Drogas y jóvenes para un gurú
El pasado 1 de septiembre el "gurú de la comunicación" Luca Morisi presentó su dimisión de los cargos que ocupaba en el partido derechista Liga.
"No hay ningún problema político, en este período solo necesito desconectar por motivos familiares", explicó a sus compañeros atónitos.
Pocos días después los medios italianos ofrecieron una versión muy diferente, según la cual Morisi habría dimitido, porque la Fiscalía de la ciudad de Verona abrió contra él una investigación por cesión y posesión de sustancias estupefacientes.
Nuevos detalles emergieron de una entrevista que concedió a los diarios Repubblica y Corriere della Sera uno de los jóvenes que pasaron con Morisi una noche de "sexo y drogas" entre el 13 y el 14 de agosto y que cobró unos cuatro mil euros por ello.
El joven recordaba mal los detalles de la velada: "perdí en parte la memoria", porque consumió una droga ofrecida por Morisi. El estupefaciente produjo un efecto tan fuerte, que el muchacho se escapó espantado y poco después llamó a los carabineros. Cuando llegaron les dijo que en la mochila tenía una botella con BHC, también llamada la droga de la violación. Los carabineros se dirigieron hacia la casa de Morisi, donde, además del BHC, encontraron dos gramos cocaína.
¿Quién es Luca Morisi?
Si hoy la Liga es uno de los partidos más importantes del país, en buena medida es mérito de Morisi.
En las elecciones parlamentarias de 2013 el partido, que entonces se llamaba la Liga del Norte, obtuvo el 4% de los votos. En los años siguientes, siguiendo los consejos de Morisi, se quitó la definición "del Norte" del nombre y se transformó en un partido soberanista.
En 2018 ya se convirtió en el primer partido de la derecha italiana, con el apoyo del 17,4% de electores. Alcanzó el ápice de su popularidad en agosto de 2019, cuando, según un sondeo, estaba dispuesto a votarlo el 38% de los electores.
En buena medida este éxito fue mérito de Luca Morisi, doctor en filosofía y especialista en mercadotecnia, y de su máquina de propaganda, que él mismo apodó "La Bestia". Apostando por las redes sociales, Morisi bombardeó a los usuarios con selfis, fotos de gatitos y comida y eslóganes llamativos. Uno de sus hallazgos fue la competición "Vinci Salvini" ("Gana a Salvini"): el que daba más "me gusta" a las publicaciones de la Liga ganaba un encuentro personal con el jefe del partido Matteo Salvini.
Todo esto se condimentaba con un lenguaje burdo y ofensivo respecto a los adversarios políticos de la Liga. En su cuenta de Twitter Salvini, asesorado por Morisi, trataba de "nazis rojos" a los anárquicos, calificaba de "circo" el Consejo de Europa y definía como "estúpida" a la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi. La agresividad daba buenos resultados: con sus casi 5 millones de seguidores, Salvini se convirtió en el político italiano más popular en las redes sociales.
Salvini sin la bestia
Ahora, que la Bestia se quedó sin su jefe, Salvini repite que no quiere comentar "los asuntos personales" de su amigo, que simplemente "se equivocó", y sigue insistiendo que no hay ningún escándalo.
Sin embargo, el "asunto personal" de Morisi le está pasando factura al partido soberanista. Por una razón bien clara: en los últimos años uno de los caballos de batalla de la Liga fue la lucha contra la droga y los traficantes. Mientras ocupaba el cargo de ministro del Interior, Salvini presentó el proyecto "cero droga" que preveía la detención incluso por pequeñas cantidades de droga. Si hubiera sido aprobado, Morisi ahora estaría en la cárcel.
Esta incoherencia y el titubeo de Salvini desconcierta a los electores que poco a poco abandonan la Liga. Los últimos sondeos demuestran que sus candidatos tienen pocas probabilidades de ganar las elecciones locales del 3 y 4 de octubre en Roma, Milán, Nápoles y Boloña. El 38% de consenso de hace dos años ahora parece un sueño lejano e inalcanzable, y Morisi, el artífice del milagro de la Liga, puede convertirse en su enterrador.