Entre 2001 y 2021, unos 50.000 soldados y oficiales italianos participaron en la operación internacional en Afganistán, liderada por EEUU. Ahora, después de la repentina toma de poder por parte de los talibanes (organización prohibida en Rusia), Italia no deja de preguntarse: ¿Fue inútil la muerte de 54 militares italianos, si el régimen respaldado por EEUU y sus aliados se desmoronó en cuestión de días?
Retirada de Afganistán: caos y vergüenza
"La huida caótica de Occidente de Kabul cancela todo lo bueno que se hizo para la sociedad afgana", constata el secretario del Partido Democrático (PD), Enrico Letta, y, en una entrevista con el diario La Repubblica, llega a la conclusión que la idea de exportar la democracia "fue uno de los deslumbramientos tras la caída del muro de Berlín, junto a la teoría del fin de la historia".
Con todas las discrepancias que existen entre los partidos italianos, los representantes de la derecha se expresan en un tono muy similar al del PD. "Es un fracaso de todo el Occidente, causado por la desastrosa retirada de Afganistán, efectuada torpemente por la Administración Biden", acusa Giorgia Meloni, la jefa de Fratelli d'Italia.
A su vez, el líder del partido Forza Italia, Silvio Berlusconi, considera "la huida desordenada" de Afganistán "como una página de vergüenza para los países libres". Al mismo tiempo, subraya que Italia no tiene ninguna culpa de lo que está pasando: una opinión bien comprensible para un político que, siendo primer ministro en 2001, tomó la decisión de mandar las tropas italianas a Afganistán.
¿Qué hacer con los refugiados?
Al hablar del desastre de la misión occidental, los políticos italianos compiten en elocuencia, pero esencialmente dicen lo mismo. Sin embargo, esta unanimidad empieza a tambalearse cuando se llega a la cuestión de los eventuales refugiados afganos en Europa, que hace resurgir el espectro de la crisis migratoria de 2015.
Para el PD no hay dudas: Italia y el resto del Occidente deben tender la mano a los afganos. "Lancemos una gran movilización nacional para ayudar a los que se quedan y acoger a los que huyen", escribe Enrico Letta en su cuenta de Twitter. "Estamos preparando nuestros servicios sociales para recibir a los prófugos", le responde el alcalde milanés Beppe Sala, también miembro del PD.
No, objeta el líder de la Liga, Matteo Salvini, "Italia no puede permitirse recibir a decenas de miles de personas, los centros de acogida ya están abarrotados. Otros países no hacen nada, la comunidad internacional debe ocuparse de los migrantes, Italia no puede ser el único centro de acogida".
Sus palabras reciben una reacción negativa no sólo de parte del PD y otros partidos, que las tachan de inaceptables, sino incluso en su propia formación política. El alcalde de la ciudad de Ferrara, Alan Fabbri, miembro de la Liga, se solidariza con su homólogo milanés y anuncia su disponibilidad para "contribuir y poner en práctica la máxima colaboración, dentro de nuestras posibilidades, a fin de sustraer a los civiles expuestos a la barbarie de los extremistas islámicos".
Frente a las críticas, Salvini mitiga su posición, admitiendo que se podrían organizar "corredores humanitarios para mujeres y niños en peligro", pero sigue insistiendo en que Italia no debe abrir las puertas "para miles de hombres, incluidos potenciales terroristas".
Una posible solución
Mientras tanto, el primer ministro Mario Draghi se moviliza para entablar un diálogo internacional sobre los tres problemas que más preocupan a la comunidad internacional tras la llegada de los talibanes al poder: refugiados, terrorismo y derechos humanos.
El jefe del Ejecutivo italiano contacta con los líderes del G20 para organizar una cumbre extraordinaria y coordinar los próximos pasos. Una de las soluciones más reales consistiría en destinar recursos a los países limítrofes con Afganistán para garantizar la seguridad regional y mantener a los posibles refugiados lejos de las fronteras europeas.
19 de agosto 2021, 13:46 GMT
Acoger a los que llegan, ayudar a los que se quedan en Afganistán y los Estados vecinos, podría ser un compromiso que en Italia dejaría contentos a todos los políticos, incluidos los de la derecha radical. Lo importante ahora es el tiempo: después de años de pasividad que condujeron al fracaso actual en Afganistán, Italia y sus aliados occidentales deben actuar rápidamente para salvar la cara y evitar nuevos flujos de refugiados que podrían convertirse en un grave problema político.