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Los italianos salen a las calles para protestar contra el pase sanitario obligatorio | Fotos, video

ROMA (Sputnik) — La imposición del uso obligatorio del pase sanitario para entrar en bares, restaurantes, cines y otros espacios cerrados genera reacciones adversas en Italia, con miles de personas que salen a las calles para protestar.
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Argumentos para la vacunación

En las últimas semanas Italia está viviendo un fuerte aumento de contagios con el coronavirus, debido a la propagación de la variante delta, con lo cual el Estado italiano urge a los ciudadanos a no tardar en vacunarse.
"La vacuna no nos hace invulnerables, pero reduce significativamente la posibilidad de contraer el coronavirus, su circulación y su peligro. Por estas razones la vacunación es un deber moral y civil", explica el presidente del país Sergio Mattarella.
A su vez, el primer ministro Mario Draghi se vuelve directamente contra los que se oponen a la vacunación: "El llamamiento a no vacunarse es un llamamiento para morir. Si no te vacunas, te enfermas y mueres o haces morir a otras personas".
Para convencer a los italianos las autoridades no recurren sólo a exhortaciones, sino también a medidas más duras. El 23 de julio el Gobierno impuso la obligación de presentar, a partir del 6 de agosto, el pase sanitario para entrar en restaurantes, museos, cines, gimnasios y otros espacios cerrados.
Para los infractores de la medida están previstas multas entre 400 y 1.000 euros, mientras los gestores de las actividades que toleren las transgresiones no solo incurrirán en sanciones pecuniarias, sino que arriesgarán el cierre del local para un período entre uno y diez días.

Estallan las protestas

El efecto de la decisión del Ejecutivo fue ambiguo. Por una parte, el número de reservas para vacunarse creció exponencialmente, por lo menos, en algunas de las regiones más pobladas, como Lombardía, Lacio o Piamonte. La vacunación continúa a un buen ritmo, con 31,4 millones de personas, o el 58,1% de la población mayor de 12 años, que ya tiene la pauta completa.
Por otra parte, no faltan los que se oponen al pase sanitario obligatorio. Las primeras manifestaciones se celebraron inmediatamente después de la decisión del Gobierno de imponerlo, mientras el 28 de julio se organizaron en Roma, Milano, Turín y otras ciudades importantes del país y otras están previstas para el fin de semana.
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Por supuesto, entre los que se manifiestan hay quien se niega a vacunarse por principio, pero también hay muchos que no protestan contra la vacunación, sino contra los modos que el Gobierno elige para acelerarla y se declaran "unidos por la libertad de elección y contra cualquier discriminación".
Según declaró uno de los organizadores de la protesta en Roma, "nadie puede decidir por los demás y hacer la vacunación obligatoria. La libertad es un valor que no debe comprarse con un pase sanitario para realizar las actividades cotidianas".

La importancia de ser honesto

Puede parecer discutible la idea de defender la libertad de elección cuando se trata de salud pública. Si se tiene en cuenta que los renitentes a vacunarse pueden convertirse en un peligro para los demás, sobre todo para las categorías más frágiles de la población, en las circunstancias actuales los intereses colectivos resultan más importantes que los individuales.
Sin embargo, es difícil objetar que la política de las autoridades italianas en lo relativo a la vacunación no carece de contradicciones.
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Desde principios de junio la vacunación está abierta para todos los ciudadanos, sin criterio de edad, pero la segunda inyección se hace a distancia de más de dos meses después de la primera, con lo cual los ciudadanos que pudieron acceder a la vacuna en junio no tendrán la pauta completa para el 6 de agosto.
Aun más extraño es que el Gobierno siga considerando la vacunación voluntaria, pero la haga obligatoria de hecho, ya que los que, por un motivo u otro, no se pongan las dos dosis del fármaco anticovid se verán semimarginados, porque les quedará prohibida la mayor parte de las actividades que caracterizan la tan añorada "vida normal", como las cenas en restaurantes o el cine por las tardes.
Desde este punto de vista, la postura de las autoridades resulta hipócrita. Es poco probable que los italianos recibiesen con un particular entusiasmo la extensión de la vacunación obligatoria a todos, pero seguramente sería más honesto actuar así, en vez de decir una cosa y hacer otra.
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