gobierno logró un primer paso: "Resolvió exitosamente con los acreedores privados el año pasado, reestructurando la deuda que eran alrededor de 60.000 millones de dólares de capital", lo cual permitió lograr cerca de 30.000 millones de dólares de ahorro, dice Hagman. Luego siguió la renegociación de los bonos bajo legislación local, también alcanzada. Queda ahora la deuda con el FMI, para lo cual, el ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo recientemente en Estados Unidos.
La deuda con el FMI, la peor herencia
"El acuerdo con el Fondo probablemente sea una de las peores, sino la peor herencia del Gobierno de Macri, fue el resultado de un proceso de endeudamiento que probablemente haya sido el más intenso de la historia argentina", señala el diputado electo en el 2019.
"Hablamos de los ciclos de endeudamiento, el que comenzó con la dictadura del 76 y terminó con la crisis del 89, el que se realizó durante la década de los 90 y terminó en la crisis del 2001, y este fue un tercer ciclo de endeudamiento, pero mucho más concentrado en el tiempo", dice.
En 2018, el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) negoció con el organismo un monto de 50.000 millones de dólares, ampliado a 57.000 millones. Cuando Alberto Fernández asumió la presidencia en diciembre del 2019 ya se habían desembolsado 44.000 millones, pero Fernández frenó los desembolsos por parte del Fondo.
Itai Hagman, diputado nacional del Frente de Todos e integrante del Frente Patria Grande
© Sputnik / Marco Teruggi
"Es una deuda absolutamente imposible de pagar", explica Hagman. "Primero porque Argentina no tiene esas divisas, no las tiene en las reservas del Banco Central, esos dólares que entraron no se usaron para inversiones productivas, que mejoren la capacidad exportadora, que generen desarrollo económico, tampoco se quedaron guardados, salieron con el sistema de la fuga, con lo cual la Argentina no tiene los dólares, pero tiene la deuda". El cronograma pactado para el pago, originalmente de tres años, también "era obviamente imposible de sostener".
¿Por qué el FMI realizó un préstamo que no podía ser cumplido? La única explicación, para Hagman, es geopolítica, porque "desde el punto de vista económico-financiero no tiene sentido, es más, el propio Fondo inició una suerte de auditoría interna para determinar cuáles fueron los fundamentos técnicos-financieros para dar ese préstamo, claramente es un préstamo político, el Gobierno de Donald Trump jugó fuerte", sostiene Hagman.
"Esa es la diferencia en la negociación con el FMI con respecto a los acreedores privados, para bien y para mal, para mal porque como representa los países es mucho más difícil pelearse con el Fondo, es pelearte con los países que están detrás, tiene consecuencia para un país como la Argentina que necesita que esos países le compren", señaló el diputado.
Renegociación
Movilización a Plaza de Mayo
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La responsabilidad del FMI ha sido señalada reiteradamente por el propio presidente, la vicepresidenta, Cristina Fernández, y el ministro Martín Guzmán. "Acá hay una corresponsabilidad, el Fondo no es una víctima de este proceso de endeudamiento que ahora hay que resarcir, sino que también es victimario porque tuvo responsabilidad en este proceso", afirma el diputado nacional, y por eso, la renegociación "tiene que estar planteada en unos términos que obliguen al Fondo a hacerse cargo de esta situación".
Hagman se muestra preocupado por dos asuntos. En primer lugar, "que terminemos haciendo un acuerdo que tampoco se pueda cumplir", y las condicionalidades que acompañen un acuerdo, porque "con el Fondo no discute la deuda, sino que discute un programa económico".
Uno de esos condicionantes que podría intentar imponer el FMI es el de metas fiscales, que "pueden limitar la capacidad de política expansiva que puede tener el Gobierno", sostiene. "La Argentina hoy tiene una economía muy deprimida, necesita recursos para reactivarla y entonces no puede ir a un programa, no digamos ajuste fiscal, de moderación fiscal, porque necesita volcar recursos a la economía real".
"Deuda externa y deuda interna, si vamos a honrar la deuda que no sea en detrimento de pagar la interna, busquemos la manera de hacer las dos cosas", concluye Hagman.
Ese es uno de los temas centrales en la renegociación. Existen otros, como los tiempos para pagar, que deberían, según el diputado, ser más de los diez años previstos como máximo por el Fondo y por lo tanto rever el estatuto, y el quite de la sobretasa de intereses.
Millones que se fugaron
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"El ciclo de endeudamiento del macrismo fue la contracara de uno de los procesos de fuga de capitales más intenso de la historia argentina". Según explica Itai, de los cerca de 100.000 millones de dólares de deuda tomados por el Gobierno de Macri, cerca de 86.000 millones se fugaron: "Podríamos decir que casi nueve de 10 dólares que entraron por deuda salieron por fuga".
La Comisión Bicameral de la Deuda se encuentra en proceso de investigación de quiénes fugaron. Según el diputado, lo central no son tanto las acciones de tipo penal, debido a que, bajo el Gobierno de Macri el procedimiento de fuga fue legal, aunque puedan haber existido irregularidades.
El eje principal debe estar político y económico: "Muchos de esos sectores que fugaron son quienes hoy están detrás de la formación de precios en el mercado interno, que siguen demandando dólares para pagar sus deudas o importar productos".
"Mi obsesión son dos cosas, uno, cómo evitar que esto vuelva a pasar, qué cambios legislativos, normativos hay que hacer para que el día de mañana un gobierno no pueda volver a endeudar y habilitar una fuga de capitales como la que pasó", explica Hagman.
Esto es clave en un país que, según los Papeles de Pandora, aparece como tercero en el mundo por la cantidad de cuentas offshore.
En segundo lugar, "¿cómo recuperamos parte de esos dólares que los argentinos tienen fuera? Para Hagman, esta es la discusión que hay que dar con el poder económico, aunque "no alcanza solamente con plantear qué acuerdos se pueden hacer para que vuelva esa plata, sino que también hay que tener un instrumento quizás de penalización que permita que esos recursos empiecen a volver".
¿Qué alternativas hay para pagar la deuda?
Movilización a Plaza de Mayo
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Hagman considera que "la deuda principal es con el pueblo". Esto "no significa que no vamos a hacernos cargo de compromisos que Argentina tiene con acreedores externos, ni de las exigencias que puede tener el empresariado, sino que tenemos una prioridad (…) no podemos permitirnos poner por delante el problema de los acreedores externos o el poder económico por sobre las necesidades de la gente", afirma.
La situación es compleja, mala. ¿Una tercera vía? "Vengo pensando mucho en esto, pero no sé si es factible, que es encontrar otros socios comerciales en el mundo, pienso en China, por ejemplo, que pueda generar una suerte de asistencia financiera que permita afrontar la deuda con el Fondo y sacarse ese cepo de encima".
Por el momento el acuerdo con el FMI no ha terminado de concretarse y existen diferentes enfoques en el FdT. "Es posible que haya algunos que priorizan una mirada más técnica que política, que piensan que la negociación es un tema de ponernos de acuerdo en los aspectos económicos-financieros, que por su propia formación tienden a pensar que esto es un problema de tasas de interés, plazos y capital y nada más".
Otro enfoque puede ser el de quienes piensen que "la clave para tener estabilidad económica y política en Argentina es no pelearse con el poder económico", posición que no comparte. "Los Gobiernos nacionales y populares los momentos de estabilidad los lograron empoderando al pueblo y desde ese lugar generando condiciones para un diálogo desde una posición de más fuerza, tenemos que pensar cómo hacemos eso en este contexto, porque podríamos decir que estos dos años lo intentamos por la otra vía". La movilización del 17 de octubre se presentó como un paso en ese sentido.
Aún falta para saber cuál será el desenlace final de la negociación. Según el presidente Alberto Fernández, la decisión es "encontrar un rápido acuerdo con el FMI", pero que "no conduzca a un mal acuerdo". El resultado de la renegociación será un paso determinante para las posibilidades económicas del país de lograr revertir la actual situación marcada por un 40% de pobreza y avanzar en un sendero de crecimiento.